Perdí el norte – 2ª Parte

…Nunca había hecho algo similar, parar a alguien haciendo dedo, pero me daba igual. Se trataba de hacer todo lo que no había podido hacer jamás, todo lo que me había cohibido, muchas locuras. Tomé un camino un poco más corto para dejarlas en Ciudad Real, aún así tardamos varias horas en llegar. Allí aproveché para andar por la capital provincial. Permanecí allí el fin de semana y salí de marcha, aunque decir marcha en Ciudad Real, es decir mucho, la verdad sea dicha, pero no estuvo mal. A todos le seguían resultando interesante un sevillano atractivo y voraz con la vida como el que fui entonces.

 

Partí el domingo por la tarde dispuesto a continuar con mi recorrido. Si tuviera que escribir todo lo que pasé durante esos seis meses de viaje, creo que me  daría para no menos de dos o tres libros. Una narrativa absurda llena de vivencias. Ejemplo de ello son las miles de fotos –literalmente- que me saqué tanto solo, como en compañía. Los amigos que hice cada cien o doscientos kilómetros, las cientos y cientos de cartas y postales que me llegaron a Sevilla cuando regresé a casa. Fue el mejor momento de mi vida, desde luego. Y no sólo logré llegar a todos y cada uno de los sitios que tenía previstos, sino que dio para mucho, muchísimo más.

 

En España quería visitar los pueblos, como de hecho lo hice, pero en el resto de Europa quería visitar las ciudades importantes para seguir haciendo el loco sin importar orden ni autoridad. Ello me ocasionó, no nos engañemos, más de un altercado con los policías y  autoridades. Recuerdo que en un paso fronterizo me detuvo la policía húngara. El caso es que me despisté y en vez de pisar el freno, pisé el acelerador, en lo que ellos interpretaron como una huída. Enseguida sacaron sus pistolas apuntando para mí. Cuando me di cuenta, pisé a fondo el acelerador y puse mi California por primera vez a más de 120 kilómetros por hora. EL hecho de que la policía húngara tardara tanto en comenzar a seguirme y su torpeza para conmigo, es algo que aún no logro explicarme. Fue gracioso. Al final acabé en una comisaría pasando una noche entre rejas, pero ya se sabe, sino pasan estas cosas, un viaje no es viaje. Me detuvieron por resistencia a la autoridad… o algo así.

 

Fue maravilloso, aún me río. Tenía miedo, no lo negaré. No olvidemos que estaba haciendo un viaje solo. Aunque tuviera más de una compañía a lo largo del viaje, pero en general, estaba solo y no es sencillo hacer lo que hice. Me enorgullezco un montón de lo que hice. Sino tuviera mis años y una salud un poco cuestionable, lo volvería a hacer, sin ninguna duda. Además de aquel viaje me traje algo importante. Lo más importante que tuve y encontré. Algo que me duró casi 30 años… Cuando lo recuerdo se me ponen los bellos de punta. Pese a la evidente edad, no he perdido la capacidad para revivir esos momentos. Por eso me alegro de estar con vida. Pese a las tristezas y todo lo demás que viene después, atreverse es algo fundamental para que cuando regreses, (si regresas) nunca dejes de sonreír recordando cada minuto de aquella vivencia.

Creo que llegar al círculo polar ártico, los fiordos noruegos, los mil lagos de Finlandia y Estocolmo, fue lo más increíble de todo el viaje. Es que no me podría quedar con nada en concreto. Es tan difícil. Pese a haber superado la treintena de años, en aquel entonces aún me sentía bisoño, infantil, pueril. Para un viejo como lo soy ahora, vivir por dentro una eterna juventud es algo nefasto. Temo a la muerte como cuando tenía diez años, y ya me va quedando menos de vida, pero esas son otras cuestiones. Mi senectud me está jugando malas pasadas… (continuará)

2 comentarios:

  1. Guau guauu, tu persecución policiaca me ha recordado a cuando corri sin mirar atrás delante de los guardias de seguridad que me impedian pasar a los baños públicos porque querían cerrar el recinto de la fiesta..., (pero en pequeño) en mi historia no habia armas, ni altas velocidades,ni una furgoneta.... Solo un pequeño grado de alcohol, creerme que era super woman....y poco mas...jejeje

    Yo no le temo en absoluto a la muerte, cuando llegué no sentiré ya nada...lo que le temo (en vida) es a que no me de tiempo a vivir lo suficiente antes de que me atrape la condena de los años... si alguna muerte temo...no es la mía, es la de la gente que quiero.

    ResponderEliminar
  2. Bueno, es que los guardias de seguridad tienen también su cosa, que no son cualquier tontería si se ponen chungos. El alcohol es lo que tiene, que te desinhibe de cosas que normalmente te coartan. Me has hecho sonreír esta mañana, pues conozco a una super woman que en estos momentos no lo está pasando del todo bien y a la que hoy supongo (si puedo) que acabaré dedicándole unas palabras.

    Creo que yo sí le temo a la muerte porque soy un poco niño pequeño pese a mi edad, sigo teniendo cosas que heredé de mi etapa pseudo adolescente. Me da miedo pensar que puedo morir mañana y no he logrado mis objetivos principales. Supongo que cuando sepa que ya mi misión acabó, dejaré de temer la muerte y tal vez esa mentalidad "punk" la iré dejando de a poco. De ahí que intente disfrutar con pasión lo bueno y lo malo (esto último no es positivo, pero es como la letra pequeña del contrato "pasional").

    Hay muchas cosas que temer, pero la mejor forma de acabar con ello es afrontarlo con fortaleza porque no hay nada tan malo o triste que nos haga perecer físicamente.

    Gracias mil por tus palabras.

    ResponderEliminar