Amistad y mis percepciones


Que hay horas, días incluso semanas en que me he sentido perdido. Sin fuerzas. Que en esta vida he perdido muchas personas. Que sin ir más lejos, en menos de un año he perdido a varios amigos porque ser exigente y darlo todo tiene una doble vertiente y es el dolor que te causan cuando tú necesitas a alguien y se olvidan de ti porque para cualquiera sus vidas son más importantes que la tuya propia. 

Ejemplo simplificado 1: 
-Tío necesito ayuda y que me aconsejes a tomar una decisión porque no sé que hacer. Llámame. 
-Ok. Te llamo
(Una hora de conversación)
-Tio de verdad, gracias, para mi eres Dios, no sé que haría sin ti
-Exagerado. 

3 meses más tarde
-Hombre, si das señales de vida. Me alegro de que estés vivo
-Ya sabes que no soy de llamar o mandar mensajes. 
-Ya, claro, pero no es justo y lo sabes. 
-Tío qué quieres que haga?
-Que no me ignores, joder
-(...) Cuelga el teléfono

Que a mi edad me cuesta creer en la amistad porque hace muchos años que nadie está cada día, cara a cara, que nadie me pregunta sinceramente y a la cara cómo estoy, compartir vidas y desengranarnos. Hace tanto que no se produce que ya no creo en la amistad. Mis amigos están lejos siempre. Y yo necesito verdad, realidad, cara a cara, necesito una vida que no se esconda tras palabras en un móvil o un mail.

Mis últimas grandes amistades han coincidido con mis parejas, donde el “juego” era recíproco además de desinteresado. De ahí que vincule la verdadera amistad al amor de pareja aunque sepa que en realidad se puede y debe ramificar la amistad para no acabar ser co-dependiente de la otra persona, además de no ser sano porque se pierde independencia. Y no pretendo eso tampoco. Creo que la amistad simple es un juego de intereses en el que si no pides ayuda, es como si todo estuviera bien, y al revés igual.

Ejemplo simplificado  2
-Te juro y te prometo que voy a visitarte y hablaremos horas y lo pasaremos bien.
-Me encantaría que así fuera pero no me prometas cosas que no sabrás si cumplirás.
-Que sí, hazme caso, confía en mí.
-Sería genial. 

Mes y medio más tarde 
-Tío, lo siento, ojalá pudiera pero no puedo
-No pasa nada. Pero me lo prometiste.
-Ya tío, lo siento. 
-No pasa nada 
(pero claro, pasa, por supuesto que pasa)


Me han contado historias de amistades duraderas, amistades verdaderas, historias tan bonitas que siento envidia por no poder tener algo así. Por ser –y lo reconozco- tan mal amigo. Con los años he ido reculando, he ido dando pero también pasando ciertas facturas (cosa que detesto hacer, algo reprobable y que confesarlo me cuesta) dependiendo de lo que das. No es amistad, es un juego egoísta en el que esperas que la otra persona te conozca que sepa quién eres y  que te sepa querer. Yo actúo así. Conozco a un amigo, si sé que no le gustan los abrazos, no se los doy, si no le gusta lo que sea, no lo hago. Conozco a la persona para saber de qué manera puedo dar de mi algo que le sirva como amistad. Pero al revés no sucede así. Lo que más veces he escuchado es “lo siento, no te puedo ayudar”. Y yo creo que a todos se puede ayudar, incluso con un abrazo o con una sonrisa o con algo que a la otra persona que conoces le sirva para demostrarle que eres un amigo de verdad. Pero sin embargo, creo que en teoría la verdadera amistad radicaría en poder ser tu mismo y la otra persona sin esfuerzos de ningún tipo. Eso sería lo ideal, pero en mi caso rara vez ha sido así porque… creo que si lo explicara acabaría contando historias muy largas e infructuosas.

Ejemplo  simplificado 3
-Seremos amigos para siempre. Confía en mí
-Confío en ti, además, hablaremos cuando seamos viejos y todo
-¿Te imaginas?
-No me costaría nada. Y contarnos batallitas comenzando por el "¿Te acuerdas cuando...?
-Sí..

Un año más tarde
-¿Qué te pasa? ¿Qué tengo que hacer para que vuelvas a confiar en mí? No he hecho nada para que me desplaces así de tu vida. 
-Lo siento, pero en este momento de mi vida, lo más importante es mi novio, no mis amigos.
-¿Cómo?.... Vale. Lo entiendo. Perfecto. 
(Cristales rotos e incredulidad)

Los detalles. Los pequeños detalles. Y los grandes también. Yo no entiendo la vida sin los detalles. Y sorprendería a muchos saber cuánto me enfado y me guardo los enfados por ver que faltan detalles. Que la independencia está mal entendida. Somos seres individualizados y yo soy un híbrido entre ‘solitario’ e individualizado. Lo primero me ha llevado a lo segundo.

Debería decir que he roto por lo sano con muchas personas porque les he hecho mucho daño. Demasiado. Admito mis errores y mis culpas. Unas las llevo bien, otras las cargaré para siempre. Pero nunca he olvidado a ninguna amiga importante que ya no está. Pero no se puede volver atrás en este sentido. Lo he pasado tan mal por la pérdida de una amistad como de una pareja o un desamor.

Sin embargo, hay una fina línea entre la amistad y el amor. Lo que haces por amistad pura, no lo haría por amor de pareja. En la segunda no llevo la cuenta, en la primera la cuenta es relativa aunque algo en común. Llega un momento en que si das y no recibes, te erosionas.

Con los amores es más complicado pero más sencillo. Si realmente estás enamorado, aguantas, esperas, soportas y pese al desgaste, si eres alguien que de verdad deseas a la otra persona, mides la erosión y lo que das cada día. Pero entiendo que este ejercicio es complejo.

Yo echo de menos muchas cosas. Echo de menos sentarme en una terraza o en un bar, tomar algo con música de fondo, hablar de cualquier tontería, bromear con gente con complicidad y confianza, reír. Sacar al menos unos minutos o una hora para lo que sea con tal de vivir algo con esa persona. Echo de menos esa amistad en la que dejé de creer. Del amor de pareja echo de menos casi todo o todo lo que se puede tener en una relación sana de pareja.

Y eso me ha asilvestrado, me ha moldeado como una persona que es incapaz de imaginar que pueda tener la suerte de tener a alguien que me ame y que pueda amar. Y creo que lo merezco, pero todo el mundo se empeña en complicar cosas simples. Incluso hablando con mi amiga “Más Violeta” me decía que “es un rollo el amor”, o mi amigo “teach” que decía que “el amor es un trabe asqueroso”. Y yo no estoy de acuerdo. Creo en el amor, casi más que en la amistad. Cuestión aparte es el de las etiquetas. Que alguien te diga que "eres poco sexual" o "que eres cuqui" o "tierno" si saber siquiera cómo podrías llegar en un círculo cercano es un algo...no sé. Igual yo abro las puertas de par en par (que no significa que sea lo mejor pero mal no me ha ido, aunque tengo experiencias divertidas). Aunque con franqueza, las puertas hace tiempo que se cerraron o al menos ahora se abrieron (Leer posts anteriores)

Decía alguien que el amor va y viene pero que las amistades son para siempre. Mi vida es tan así, que ni mis amistades han sido para siempre –ni una-, y el amor se va, pero rara vez vuelve. Llegan días en los que necesitas tanto, pero tanto el calor humano que aunque haga calor sientes frío.Luchas por ti como luchas por el cariño pero en esta última lucha la batalla parece perdida de antemano. No me gusta decir esto pero son las sensaciones que tengo. 

Una vez me dijeron que para abrirme a los demás, debía pedir ayuda. Cuando lo hice, fue un espejismo. Al final nadie está. Y cuando digo esto, incido en el cara a cara. Porque hastía, y mucho, la distancia. Tener amor a distancia, amistad a distancia, tenerlo todo a distancia sin poder tocarlo acaba por ser triste porque en esas noches o días en los que necesitas hablar, o necesitas un roce, o una mirada, no la tienes y lo peor es que, en mi caso, no sabes si algún día lo volvería a tener.

