Estoy tremendamente musical, cierta carencia en estos últimos días o semanas han hecho que ahora esté ávido y rebusque en mi baúl. Esta noche se me vinieron a la cabeza dos canciones muy diferentes. La primera es de cuando tenía unos 17 años y fue la banda sonora del primer gran libro que me ganó por completo y para toda la vida. “Flores en el Ático” tuvo esta canción junto con “Es por ti” de Cómplices y “Sólo pienso en ti” de Víctor Manuel. Más allá de esas referencias, cuando escucho esta canción significa que está existiendo en mi vida un cambio que no atisbo a vislumbrar, que está ahí pero no veo. Siento que es un momento importante y que lo es porque hay algo subyacente en mi mismo. Y esta canción ayuda a desentramar qué ha de pasar o qué ocurre. Aunque esas ayudas no sean exactamente lo que espero. Sucede que los acontecimientos se atropellan unos a otros y yo, que siempre intento captar la buena esencia de todo, no percibo todo ello para poder sacar frutos. Esto es tal vez algo ambiguo y poco esclarecedor, pero se trata de ofrecer aquí un poco de música, no de mi contar toda vida… aún.
Esta segunda canción me define muy bien en una frase: “soy como un niño cuando hablo de amor”. Así soy yo. No es que lo diga yo, es que por unanimidad todos se han puesto de acuerdo en decir que soy complicado y de ahí para arriba, lo que se quiera o se imagine. Simplemente soy un niño al que los juegos de amor y seducción muchas veces le vienen grandes o que no sabe qué hacer. Supongo que todos son así, pero mi puerilidad es más que patente. Estas afirmaciones las pueden sostener varias personas que me han conocido en ese aspecto. Bueno o malo. Depende del día que tenga. Esta noche lo veo como un factor negativo. Puede que esté comenzando a atravesar una zona pantanosa o de confusión y que necesite cosas… cosas que todo niño grande necesita. A buen entendedor…
No hay comentarios:
Publicar un comentario