Hasta el día de hoy no creo que haya comenzado ningún texto de la manera en la que lo voy a comenzar. Es algo así como de película, y por eso me gusta.
“Hay momentos en la vida en los que…” Cometes errores menores y otros graves. Algunas veces, incluso, los repites a sabiendas porque… así de malo, malote eres (Que no, que no soy tan chico bueno…). Dices cosas llevado por las veces que has imaginado tener una conversación con otra persona. Y de repente, para dejar de ser hipócrita con tu conciencia lo sueltas. Pero al cabo de unas pocas horas, alguien te convence de lo errado que estás. Pero esa conversación tiene más fondo realmente. Hay conversaciones en la vida en las que logras vislumbrar luces que pensaste que no existían. Hace poco, muy poco, tuve una charla esclarecedora de algunos asuntos personales. Esa charla a horas intempestivas me hizo abrir la persiana de la transigencia emocional.
“Hay momentos en la vida en los que…” conversas y las horas bien parecen unos pocos segundos, en los que yuxtapones toda la vida al simple hecho de soñar. Y el destino se vuelve a disfrazar de palabras. En ese camino llegas a una esquina. La doblas y descubres una avenida que allá donde alcanzas a ver no tiene fin. Igual es una calle pequeña, pero deseas caminar esa Gran Vía. Esa calle está decorada con palabras llanas, cuerpos agudos y sentimientos esdrújulos colgando por las ventanas. La vía de la que hablo puede que tenga una idiosincrasia instada en un mundo que se asemeja a aquel desde donde el pre príncipe de la historia que anda por ahí guardada, vive hasta hoy esperando a que yo le busque el final feliz. Quizá se está en el mismo Sistema Solar, puede que solo los separe un simple mar. O quizá sólo es una visión más. ¿Quién lo sabe? De momento sólo aspiras a poder tener fuerzas para caminar. Te amarras bien los zapatos, te colocas bien el sombrero, pones la música adecuada, y comienzas a escrutar cada detalle de esa avenida para ver su carácter y su singularidad. Al mismo tiempo te preparas para que el suministro de luz no se corte en el momento más inoportuno.
“Hay momentos en la vida en los que…” Llegas a tenerlo todo claro. Pides perdón por el daño. “Lo siento, de verdad”. Estás tan seguro de tu triunfo al hacerse la luz, que despilfarras la dignidad que ya no te hace falta. Quieres volver a comenzar a quitarte de encima los alfileres que sujetaban tu vestido sucio y oscuro. Entonces las conversaciones cobran sentido, importancia y dices: “Ya era hora de que este viaje tuviera más relevancia”. El tiempo, entonces sí, comienza a jugar como tu mejor amigo. Él te guiña el ojo. Tú le sonríes… ya se sabe, esas cosas que pasan.
Yo sé que esto no lo ha de entender nadie. A mí me da igual, soy feliz porque he entendido muchas cosas durante la semana pasada. Y aunque el camino que aún no veo, me lleve a algún sitio, y al final de éste me vuelva a teñir de perdedor, hoy, más que nunca, sé que no hay mayor vencedor que aquel que disfraza sus mal llamados fracasos, en lecciones didácticas para aprender a quererse a si mismo para amar a tu semejante de igual manera. ¡¡Qué bonito sería si lograra mantenerlo más de dos semanas seguidas!! Pero bueno, demos pasos hacia al frente. Regalemos esfuerzos llenos, olvidemos lágrimas lixiviadas, convirtamos lo descriptible en inefable. Guardemos las palabras que sobran y sólo sintamos que lo que hacemos está bien.
Caeremos. Probablemente la estadística vital te diga que este momento, igual es como otros, que no pasará nada. Pero lo interesante es qué ocurrirá al final de todo, que te haga sentir que de nuevo has vivido y las personas han sentido cada una de mis palabras aunque en verdad nadie sepa de lo que estoy hablando. Pero todos reiremos porque desprendes seguridad y felicidad en que todo, de algún modo, de alguna forma, saldrá muy bien. Y entonces, dejaré de ser un reo de la nada, y la libertad de la alegría será el culmen de esa Matrícula de Honor que persigo.
PD: La canción porque me lo pide el orgullo, que viene de taparse los oídos.