Y no, al escribir esto, no tengo un buen día. Son problemas irreales fruto de un idealismo pueril disfrazado de adulto. La rabieta de un mal día o puede que algo más, palabras que muchas veces no me atrevo a decir o escribir por miedo a defraudar aún más, por miedo a confrontaciones o discusiones que no quiero tener. No lo sé. Hoy, al menos, no sé sino esto que sale de dentro sin pensar en demasía. 

Cosas que jamás te diré cara a cara....(y quizás nunca leas)

PD: (Leer sólo con la canción siguiente de fondo)

Como si un niño le dice a una niña cosas sencillas. Sin más intención. Lo juro, no tengo ni la más mínima intención de conquistar a nadie. Es la mera sensación de decir lo que llevas dentro. Como si sólo existiera en sueños, como si después de esto, no viniera nada más que el aire que respiramos. Imagínate que el que escribe es un niño inocente. Imagínate que esta canción (y su letra) me ayuda simplificar aún más todo lo que el mundo entero se empeña en complicar. Y como diría el poema de José Agustín Goytisolo, "Palabras para Julia"
(...)
"Perdóname, pero no sé decirte
nada más pero tú comprende
que yo aún estoy en el camino

Y siempre siempre acuérdate
delo que un día yo escribí
pensando en ti como ahora pienso"


Cosas que jamás te diré cara a cara
-...Que si eres capaz de explicarle y demostrarle lo que es el “el amor” a tus nenas... 
-...Yo soy capaz de explicarte lo que es el amor muy sencillamente...
-…Aunque no me entiendas
-Que odio que creas que esperar a que alguien se enamore de otra persona no sea posible..
-…Porque aprendí que no lo es sino estás dispuesto a esperar que suceda el “delito” del amor.
-…Aunque no me entiendas
-Que puedo sentir algo por ti sin que “alimentes” mis esperanzas…
-…Aunque no lo entiendas
-Que odio que nunca haya pasado nada, pero seguiré soñando con mimarte y quererte. 
-….Aunque tú no lo entiendas

-Que odio que piensen que el amor no es simple…
-…Porque yo siento amor por ti aunque estés enamorada locamente de otro...
-…Y eso no tiene explicación…
-…Y es así de simple

-Que odio el “así no que me enamoro” porque me enamoré la primera vez.
-Que odio que creas que lo mío no es amor, sino obsesión…
-…Cuando nunca he tratado de poseerte y que siempre he respetado tu libertad y tus decisiones.

-Que era feliz en mi vacua vida
-Y odio decirte que llegaste tú, la llenaste y creía que ya no se podía ser más feliz
-Que me siento orgulloso de mi vida, de dónde he llegado yo solo…
-…Pero odio reconocer que le aportas a mi vida las cosas más necesarias para poder revivir. 

-Que querría que me leyeras, a viva voz todas y cada una de las cosas que has escrito tú
-Que odio saber lo fácil que es quererte…
-…Aunque a veces quiera matarte a besos
-Que odio decirte que tus defectos, cada uno de los conozco me vuelven loco
-Que odio tus cosas buenas porque me matan de amor.

-Que necesito saber si estás con otro para medir si lo que siento es amor de verdad
-Que cuando lo he sabido he sentido el mismo amor…
-…Y solo he pensado en que las cosas son simples…
-…Tu con él, yo sin ti. Y a seguir luchado. 
-Que es bueno el dolor para que esto no sea sólo una fantasía…
-…Porque la vida no es algo baladí, como estas palabras que nunca te diré.

-Que odio soñar con que me cojas la mano y me dejes tocarte la piel
-Que odio soñar con cartografiar tus lunares
-Que quisiera saber cuáles son tus platos favoritos para cocinártelos y mimarte aún más.
-Que quisiera conocer al menos cien defectos tuyos más para amarte aún más si cabe.
-Que podría decirte 365 cosas que sé de ti y me encantan, una por cada día que quisiera estar a tu lado físicamente.
-Que el amor para mi es demostrarte cada día que siento amor hoy más que ayer

-Que odio saber que estamos en la misma ciudad y no poder verte…
-…Pero que respeto los designios de tu carácter.
-Que el hombre que te merezca, será el que tenga más fortuna porque eres una mujer maravillosa.
-Que nunca necesitaré estar 24 horas al día contigo para saber que lo que siento es amor por ti.
-Que nuestro “contrato” ha sido de lo más bonito que hemos hecho…
-…Y que aún sueño con que lo firmemos…
-…Aunque sepa que será imposible…
-…Pero por las noches, al dormir, y por los días, al caminar, soy capaz de soñar con ese momento
-Que me quedo con los detalles de tu sonrisa, de tu voz, de tus canciones (…)
-Que sigo queriendo que cada mañana me cantes con tu espantosa voz…
-…Es mi banda sonora favorita.

-Que si tú lloras, yo te regalo sonrisas
-Que si sufres, yo quiero estar ahí para darte todas mis fuerzas, que necesito hacerlo
-Que si te pasara algo...no lograría imaginar lo que sucedería en mí
-Que odio desear ser parte de la felicidad de tu día a día como tu amigo especial-amante-novio-lo-que-sea
-Que odio sentir que me calmas, me serenas, me haces pisar por nubes con sólo oír tu voz
-Que odio sentir que no he hecho lo suficiente por ti...
-...Porque no habré podido coger tu mano y abrazarte cuando lloras
-Que si tú sonríes, yo toco el cielo por los dos.

-Que los días en que no he sabido de ti, me han sobrado las horas y las personas.
-Que desde que no me dedicas una palabra o una canción, no existen los colores.
-Que ayudarte ha sido la forma más maravillosa de decirte, sin palabras, esas dos palabras.

-Que no puedo ver tus fotos…
-…Porque me acaloro y sólo pienso en hacerte el amor dos y tres veces cada día
-Que para mí tu cuerpo es perfecto…
-…Aunque jamás lo vaya a milimetrar con mis besos.
-Que a veces no puedo ni leer lo que me has escrito...
-...Porque quiero hacerle el amor a tus palabras, a tu alma y quien llevas dentro... 
-...Porque me encantas y te admiro como persona
-Que sé medir el amor que doy…
-…Y conmigo aprenderías a amar de verdad…
-…Aunque puede que jamás suceda y puede que jamás me creas

-Que odio reconocer que por tu culpa tengo claro cuál es mi lugar en el mundo
-...Y que ese lugar está en este país...
-...Y no te das cuenta de que lo hago por mí
-...Porque lo demás eran huidas...
-...Y quiero dejar de huir...
-...Y afrontar todos mis miedos y problemas...
-...Y quiero hacerlo contigo...
-...Pero si lo hago sin ti, quiero poder.

-Que “Seré sin que sepas de mi”
…Porque he vivido siempre solo y podré vivir sin ti
-…Aunque siga soñando que quizás, algún día, pueda llenarte el congelador de tarrinas de helado...
-…Y pelearnos para acabar de hacer las paces en la cama
-Que odio no poder poner aquí las millones cosas que te diría susurrándotelas al oído.
-Que pese a todo lo que yo sienta, sé lo que acabará pasando...
-...Que tus caricias serán de otro...
-...Que tus besos serán para él
-...Que será él el que tranquilice, el que te haga sonreír y te haga amar...
-...Y pese a ello sigo luchando por el imposible de mi vida...
-Que es estar contigo cara a cara

-Por que la vida es corta
-Y las palabras se las lleva el viento
-Y muchas personas se olvidan
-Pero recuerda...
-Que seguiré soñando con una loca como tú
-Que ojala al olvidarte de lo que sentiste un día…
-…Te acuerdes de lo que llegaste a sentir por mí

-Y que nunca, nunca jamás antes en mi vida he escrito y repetido la palabra odio tantas veces…
-Porque no creo en el sentimiento de odio...ni en esa palabra…
-…Si justo detrás no están las palabras Te quiero

Cada diente de león que veo es el cuerpo que en sueños acaricio

CANCIÓN: Katie Herzig - Closest I get (traducción propia)

¿Y si te espero y no te presentas?
¿Si me dejo a mitad solo para mantenerme entero?
¿Y si contengo la respiración mucho tiempo?
Podría ser noticia que el silencio durase tanto tiempo
¿Y si lo más cerca que estoy de ti es ahora?

