Ella no me buscó, yo no la encontré (3 de 3)

…Mientras escribía se levantó. Estaba sonriente, sublime, como es ella siempre. Casi sin despeinarse. Yo estaba cansado, serio, triste. Desayunamos una manzana cada uno. Estábamos en la cocina hablando, y ella no paraba de sonreír, con esos ojos azules que me fascinan y me vuelven loco. Pero estaba triste, ella en el polo sur, yo en mitad de un volcán en erupción. Tales contrastes acababan conmigo, pero tuve que ser fuerte para que no se me notara que mi mundo estaba siendo invadido vilmente por su mirada de inocencia buscada, pretendida, pura, pulcra y llana.

 

Estuvimos limpiando un poco la casa. Luego nos sentamos en el sofá y vimos un poco la televisión. Después le hice el almuerzo mientras ella se vestía y veía las noticias. Durante esos momentos no hablamos. Me moría porque me contara mil y un cosas y sobre todo que dejáramos de rodear el asunto de los sentimientos. Que me dijera por fin, que para ella esa noche y ese día no había valido nada más que si hubiera estado con cualquier otro amigo de los suyos. Estaba implícito en la situación. Yo andaba como alma en pena a escondidas por mi casa. Cuando hube hecho la comida, nos sentamos a comer mientras le contaba algunos de mis planes a corto plazo, lo que haría en las vacaciones, mi viaje a Egipto y al Sahel, mientras me miraba fascinada. Y como siempre, el tiempo nos encontró. Llegaba la hora de llevarla a casa y yo cada vez me sentía más triste.

 

Cuando la dejé en su casa, nos miramos a los ojos fijamente. Me sonrió complacida, fue una sonrisa y unos ojos que yo noté como repletos y llenos de ilusión. Algo había en esos ojos, la satisfacción de haber encontrado a un amigo. Yo lo supe aunque no me lo dijera y la miré con ojos de profunda tristeza. Me dio dos besos, yo le devolví el segundo, aunque el primero traté de buscar su boca torpemente. Nada conseguí. Sentía tal pasión y al mismo tiempo tanta impotencia, que nada más bajarse del coche y yo seguir con mi camino, ella no miró hacia atrás, pero yo no dejaba de verla por el espejo retrovisor. Comencé entonces a llorar como un niño pequeño. ¿Cómo habrá cambiado todo tanto en tan poco tiempo? Cómo antes se quería atrever, cómo antes se quedaba conmigo, cómo antes desbordaba su pasión por doquier, y ahora la contención y la visión fraternal lo inundaban todo dolorosamente.

 

Por la tarde, sin prisas y dando un paseo llegué de nuevo a mi casa. Tenía varios días antes de que mi colega de piso regresara. En mi habitación todo olía a ella. Esta habitación, donde esta noche dormiré, donde durmió ayer, huele a ella. Me mata no haber podido darle un beso, acariciarla, cogerla de la mano pero sobre todo decirle tantos y tantos sentimientos que tengo hacia ella. Necesito decirla que la quiero, que desde que me miró con sus ojos de cielo azul ya la amaba, desde la primera vez que me preguntó aquel 8 de diciembre qué sería de ella sin mí.

Ahora, como cantaba Luz Casal, la busco entre mis recuerdos, tratando de calibrarlo todo, de no darle una dimensión espacial tal, que no acabe conmigo. Nos separan tantas cosas, y al mismo tiempo nos unen tantas, más, si ella se niega y me niega, poco hay que hacer, tan sólo esperar a que uno de los dos acabe. Mientras, sigo soñando con sus palabras de otoño gris, con los cafés taciturnos en aquel bar del barrio de La Latina, los sueños despiertos, como el vivido ayer, tan sólo faltos de sentimientos románticos y sobre todo rubricados con un beso que anhelo…Un sueño, ella sólo fue un sueño en un otoño gris.

3 comentarios:

  1. Hubo una vez una personita que se parecía un poco a tí que me dijo que yo escribía mejor que él (o una cosa parecida creo recordar) y después de leer esto es pa darle una señora colleja. Me pasaría la vida entera leyendo cosas como ésta. Si quieres hacer un libro de relatos cortos como me dijiste que te gustaría (como yo también sueño con hacer algún día) yo te lo compraría sin dudarlo. Una historia preciosa - y eso que no me gusta usar esta última palabra nunca...

    Un saludo!!!

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  2. Raquel: ¿Te suena Luz Casal? A que suena bien, ¿eh?. Si es el relato, siento que te suene, no sería bueno algo así. Aún con todo, si he logrado con mi relato que te sintieras algo reflejada, me alegro. Gracias por pasearte por aquí. Siempre eres bienvenida.

    Dani: Te pasas mucho tío. Fiel a mi mismo, no me creo mejor que nadie, y si acaso, igual que muchos, y peor que otros. Gracias de todas formas por tus fuerzas, por tu apoyo y esas bonitas palabras que ayudan. Vaya si ayudan, más en una semana en la que me he sentido bastante inútil en todo lo que hago. Te pasa mucho, me has hecho ruborizarme. ¿Te parece bonito?

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