Yo tambien he transitado por esa senda, y aunque a veces me desvío (muy a menudo, en realidad) siempre trato de volver a ella.
ResponderEliminarNo se me ocurre nada mas objetivo que decir salvo "caminante no hay camino..." y creo que ya te lo dije en otro comentario, pero me viene como anillo al dedo.
ResponderEliminarA veces para saber lo que hay al final del camino, solo puedes recorrerlo, si te equivocas , si triunfas...algo verás a lo largo de él, disfrútalo y punto ;)
Un besi
Hay momentos en la vida en los que de pronto ves la luz, ocurre de golpe, basta sólo una conversación de madrugada que suele ser siempre la mejor hora para hablar de cosas trascendentales. Y los caminos se abren, y aparecen calles nuevas, sin baches ni piedras, ni callejones oscuros. Todo se ve distinto, incluso mejor, hay salidas, soluciones, ya nada está sumergido en sombras, ya no hay miedo a equivocarse, se puede decidir, pero tienes que escribirlo, guardar la sensación, plasmarla en algo, grabarla, escribirla, para no olvidarla. Algunas madrugadas yo también veo esa luz y me pongo a hablar de nada, de todo, y divago, y acierto...
ResponderEliminarQuiero decir Gea que te entiendo, supongo que no por lo mismo pero todos nos sentimos así alguna vez.
Me gusta el don de tu palabra, hace pensar...
Besos.
P.D. Espero que hayas pasado un buen día de Canarias.
:D
Vaya, parece que todo el mundo acabó entendiendo lo que no quería que nadie entendiera, jajajajajajaja. Bueno supongo que cada uno se habrá hecho una idea concreta y muy suya.
ResponderEliminarCaótica. Gracias por tus palabras. Esa senda tiene unas dificultades alrededor... que a veces no sé si es bueno encontrar el camino o continuar perdido.
Blind-y. Como dice una canción "yo quería recorrer..." ese camino, bueno, quiero y espero poder ver lo que hay al final de esa vía, pero primero hay que ver qué tipo de vía es. Aunque con franqueza, a estas alturas ando perdido, ¿Estamos hablando de ciudades, de urbanismo o planificación territorial? jejejejejeje. Voy a mirar el manual de instrucciones de este artefacto. Qué bien me lo paso.
Ana. Qué gran verdad has dicho, las madrugadas ayudan mucho, no piensas tanto como para lanzarte, o piensas todo desde la perspectiva correcta. Es como si la noche profunda nos pusiera en nuestro verdadero sitio a veces. Si te he hecho pensar con mis palabras, objetivo cumplido. Muchas gracias por tu visita y tus palabras.
Yo estos posts los haria un poco más cortos. Los posts donde uno plasma pensamientos demasiado divagatorios es mejor no extenderlos.
ResponderEliminarYa veras que antes o despues me entenderas con lo de los escupitajos.
Querido Paolo. Que quieras intentar cambiar un poco la visión de mi blog, lo acepto, toda sugerencia es muy bienvenida. Que quieras que cambie lágrimas por escupitajos, también lo acepto porque lo veo como un consejo...incluso hasta bueno llegados al caso. Ahora, de ahí a la recomendación de hacerme cambiar de forma de escribir o la extensión de ésta. Ahí ya no Paolo. La crítica se construye, no se destruye, y aunque estás siendo muy comedido y delicado con tus comentarios, yo soy el primero en criticarme lo que escribo y te aseguro que no es falsa modestia, honestamente, lo mío puede mejorar años luz. Y tampoco conoces todos mis escritos como para opinar de ello. Dicho lo cual, te agradezco nuevamente que te pases por aquí, pero entiende que es un pensamiento, es mío, personal e intrasferible, puede ser de un millón de palabras o de una, es algo mío. Si no te gusta, o te aburres, no lo leas y punto. Lo digo con toda la buena fe y el buen rollo. Y como decía Forrest Gump: "... Y eso es todo lo que tengo que decir sobre este asunto"
ResponderEliminarHola Gea. Ni lo encuentro aburrido lo que escribes ni intento cambiarte la forma de escribir. Si me paso por tu blog es por algo radicalmente diferente.
ResponderEliminarNo le sobra ni una coma.
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