Yo he visto el amor. Viene y va
Pero vi que es adecuado mantener el corazón cerca
Porque no hay camino fácil para saber
Si estoy mirando hacia atrás o me estoy acercando
¿Y si lo más cerca que estoy de ti es ahora?

El amor no tiene garantías
¿Qué musa pondrá sus manos sobre mí?
Dijimos palabras y tocamos madera
Y aún estoy esperando a ver que podría pasar
¿Y si lo más cerca que estoy de ti es ahora?"

A la altura justa de tus ojos

Uno es estratocúmulo, el otro es cirrocúmulo.

Uno es una secuoya el otro un tasaigo.

Uno es un determinista denostado, el otro un vidaliano aceptado.

Uno es capa vectorial, el otro es tecnología punta lidar.

Uno es combustible de fácil ignición, el otro casi ni se inmuta con el fuego.

Uno es pipecrake, el otro una barjana.

Una dinámica natural, en plena ebullición biogeográfica rota e involucionada

Una voz susurra anhelo, otra es displicente.

Uno acaricia el cielo, otro no se da ni cuenta de que sobra el aire.

Uno suspira el otro ni se inmuta.

La canción está acabada para uno, para el otro ni ha empezado.

Uno es Mozart, el otro The Beatles.

Para uno es legal, para el otro no justo.

Uno es suelo de gran valor urbano consolidado, el otro apenas un rústico de escaso valor.

Cabeza, Corazón, Sexo, todo junto para uno. Tres cosas diferente para el otro.

Una voz oída hasta en el silencio, la otra aunque grite no se escuchará.

Sobrevives de recuerdos, de esperanzas sin fe, de palabras que fueron.

Fue la suerte que te hizo libre, que besó tu libertad.

Late el corazón enfermo. Manos inquietas sin poder parar. Ansiedad de la complicidad.

Cada día gana un kilómetro. El otro avanza un milímetro. Tiempo geológico versus tiempo humano

Ella no siente la sed, tú estás deshidragado.

Alcanzar lo inalcanzable, como la hormiga que quería construir una escalera para llega a la luna.

Te metes en la cama y sólo escuchas melodías desafinadas, idiomas diferentes. Explicas perfectamente el momento en que sus ojos y los tuyos dejaron de mirarse.

Y te metes en varios líos que no tienen que ver ni con ella, ni con el amor y nada podrá declararte inocente del delito cometido. Y ya buscas los mejores abogados para no ir a la cárcel desde no podrás intentar alcanzar la altura justa de sus ojos y que mereces volver a hollar. 


Esperar y luchar


La espera, la lucha y el sufrimiento. Eso es lo que viene sucediendo en mi vida de forma cíclica. Siempre la espera. Siempre luchando contra imposibles que para los demás son posibles. Sufriendo los fracasos de no poder conseguir lo que con tanto esfuerzo he buscado. Los acontecimientos suceden a veces de forma lenta, soberana y amargadamente lenta. .

Si me pongo a pensar en todo lo que he sufrido desde los diez años me doy cuenta de lo que soy ahora, de por qué soy tan fuerte. Porque derramé tantas lágrimas en solitario, sin que nadie me abrazara, evitando asesinatos, evitando desgracias, suicidios, sufriendo una adolescencia total y absolutamente traumática, rebelde, solitaria y esperando que apareciera algo que lograra alejarme de aquella locura llena de rencor, de incomprensión de intransigencia. Tuve que crecer sufriendo. Y me aislé. Durante muchos años me convertí en un maldito pusilánime que daba pena. Cierto es también que no contaba con ayuda ni compañía de ningún tipo. Los amigos que tenía entonces me utilizaban como paño de lágrimas, era sus oídos, era un guía en el que depositaban sus problemas. Al final mi cabeza estaba llena de problemas propios y de otros.

En un momento indeterminado me plantee la espera. Para ello me sirvieron los sueños que comencé a tener sobre todo sobrepasados los veinte años. Lo que ocurrió es que desde los diez años estuve esperando. Esperaba que mis padres me quisieran como yo quería que lo hicieran, quería no sufrir azotes, palizas, regaños, humillaciones. Esperaba que en el colegio y en el instituto yo no fuera el apartado, al que siempre humillaban. Y tuve paciencia, toda la paciencia. Busqué en la música y en la naturaleza lo más puro que había. Cíclicamente las amistades iban desapareciendo porque objetivamente yo no era un buen amigo en aquellas circunstancias. Les escuchaba, pero ellos no querían escuchar mis historias y yo necesitaba hablar, necesitaba desahogarme. Y pagué con su pérdida por hacerlo. Aprendí entonces a guardar más silencio y ser menos transparente. También tuve que esperar por el amor. Si me pongo a contar todo el tiempo que llevo esperando a que una chica me diera una oportunidad, tan sólo una oportunidad os escandalizaría. Mientras que yo suspiraba porque pensaba que yo era un chico perfecto que podía estar con otra mujer. Y lo cierto es que necesitaba ese cariño, ese amor que en casa no tenía, que no tenía y que no sentía en ningún lugar. Tuve que trabajar desde muy temprano para poder ganar dinero y aspirar a salir de la Isla, para mí, maldita. Maldecía a todo el mundo, a mi familia por abandonarme, a mis amigos por prescindir de mí, a las chicas por traumatizarme. Y pude salir y por primera vez en mi vida fui feliz. Sin embargo, tuve que volver a esperar por razones que no vienen al caso.

A partir de entonces se entremezclan historias. Por una parte, las adicciones. Perdí totalmente el sentido de la realidad, de los días, de las cosas en muchos momentos. Durante mucho tiempo mis adicciones fueron ocultas y aún hoy pocos saben de esas adicciones que me llevaron a estar a punto de acabar con todo. Pero pasó algo. En una de las adicciones decidí romper por mi mismo. Tuve la valentía de dejarlo. Me costó, pero logré superar aquella fase en la que sólo yo supe lo cerca que estuve del abismo. Seguí luchando, y al mismo tiempo sufriendo y esperando por otra mujer. Fueron momentos duros porque se juntaron muchas cosas. Además de asuntos sanitarios, jugué con varias mujeres, me porté realmente mal con ellas, las hice daño, probablemente nunca le he hecho más daño que a esas tres mujeres. Y no pongo excusas. No soy un chico bueno como todos creen. Como dije, fueron años de espera, de lucha y sufrimiento, todo al mismo tiempo.

Después llegó la segunda de las adicciones de la que aún menos personas tienen constancia y de la que nunca hablaré aunque me lo pregunten a no ser que exista y haya una confianza cien por cien. Pero me recuperé. ¿Cuándo fue? No lo sé bien. Pero supongo que fue cuando dejé de sufrir. Cuando me centré sobre todo en la lucha. Desde hace años lo único que hago es luchar. Y luchar hasta dejarme el alma, el cuerpo, hasta dejarme las últimas de las neuronas. Ya que me seguía sintiendo solo. Ya que nunca no he logrado que me quieran como yo pienso que deberían quererme, aunque lo acepte, sentía la tristeza de que merecía mucho más de lo que me daban con cuentagotas. Por eso luché, y nadie, absolutamente nadie sabe cuánto luche. Y digo que nadie lo sabe porque llevo los últimos cinco años luchando contra una soledad insondable. Me hice a mi mismo, logré sacar lo mejor de mi mismo, sonreír yo solo, no tener complejo e incluso no necesitar a nadie. Pero los imperativos biológicos, esos que hacen que tengamos que respirar, comer y demás, nos exigen que nos sociabilicemos y que tengamos relaciones sociales y sentimentales. Y lo intenté pero sin éxito porque mi corazón no alcanzaba a sentir nada más allá. Era, como decía la canción, un corazón “cerrado por derribo”. Y seguía solo, luchando y esperando pero ya no sufría. recibir amor. Nada más.




En un giro inesperado de acontecimientos, decidí abandonar de nuevo esa Isla maldita. La diferencia sería que estaría solo, pero con motivo y razón, por elección, y no porque me sintiera realmente solo en un lugar donde no debería sentirme así. Y seguí luchando por mí. Insisto en esto y lo recalco, NADIE, sabe cuánto he luchado por mi mismo, cuántas horas, cuanto he sacrificado por mi, por mi presente y mi futuro. Hacia el final uno necesitaba un abrazo, que te trajeran un cola-cao, que te esperara alguien en la cama, que la casa no fuera un continente inhabitado. Ya sabéis, esas cosas.

Y en otro giro aún más inesperado de acontecimientos, surge el amor. Uno de ida y vuelta primero y luego unidireccional. Por primera vez en años una mujer me caló y tocó las teclas adecuadas para convertir a un ser solitario, huraño, asilvestrado, en una miga de pan. Rozó mi corazón y estremecí de felicidad. Sin embargo, una nueva unidireccional del paradigma sentimental ha hecho que de nuevo me toque esperar. Y me tocará además luchar por mí, esperarla a ella y probablemente algo de sufrimiento que podré controlar toda vez que la experiencia es un grado. De nuevo todo se complica. Como dice la canción, “siempre tengo sueños sencillos como mujeres complicadas”. Yo tengo fe, pero si aplico el empirismo, sé que esta espera será infructuosa, que no cambiarán sus sentimientos. Pero, ¿acaso puedo hacer algo más? Desde mi punto de vista mi vida ha consistido en perseverar, en luchar, en esperar que, quizás, algún día, el destino se acuerde de que uno necesita no estar solo, que necesita que las noches no sean eternamente solitarias, que tu mismo no seas sólo el que se anime, el que se derrumbe y el que se levante, que necesitas a alguien, no por esto último, sino porque te das cuenta de que tienes tanto, pero tanto amor para dar, que huir a otro lugar por rencor hacia la vida es la salida más cobarde, es la que requiere menos lucha.

Probablemente en pocos meses habrá otros giros de acontecimientos. En lo que a mí respecta, me esperan muchos meses (como poco) de intentos baldíos por conquistar a una mujer. Y tendré que luchar por mi mismo para encontrar el equilibrio económico-laboral para que esta aventura no acabe en el último lugar donde deseo estar: en la Isla maldita. A veces tengo miedo, a veces soy hermético y opaco, a veces nadie sabe nada de mí, pero si hay que luchar, lo haré, hasta que llegue un momento en el que el destino dicte sentencia, y me sentencie a que toda esta lucha y espera no valdrá la pena. Y entonces me retiraré y huiré a dónde quiera ir a través de mis caminantes piernas.

No hay blancos ni negros, no hay nada escrito. Sinceramente no sé qué hacer. Sólo que esta persona ha hecho girar todo 180 º sin yo quererlo. Que este máster se me está haciendo cuesta arriba pero que sé que puedo y que lograré con este máster y lo que pase después del mes de julio…nadie lo sabe pero yo me imagino un viaje a Asturias en coche escuchando Los Secretos y algo de música más que mi copilota pinche para disfrutar y cumplir otro sueño. Porque, ¿sabéis que es lo mejor de todo –además de hacer el amor-? La mejor sensación del mundo es ver la sonrisa en la cara de la persona que amas tras hacerla feliz con un detalle. Creo que esa sensación es casi insuperable. Y si yo pudiera hacerla feliz de esa manera y ganarme su corazón con una palabra, con un trozo de mar, con una mirada o con la fuerza de mi abrazo, me sentiría el hombre más feliz y fuerte del universo.

Y en tanto mis fuerzas me acompañen y que mi paciencia me deje, seguiré luchando, la mejor manera de demostrar el amor es amar bien, amar mejor, algo que es difícil pero que con los años he ido puliendo. Lo que aguante hasta que ella se vaya con otro y me diga definitivamente adiós y aún con ello, lo más probable es que siga esperando un milagro porque… así de obtuso soy. Un caso perdido. Esto tiene pinta de que ya lo he vivido y sé como acabará pero no puedo resistir. Después de tantos años quiero esperar y sueño con verla a los ojos, mirarla…mirarla a los ojos y decírselo todo con los ojos. Y lo peor es que no sé si algún día llegará el día en el que pueda mirarla fijamente a los ojos, cara a cara. Pero, ¿sabes por qué no me rindo y por qué espero? Porque a diario mantengo conversaciones mentales con ella, imaginando miradas, imaginando juegos, cosquillas, imaginando una vida...una vida que sin ella no tenía (además del máster), y con ella, ya la imagino. Por eso y por lo que siento, esperaré.

Sin embargo, lo más duro de todo, lo peor ahora mismo, es haber disfrutado, haberme sentido feliz cuando aquello era de doble dirección. Amanecer sabiendo que alguien pensaba en mí, y dormir siendo ella la última persona que me decía cosas que me llegaban al alma. Lo más duro es que ahora cuando me despierto siento un vacío atronador. Ella ya no piensa en mí por las mañanas, ya no me despierta dándome los buenos días. Ya no me dice cosas que me hagan estremecer. Ya todo se ha vuelto gris, oscuro, negro. Y la soledad me invade, me come, se apodera después de haber sentido que no lo estaba. Eso me da un miedo voraz. No creo que nadie sea capaz de ponerse en mi pellejo y sentir esta soledad. Mirar a las paredes de tu casa, mirar al horizonte y saber que por mucho que digas o que hagas, su cuerpo será de otro, sus palabras de otro, y tú te quedarás esperando a que quizás, algún día, se acuerde de que la esperas con el corazón abierto. Mientras, la soledad te araña, te carcome, te desespera. Y sientes que de nuevo no tienes vida, sólo el máster y ya estás agotado. Volver al “antes de” es sumamente difícil. Y en esta historia, quizás lo que más se repita es eso, la soledad, a la que me han sometido, la que yo he elegido y a la que me vuelto adepto para no esperar que la vida me maltrate más. Tengo fe, y tengo esperanzas, pero ya no tengo veinte años. Sigo siendo un niño tímido, timorato y desconfiado que sólo desea dar y recibir amor


Películas que quizás me describan un poco


Cé, que es una bloggera que sigo, me dio una idea hace tiempo. (La idea es tuya). Aunque yo no soy de definirme en una canción o en una película, en su entrada se definía un poco según escenas de películas. Pues bien, el tedio de un día normal, amén de otras cosas, ha hecho que me ponga a pensar. ¿Qué compendio de personas sería yo en una película? Pues bien, aunque ya en mi blog hay algunas escenas que no es que me definan, sino que me encantan, haré un compendio de escenas de películas que definirían, grosso modo, mi carácter y mi persona. Algunas cosas son ideas y conversaciones, otras son gestos, en fin, os iré diciendo para que os hagáis una idea de quién se esconde en la tierra de los sueños, aunque no os hagáis ilusiones, definirme en unas cuantas escenas es imposible. Ah, y el orden es aleatorio, la primera no me define más que la última o viceversa. Sólo son trazos de mí. 

ANTES DEL ATARDECER

Sin duda alguna, esta es la leitmotiv de mi vida. Ethan Hawke y Julie Delpy en esta segunda parte de la película hablan durante navegan por el río Sena de París. Tanto lo que dice él, como lo que dice ella, es algo que está clavado a sangre y fuego dentro de mí, un principio básico que, en un hombre es tremendamente raro. 

EL INDOMABLE WILL HUNTING

Me siento muy identificado con Will Hunting, con un carácter complicado, del cual una mujer no le es sencillo fijarse o enamorarse. Además de ese carácter, muchas cosas que han pasado en mi vida que me han hecho ser rebelde…aquí cada uno que saque sus propias conclusiones, no daré más datos, pero Will Hunting sí que soy un poco yo esta escena me identifica mucho. Se rompería esa imagen que todos tienen de mi de "chico bueno". No lo soy. 

CASABLANCA

Los eternos desengaños amorosos, esas sempiternas cuestiones. A veces o muchas veces, así de chulo y dolido que esconde un dolor mortal. Esta escena con las palabras hechas torres y muros. Me identifico totalmente con lo que dice Rick y con una situación que he vivido. Porque en verdad, el amor es renunciar (esto se ve al final de la película). Pero soy muy capaz de hacer daño cuando me rompen en el corazón. A veces la mejor forma de hacer daño incluso es no decir nada, pero esta escena para mí, me identifica muchísimo en algunos aspectos de mi vida. 

EL CLUB DE LOS POETAS MUERTOS

Esta escena, junto con la del final, me estremecieron en mi adolescencia. Pero en esta escena en particular me identifico porque suelo ser tímido pero en el fondo, cuando no pienso, cuando se libera mi mente, reacciono y soy capaz de…inventar un mundo de sueños. Esta escena es muy yo. Tan sólo cerrar los ojos y no pensar, sólo sentir. 

HACIA RUTAS SALVAJES


Tiene frases, escenas, ideas. Esta película sin lugar a dudas es la mayor oda a mi corazón salvaje y rebelde. Esta escena en concreto, lo que dice, me hace sentir totalmente identificado con la idea, y con otra que dice al final de la película “La felicidad sólo es real cuando es compartida”. Ese aventurero, ese loco que se arranca sin ton ni son, que va en busca de la verdad que no se halla en las calles de la ciudad, soy yo también.


LOVE ACTUALLY

Claro, en mi eterna vida de desengaños amorosos, en los que nunca he logrado estar con una pareja estable y enamorarla para ser lo que quiero que sea, he tenido muchos gestos de amor y romanticismo. En esta escena es obvio que el amor es imposible pero es que todo lo que dice en cada pancarta lo he sentido. He querido y siempre querré a la mujer de mi vida aunque esté con otro hombre, aunque sea vieja, fea y se olvide de mí y se lo diré aunque no sea Navidad, porque nunca se sabe lo que pueda pasar antes de que puedas expresar tus sentimientos. 


POSDATA TE QUIERO

De nuevo carácter, pasión y romanticismo, unido a cierto encanto. A mí no me gustan las peleas ni las discusiones, pero sé que muchas veces son inevitables. Yo, casi todas las peleas de parejas (poquísimas) que he tenido, han acabado más o menos como esta escena y por eso estoy preparado para la vida en pareja porque el amor lo puede casi todo. Esta escena define que en lo que respecta a mi carácter y el amor, no hay orgullos, no hay rencores. 

V DE VENDETTA

Mi lado más idealista, más rebelde. Esta escena esconde mucho de mi mismo. Es algo muy dentro de mí. Esa máscara de justiciero que suelo llevar y que a casi nadie cae bien. Porque es más fácil vivir ignorando lo malo que ocurre sin idear una revolución de verdad…


50 PRIMERAS CITAS


De todo lo que un hombre es capaz de hacer (yo) para conquistar a una mujer todos y cada uno de los días de su vida. Toda la película para mí es la enseñanza perfecta de lo que puede ser el amor pese a los problemas, pese a todo. El amor todo lo puede cuando éste se instala de forma indeleble. Yo creo en el amor aunque nadie lo crea como yo, aunque acabe solo o muera solo en vaya a saber usted qué circunstancias, tras este blog se esconde un tipo duro que tiene un corazón que es capaz de entregarlo por entero de forma altruista y sólo por ver feliz a la persona que amas y que también te ama a ti. 

SHRECK 1

Yo, me identifico con Asno porque a veces puedo llegar a hablar tanto, pero tanto, tanto, que  me aburro a mi mismo y digo muchas tonterías, muchas sin pensar, tengo ese lado cómico que a mi me hace gracia…pero al resto no mucha. También me identifico con Shrek porque puedo llegar a ser muy cascarrabias y ser muy "independiente" y querer estar solo y esas cosas. Así que sería un híbrido entre ogro y asno. 

AMELIE



Creo en los detalles y en eso me identifico con esta escena y ver las cosas a cámara lenta. En contar historias de forma simple aunque no lo sean. Muchos días soy capaz de escuchar hasta el aletear de una mariposa y escruto todo el mundo con un detalle imposible de explicar. Esta primera escena de Amelie me parece algo espectacular y define un poco mi curiosidad y mis cambios de tempos. 


Hay una escena que no he podido encontrar de una película pero ya, si eso, lo dejamos para otra ocasión. Esta radiografía no me ha convencido, le ha faltado cariz y algo que yo llamo realidad que es la que hace falta para conocerme de verdad. No os creáis que soy tan así, son sólo ideas, yo en la realidad soy de muchas maneras y en verdad nadie me conoce bien. Pero al menos os hacéis una idea del que escribe (y a veces habla)

Los milagros no existen


Soy todo lo contrario a una persona carpetovetónica, al menos en muchas ocasiones me siento así. Hay una bonita canción que dice “somos el resultado que hemos vivido, somos todo lo que cada noche he soñado contigo”. Llevo prácticamente dos semanas en cama por diferentes razones. Mis motivos reales los sé yo, algunas personas saben algo, otros lo intuyen y la verdad cierta, nadie.

Me resulta realmente difícil expresarme, me siento exangüe ante ciertos hechos. ¿Qué me preocupa? Me preocupa el hoy, el mañana y el pasado mañana, me preocupa tener que volver a Canarias, me preocupa tener unos sentimientos tan poderosos hacia alguien que, para continuar con el drama de mi vida amorosa, no me corresponde.

Porque con ella solo siento esa sicalipsis que con muy contadas mujeres he sentido. Y es nefasto haber saboreado esa sanción y ahora encontrar una callada ante mis empujes. Pero con cierta tristeza y resignación lo voy aceptando. ¿Qué más puedo hacer?


No lo puedo evitar, soy una persona nefelibata, que anda siempre en otros mundos, pensando en que lo imposible, es posible y que las cosas son sencillas. Pero "los sentimientos no son sencillos". Al menos eso se empeñan todos en hacernos ver. Hay cientos de cosas que son complicadas en la edad adulta: impuestos, trabajo, familia, conflictos con desconocidos o amigos, la insolidaridad, falta de dinero, enfermedades incurables, eso en el mundo occidental, en otros lares, el hambre, las enfermedades curables que allí son incurables. Pero, si todo es tan difícil en la edad adulta, ¿Por qué complicar todo en los sentimientos? Yo nunca he entendido que dos personas que hablan el mismo idioma (el del amor), que dos personas que sienten cosas (en mayor o medida), pongan todas las cortapisas. ¿Por qué las dudas? ¿Por qué el “tengo miedo”? ¿Por qué el "tengo que pensarlo"? ¿Por qué justificar que algo tiene que ser complicado? Yo, hablando mal y claro lo digo así: a la mierda.

El amor no tiene cortapisas. Si hay sentimientos (aunque sean mínimos), si hubo o hay atracción, si hay química, si hay intereses, si hay predisposición, si hay valentía, si somos adultos y no pequeños seres adolescentes, ¿por qué tenemos que estar esperando a que alguien decida un paso y hacernos desencantarnos y esperar a que, quién sabe, si después de un tiempo X, después de la espera, resulta que no sale bien? Y yo os diré más. Los que hemos estado en hospitales repetidas veces, con la muerte rondando o con sustos monumentales, los que hemos sido maltratados de todas las maneras posibles, los que hemos perdido sistemáticamente en la vida, queremos algo sencillo.

Yo quiero poder mirarla a los ojos, decirle eso con los ojos y con la boca, no pensar en el mañana durante unos días y dar rienda suelta porque quizás mañana no podrás decir o hacer aquello con lo que soñaste. Y en la vida lo más triste de todo es aquello que te has guardado por miedo, por no atreverse. Y esto lo aplico a todos. Porque si alguien te quiere te lo ha de demostrar con hechos, con palabras y de todas las maneras posibles. Akron Family tiene una canción que dice “Love is simple”. Y me da igual que el resto me diga que no es así. Para mí lo es.Si es sí, no es un tal vez, si es un no...pues no pero siempre con razones y no con ambiguedades y frases hechas. Detesto esto. 

Yo no quiero un cuerpo perfecto, no quiero una cara bonita, no quiero una belleza borde y que se crea una diva. Yo quiero a una soñadora, a una mujer, inocente, feliz, niña pero mujer, inocente pero contradictoria, muy mujer y muy sexual. Yo quiero a alguien que no tenga miedo a sonreír, a bailar, a hacer el ridículo, a atreverse a lo que sea porque quizás, mañana, ya sea tarde. No quiero decir con esto que hay que perder los papeles y prodigalidar por esas locuras. Me refiero a hacer la vida sencilla. A que las palabras, sin hechos, no sirven, y que los hechos, sin palabras, es como una comida a la que le falta la sal.

Yo…yo me complico mucho la vida pero la intento facilitar. Más de la mitad de mi vida me la he pasado enamorado de mujeres imposibles que no me han querido dar ni la más mínima oportunidad. Al principio lo llevaba muy mal. Con los años la profesión va por dentro. Ya te lo tomas de otra manera. Te resignas y en mi caso, si veo alguna posibilidad, intento luchar con las armas por intentar que surja una chispa. Ya os digo yo que en el 100% de los casos mis intentos han sido un estrepitoso y sonado fracaso, así que en este caso, también lo será porque…estadística y empíricamente siempre ha sido así. Ella es fantástica, una mujer entre mil, una mujer con la que no me importaría hacer realidad sus sueños….y los míos y compartir, sobre todo compartir experiencias. Pero ella no lo desea así. Me ve como un amigo y eso es lo que más coraje me da. No soy buen amigo, no lo soy cuando siento por alguien algo tan fuerte y cuando la deseo tantísimo.

Y me cuesta escribir para que mis palabras no cambien a peor una relación que ya ha mutado mucho. Si tuviera que decir todo lo que siento, todo lo que tengo dentro… cambiaría cosas, pero tengo autocontrol y poco a poco voy sabiendo el camino y el cariz que va tomando esto. Tengo los pies en el suelo y sé que será casi imposible conseguir que ella vuelva a sentir cosas por mí, pero me apego a ese “casi” y me apego a que esta es mi última oportunidad. A que probablemente (no es seguro aún), en unos meses esté fuera de España y yo quiero estar aquí, cerca de ella para disfrutarla. Porque ha logrado derrumbar muros, ha logrado que esta roca se ablande, ha logrado que existan sentimientos que pensaba que ya no surgirían. Y yo no miro al futuro pensando en “otras” porque… porque en mi vida sólo ha habido dos personas por las que he sentido estas cosas y yo sé que en mi caso, un clavo no saca otro clavo. Soy un rara avis. Soy feliz haciéndola feliz, y feliz sabiéndola independiente, con una vida, que no esté atada a mí a todas horas. Eso me hace feliz, pero anhelo despertar por las mañanas con ella, acostarme por la noche, un abrazo, un o mil besos. Hace tanto….tantísimo que no sucede que si llegase ese día… Prefiero no pensarlo porque entonces albergaría sueños que ahora mismo tienen fecha de caducidad.

Y no, no pienso que si me voy lejos de España esto se pueda mantener porque ella es demasiada mujer, y si me voy, perderé todos los vínculos incluso si hubiera alguno sentimental. Sí, yo soy de los que creen en el amor para toda la vida, no posesivo, sino el que cree que los momentos, las vivencias y todas esas cosas, hacen que una pareja viva y sobreviva. Y yo no he tenido nada con ella como para que esto suceda y eso me deprime porque desearía saber si en verdad mi corazón está en lo cierto (aunque estoy al 99% convencido). Sin embargo, a estas alturas y por las cosas que observo, ella está renuente y me trata como un amigo nada más y eso… en el fondo me mata y me duele, en la superficie pienso que prefiero eso a que no esté en mi vida y lo llevo bien. Soportaré que esté con otro, que sus palabras ya no vayan dirigidas a mí, soportaré ser el “chico de lejos” porque… así ha sido siempre. Sólo pido un milagro. Que exista ese milagro que evite que me marche de España pensando que este país no es para mí (ni en lo laboral, ni en lo social, ni en lo sentimental). Estoy en la época culmen de mi existencia. En estos meses tengo que tomar muchísimas decisiones y en muchas ella está como telón de fondo, aunque si lo analizo con frialdad, no debería…pero me puede. Me ha ganado la partida. Me he rendido a su persona, a su interior, a todos sus defectos y sus virtudes. Simplemente esto es lo que algunos llamarán…. Llamadlo como queráis. Yo seguiré esperando a que algo que diga, que haga, o que caiga un meteorito o una erupción que haga que cambie de idea y se de cuenta de que el hombre que no tiene miedo, que no le volverá la espalda, de que no la abandonará, que no la tratará mal, que estará con ella cuando ella quiera, seré yo. Que yo no tengo miedo ni al éxito, ni al fracaso. Pero esto… esto es simplemente otra historia más de mi vida sentimental. Una historia que, no os quepa duda, tengo bien guardada, cada palabra, cada sonido, cada detalle lo guardo para, si no ocurre nada, pueda recordar las palabras que me dedicaba, las canciones, los sueños, y todo eso que hacía que me sintiera importante en su vida. Será, desde luego, mi último amor porque yo ya estaba “cerrado por derribo” y ella ha puesto unos pilares en esta ruinas, pero esos pilares pueden no ser suficientes y entonces ese cerrado será un clausurado para siempre.

Mientras, yo por la noche me acuesto con dos ideas. La primera estando con ella (bailando, haciendo el amor, viajando a Asturias, bromeando, hablando, sonriendo, tonteando y haciendo lo que se llama el cortejo del amor). La otra imagen que veo es a mi en el aeropuerto de Barajas, con una mochila y mis botas, solo, camino de Latinoamérica….para no volver más a España. Esta última idea que ya tenía bien pensada hace unos siete meses hoy me da tanta tristeza que la cambiaría porque sucediera el milagro de estar con quien siento cosas como estas y que ella sienta cosas por mí.

Pero a estas alturas yo no creo en milagros. Creo en sueños, creo en las ganas de cumplirlos y en la lucha por conseguirlos, pero en los sentimientos no se depende de uno, sino de dos. El tiempo corre deprisa, y las decisiones han de ser tomadas. Tocará arriesgar a todo (ella) o nada (un abismo) Los milagros….no existen. Y mientras siga aquí, la querré como yo sólo sé hacerlo y lo haré bien, como mejor se me da y entonces no tendré nada que reprocharme a mi mismo. Porque ella merece la pena, merece la espera, merece todo lo bueno que pueda darle yo o la vida, a mi lado o al lado del hombre que la haga feliz. El amor es generosidad. Así pienso yo. 



PD: Hay una razón por la que he dicho siempre que prefiero estar solo que en compañía. No es  porque crea que fuera más feliz estando solo, sino porque si amo a alguien y sale mal, sé que  quizás, no lo superaría. Es más fácil estar solo. Si te das cuenta de que necesitas amor (como es ahora mi caso) y no lo tienes, dependes de él. Y si construyes tu vida en torno al amor, a una persona, puede que la relación acabe mal. Perder el amor es como morir. Pero la diferencia entre la ruptura y la muerte, es que ésta última acaba, pero el dolor puede durar para siempre.
 

Revolución de Marzo (X y última Parte)

Esto no es la historia de un viaje…
Bilbao fue perfecto. Tardé en llegar y lo hice extenuado. Casi no logro encontrar a mi amiga “Azul” pero cuando la vi le dio un fortísimo abrazo. Se portó de una forma sublime conmigo. Ella estaba nerviosa, yo no porque sabía perfectamente qué iba a pasar y pasó lo que tenía pasar, es decir, mucha confianza, mucha complicidad y la sensación de que éramos los mejores amigos pese a que había pasado tiempo después de nuestra última conversación. Fuimos a un lugar, “The Stone Cavern”, un pub de una amiga suya. Fue genial porque su amiga pinchó las canciones que queríamos y en un momento dado puso la canción de mi amiga “Niña buena” de Arjona y yo la saqué a bailar pero…es que ella no quería y al final lo conseguí. Hablamos, reímos, hicimos confidencias y todo fue perfecto. No se me hubiera ocurrido un encuentro mejor. Era feliz. Salimos a dar un par de vueltas por Bilbao y ella se enlazó su mano con mi brazo. Parecíamos una pareja de ancianicos super graciosos. Ese gesto me colmó el alma de cariño y desee que algún día pudiera tener una amistad así a diario, en persona, físicamente. Lamenté que casi todas mis relaciones fueran a distancia y que el “cara a cara”, al menos en Tenerife, resultara tan desolador. Feliz, super feliz fui en Bilbao con mi amiga “Azul” y el resto de su cuadrilla. Descubrí que su mundo, como el de mi amigo de Cartagena era genial porque no estaba sola y eso era lo más importante. Allí, en confidencias le hablé a mi amiga de la chica que me había robado el corazón. El viaje estaba llegando a su fin y yo lo único que deseaba a esas alturas era que llegase el día siguiente y saber si podía o no ver a esta mujer. Abandoné Bilbao en el último asiento de la guagua rumbo a la capital del Reino de España. Sonaba de fondo una versión especial de “Semilla en la tierra” de Carlos Chaouen. Hacía calor y yo cerré los ojos pensando que esa noche en Madrid sería otra historia más de un batacazo anunciado.

Y llegué a Madrid. Lo hice con la idea de estar una noche e irme al día siguiente. Tenía otras intenciones, todas ellas muy sanas pero todas pasaban por hablar con la mujer que, sin darse cuenta ella, había estado conmigo. Si ella supiera cuántas horas estuvo, cuántas historias le conté, cuántas veces la besé, cuántas veces le hice el amor y cuántas veces nos enamoramos en tan sólo tres días…si ella lo supiera…nada cambiaría porque ella finalmente no está en el mismo punto que yo. Pero yo en ese momento no lo sabía. Al llegar a Madrid no me sentía bien porque no sabía nada de ella. Estaba en la misma ciudad y aunque había gente, para mí no había absolutamente nadie. Me pasaron mil cosas por la cabeza, a cada cual más irracional. Sólo podía escuchar canciones de Marwan. Me sentía…enfadado porque lo único que quería era verla y poder decirla todo lo que le había dicho en las montañas. El viaje había llegado a su fin y sentía que todo era gris. No me sentía bien. Quería tenerla en mi vida y la echaba de menos. Yo sólo podía imaginar que estaba con otro hombre y eso…me llenaba de pena y resignación. Di una vuelta por Madrid sin mucho rumbo y ya de noche volví al hotel. Estaba escribiendo todas estas aventuras que no sé si alguien habrá seguido hasta el final cuando recibí dos mensajes suyos. La llamé. Hablamos. Dos horas. Lo aclaramos todo.

Al día siguiente tenía que volver a Alicante. Yo había entendido que iría a la estación a verme, pero entendí mal, ya que antes le había dicho que no. Durante mi recorrido me la imaginé llegando a la estación en el último momento, o con tiempo para escrutarnos de arriba abajo. En esas imágenes no había nada que me hiciera pensar que todo fuera a salir bien. Lo que sabía y tenía claro es que si aparecía por allí yo iba a actuar como si no hubiera mañana, con todo el corazón y sin nada de cabeza, sólo demostrándola que lo mío, no eran meras palabras. Pero ella no apareció en la estación, aunque sí hablamos a través del móvil. Yo me sentía fatal porque estaba en la misma ciudad y no podía verla, el tiempo se echaba encima y yo quería verla esa misma tarde. Ella no me lo pediría, jamás lo haría. En ese momento me vino a la cabeza el instante cuando quería irme a Praga yendo camino a Bayona y no me atreví. Comenzó un torbellino imposible de explicar: “Tengo que irme pero tengo que intentarlo hasta el final, tengo que intentarlo. ¿Seré capaz?” Y jugué todo lo sucio que un hombre en el amor puede hacer. Rompí mi billete, le mandé la foto del mismo y decidí quedarme en Madrid aquella tarde esperando a que ella quisiera estar conmigo. No quería arrepentirme de nada que no hubiera hecho. Sabía perfectamente que quizás no habría otro momento semejante, así que después de muchas vueltas, me sentí liberado al romper el billete sin pensar en nada más que no fuera la ilusión de estar en la misma ciudad y pensar que podía verla…si ella quisiera. Ya pasara lo que pasara me sentiría orgulloso de mi mismo porque me demostraría que no soy un autómata que escribe palabras y que fanfarronea. Que no soy sólo un tipo solitario o duro, que también soy vehemente y que soy capaz de darlo todo si en ello consigo el fin buscado. Y yo buscaba ese sábado estar con ella. Jugué sucio y la puse en un brete complicado y lo sé. ¿Hubiese sido más fácil irme sin luchar o quedarme y esperar que algo cambiara? Entré en el metro con un subidón parecido o igual a cuando estaba en mitad del valle de Aezkoa. Y bueno…

Me encantaría contaros que hubo un final feliz. Que nos declaramos amor, que nos vimos, que nos besamos, que comimos perdices y que fue genial. Pero mi vida es como el meandro de un río. Para que desaloje mejor el agua no hace falta que vaya en línea recta, sino que describa curvas. Al escribir estas palabras, hasta que vea la luz, habrán pasado muchas semanas y yo no sé qué habrá o no pasado para entonces. Le dije absolutamente todo lo que he puesto en el blog…y lo que no he puesto en el blog. Sigo siendo pesimista, sigo pensando que no saldrá bien. Sigo pensando que es una mujer impresionante, que me desarma por completo, que lo daría todo por ella, que no acabaremos juntos porque su corazón le pertenece a otro, y que su cuerpo está lejos del mío. Como ya he expresado en este “serial”, amar mejor para mí consiste en aguantar y soportar porque de lo contrario, no estaría demostrando nada. Puede que cuando esto se publique ella ya haya hecho algo con otro hombre. Hoy día estoy preparado para cualquier cosa porque sólo deseo tenerla en mi vida de alguna forma. Es un mínimo, es algo que muchos pensarán que es inconsolable, migajas. Pero, ¿Quién es capaz de decirle al corazón que deje escapar a una mujer entre mil…entre un millón? Quiero amar mejor, porque sí, hoy no se lo he dicho pero la quiero y al decirlo me siento…bien pero es triste. Después de muchos años puedo encontrar y querer a alguien que es especial, que tiene mucho de lo que busco. Yo…volveré a viajar, y no estaremos juntos a no ser que ella me lo pida y sólo Dios sabe cuánto DESEO que me lo pida y estaría a su lado sin desfallecer porque hasta cuando grita la quiero –como lo hizo anoche-, hasta cuando saca a relucir sus defectos me fascina.

Si la vida fuera justa, yo tendría trabajo de geógrafo, tendría novia y una vida sencilla con una mujer como ella. Pero la vida no es justa, ella tiene problemas, yo no tengo una vida más allá del máster y cuando mañana llegue a Alicante voy a estar solo, muy solo. Mientras, esta noche duermo en Madrid por segunda noche consecutiva y esta vez sabiendo que no nos veremos debido a mi impetuosidad…y pienso en las montañas, en los prados, en las mujeres que conocí, en las cientos de horas que pensé en ella, en las penurias, en los sueños, en las esperanzas, en las sonrisas y gritos de felicidad. Yo no sé qué pasará en tres meses pero apostaría todo a que ella acabará con el hombre que ama, yo me alegraré por ella y marcharé lejos de España y nuestra posible historia de amor (la que yo querría tener) será una utopía tal como el de ver dos soles juntos en un mismo día. Y es que no, no podemos estar juntos, iluminamos demasiado como para estar juntos. Siento que somos una entelequia. Algo que no podrá ser pero que deseo de una forma que nadie, absolutamente nadie imagina. Pero yo me conformo con poder decirle cada día que me encanta, que me tiene, que me puede y que si quiere moveré el mundo para que sea más fácil para ella. Y lo haré porque no sé otra forma de andar que no sea por las montañas. Y sí, esta historia es totalmente verídica, pero un paralelismo perfecto de mis pateos por las montañas es el amor que siento por ella, tendré que subir, tendré que desgastarme, tendrá que doler hasta que sangre para poder llegar y cuando lo haga, me sentaré en esa crepería de Saint Jean Pied de Port y la próxima vez, la silla de enfrente no estará vacía. No lo estará en mis sueños, que para realidades, ya les he venido contando. Que esto, en verdad, no ha sido la narración de un viaje, esto, en verdad, ha sido el relato de una historia de amor que, como todas en mi vida, no saldrá bien aunque haya puesto, como en el camino, el corazón, la cabeza y todo el alma. La vida, como la montaña, es así de dura. 

Revolución de Marzo (IX Parte)


Desencantos y desencuentros
La noche en el hotel fue infame. Me acosté pronto pero enseguida fui a comprobar que aquel lugar me haría más mal, que bien. Sólo tenía una especie de mantel como “abrigo” y nada más. Huelga a decir que pasé una noche de perros, pues aparte del frío, la humedad se colaba por cada rincón. Mi inestimable chaqueta de cuero fue mi salvavidas casi puntualmente me despertaba cada dos horas hasta que a las siete de la mañana no aguanté más y, venciendo al frío y al dolor, me levanté, Al rato apareció un hombre con chapela y con un híbrido de tono vasco pero acento francés me preguntó si iba a Roncesvalles, yo le dije que no que iría a Irún o Donostia., Le dije que yo no era un peregrino. Él me contestó: “Ah, vas a hacer el camino del norte!” Ante mi incredulidad no le quise quitar de su error y le afirmé con resignación pese a que le había dicho que iba a coger un tren. Habiéndole dicho ambas cosas se despidió diciéndome “ánimo al peregrino”. El camino de Santiago es algo indeleble a este pueblo. Aunque yo dijera repetidas veces que no era peregrino, casi todos se empeñaron en hacerme peregrino y no pude evitar sentirme un farsante pero no por haber mentido que a San Juan no lo hice, sino que era más bien que allí no se imaginaban otro tipo de caminantes que no fueran peregrinos.

Cuando salí a la calle seguía lloviendo, igual que cuando comenzó a las cinco de la tarde del día anterior. Me fui a la estación de tren y compré mi billete a Bayona primero, y Hendaya después. Allí tendría que coger un tren llamado “El topo”. Hacía casi tres años justos que no montaba en tren Quien me conoce sabe de mi amor por este medio de transporte. Estaba esperando en la estación de Saint Jean escuchando “La pluie” de Zaz y veía las montañas de fondo. Sentí nostalgia porque lo que viví fue algo que en mis escritos más personales tendrán todo tipo de detalles. Había pensado que sería fabuloso coger un tren y plantarme en Praga o buscar un camino o un sendero que atravesase toda la campiña francesa y que llegara hasta Los Alpes. Lo pensé sin mucho detenimiento sin sopesar nada. Mientras veía el billete a Hendaya y me observaba a mi mismo escribiendo estas palabras, con boina, chaqueta y una mochila repleta de ilusiones, no podía evitar emocionarme. Me hubiese encantado que alguien grabase aquella escena y que mis pensamientos salieran de mi cabeza y llenaran toda la pequeña estación. Estaba convencido de que cuando al día siguiente llegara a Alicante me iba a arrepentir de no haber seguido más al norte pero el chico responsable y cuerdo había decidido que era hora de volver. Lamentaba no saber cuándo volvería a sentirme tan especial, pero sin apuros, en aquel momento lo dediqué a no pensar, sino a sentir lo que el bucólico paisaje me gritaba sin palabras.

¿Qué iba más lento, el tren por su vía, la lluvia cayendo, el divagante trayecto de las nubes por las montañas o la melodía de Joe Purdy “I love the rain most”? Había tal coordinación, era tan perfecto que sabía que en cualquier momento se rompería esa armonía. El tren me enamoró y me congratuló con todo. Era un tren pequeñísimo, moderno, un solo vagón, asientos azules acolchados y calefacción. Cuando el tren llegó a Ortzaiza-Arosa (St. Martín de Arrosa) pensé que seguía viviendo en un cuento y necesitaba que no acabara, que el tiempo fuera despacito como el tren. Oh Dios, tenía los pelos de punta. Eran tan precioso lo que veía como lo que sentía. Y pensaba más: “¿Y ahora qué, Lyon, París…Praga, por qué no? Mi yo viajero campaba a sus anchas en el tren y quería dejarlo salir porque hacía mucho tiempo que estaba guardado. Nadie me esperaba, sólo muchas horas delante de un PC haciendo informes, trabajos y una investigación que se había convertido en tan irrelevante como insulsa. ¡Al carajo las obligaciones! Mi cara por primera vez en mucho tiempo no podía expresar nada porque sólo quería captar la esencia de cada cosa, tanto del paisaje como de mi mismo y el futuro…ya lo veremos Me sentía libre y desnudo de todo cuanto me ataba y el ignorancia de no saber las últimas declaraciones del político de turno o las últimas noticias me hacían aún más libre porque no me sentía intoxicado, ni indignado, ni impotente. Allí no estaba más que mi propia historia entre un cielo de nubles de prados verdes y montañas.

Algo se rompió cuando llegué a Bayona. Sentí que algo se moría con un frío tal que más parecía que estaba apareciéndose un ectoplasma. El tren con destino Hendaya era de los clásicos. En ese momento fue cuando desperté del sueño. Debía regresar. El por qué es fácil. A diferencia del tren con origen Saint Jean Pied de Port, a diferencia del hotel, de la crepería y de casi todos los lugares por donde fui o anduve, este último tren estaba lleno de gente. En los anteriores lugares había estado casi completamente solo. De ahí, lo obvio de mi regreso. De repente sentí una mezcla entre miedo, resignación, tristeza y desencanto. No es que sintiera todo eso, sino que habría que inventar un sentimiento que reuniera todos esos ingredientes.

Cuando el teléfono móvil revivió al entrar a España por Hendaya, recibí dos mensajes, uno de mi amigo de Cartagena, el otro de mi hermana. Echaba en falta un mensaje de ella. Al principio me sentí triste, pensé en lo fácil que le había resultado obviarme y no decirme nada cuando una semana antes no podía pasar ni medio día sin contarme alguna cosa. Le pedí a mi razón que lo explicara y le pusiera coherencia a todo este asunto. Diez minutos más tarde, la tristeza dio paso a resignación y cierta sensación de pena. Pude seguir. Los planes una vez cambiaron y desistí de ir a Madrid para pasar en Bilbao una noche con mi amiga “Azul” que me estaría esperando con los brazos abiertos. Tuve que esperar dos eternas horas, creo que fue más llevadoras dos horas de dolor físico de pateo que dos horas esperando en los andenes de guaguas de Donosti. Hacía frío pero no tanto como para sentir aquella gélida sensación. Tenía la sensación de que el tiempo “invertido” (y no lo digo en términos económicos) pensando en ella o que el haber estado alejado no había supuesto nada para ella, que no me estaba echando de menos. Objetivamente sí, ¿cómo alguien me va a echar de menos sin apenas conocerme? Pero con el corazón y las palabras en el corazón, sí que pasamos tres semanas que hicieron que, al menos para mí, fuera importante. Al cerrar los ojos podía volver a verme en las montañas, caminando en solitario por aquellos prados, feliz por estar allí y feliz por tener en alguien en quien pensar, alguien que me motivase a pensar románticamente. Sin embargo, había algo que yo me resistía a creer pero que pensé. En realidad allá arriba estaba totalmente solo. Quizás mi hermana, o mi amigo de Cartagena pudieran estar muy pendientes de mí, pero en realidad estaba solo aunque pensara en ella y viera señales por todas partes…ella, no estuvo en cada paso. Y no lo estuvo, porque su corazón estaba con otro. Eso me dio pena y me bajó de la nube. Y tocaba Bilbao, de nuevo, con amiga “Azul”, en el final del viaje… (continuará)