Que hay horas, días incluso semanas en que me he sentido perdido. Sin
fuerzas. Que en esta vida he perdido muchas personas. Que sin ir más lejos, en
menos de un año he perdido a varios amigos porque ser exigente y darlo todo
tiene una doble vertiente y es el dolor que te causan cuando tú necesitas a
alguien y se olvidan de ti porque para cualquiera sus vidas son más importantes
que la tuya propia.
Ejemplo simplificado 1:
-Tío necesito ayuda y que me aconsejes a tomar una decisión porque no sé que hacer. Llámame.
-Ok. Te llamo
(Una hora de conversación)
-Tio de verdad, gracias, para mi eres Dios, no sé que haría sin ti
-Exagerado.
3 meses más tarde
-Hombre, si das señales de vida. Me alegro de que estés vivo
-Ya sabes que no soy de llamar o mandar mensajes.
-Ya, claro, pero no es justo y lo sabes.
-Tío qué quieres que haga?
-Que no me ignores, joder
-(...) Cuelga el teléfono
Que a mi edad me cuesta creer en la amistad porque hace
muchos años que nadie está cada día, cara a cara, que nadie me pregunta
sinceramente y a la cara cómo estoy, compartir vidas y desengranarnos. Hace
tanto que no se produce que ya no creo en la amistad. Mis amigos están lejos
siempre. Y yo necesito verdad, realidad, cara a cara, necesito una vida que no
se esconda tras palabras en un móvil o un mail.
Mis últimas grandes amistades han coincidido con mis parejas, donde el
“juego” era recíproco además de desinteresado. De ahí que vincule la verdadera
amistad al amor de pareja aunque sepa que en realidad se puede y debe ramificar
la amistad para no acabar ser co-dependiente de la otra persona, además de no
ser sano porque se pierde independencia. Y no pretendo eso tampoco. Creo que la
amistad simple es un juego de intereses en el que si no pides ayuda, es como si
todo estuviera bien, y al revés igual.
Me han contado historias de amistades duraderas, amistades verdaderas,
historias tan bonitas que siento envidia por no poder tener algo así. Por ser –y
lo reconozco- tan mal amigo. Con los años he ido reculando, he ido dando pero
también pasando ciertas facturas (cosa que detesto hacer, algo reprobable y que
confesarlo me cuesta) dependiendo de lo que das. No es amistad, es un juego
egoísta en el que esperas que la otra persona te conozca que sepa quién eres
y que te sepa querer. Yo actúo así.
Conozco a un amigo, si sé que no le gustan los abrazos, no se los doy, si no le
gusta lo que sea, no lo hago. Conozco a la persona para saber de qué manera
puedo dar de mi algo que le sirva como amistad. Pero al revés no sucede así. Lo
que más veces he escuchado es “lo siento, no te puedo ayudar”. Y yo creo que a
todos se puede ayudar, incluso con un abrazo o con una sonrisa o con algo que a
la otra persona que conoces le sirva para demostrarle que eres un amigo de
verdad. Pero sin embargo, creo que en teoría la verdadera amistad radicaría en
poder ser tu mismo y la otra persona sin esfuerzos de ningún tipo. Eso sería lo
ideal, pero en mi caso rara vez ha sido así porque… creo que si lo explicara
acabaría contando historias muy largas e infructuosas.
-¿Cómo?.... Vale. Lo entiendo. Perfecto.
(Cristales rotos e incredulidad)
Los detalles. Los pequeños detalles. Y los grandes también. Yo no
entiendo la vida sin los detalles. Y sorprendería a muchos saber cuánto me
enfado y me guardo los enfados por ver que faltan detalles. Que la
independencia está mal entendida. Somos seres individualizados y yo soy un
híbrido entre ‘solitario’ e individualizado. Lo primero me ha llevado a lo
segundo.
Debería decir que he roto por lo sano con muchas personas porque les
he hecho mucho daño. Demasiado. Admito mis errores y mis culpas. Unas las llevo
bien, otras las cargaré para siempre. Pero nunca he olvidado a ninguna amiga
importante que ya no está. Pero no se puede volver atrás en este sentido. Lo he
pasado tan mal por la pérdida de una amistad como de una pareja o un desamor.
Sin embargo, hay una fina línea entre la amistad y el amor. Lo que
haces por amistad pura, no lo haría por amor de pareja. En la segunda no llevo
la cuenta, en la primera la cuenta es relativa aunque algo en común. Llega un
momento en que si das y no recibes, te erosionas.
Con los amores es más complicado pero más sencillo. Si realmente estás
enamorado, aguantas, esperas, soportas y pese al desgaste, si eres alguien que
de verdad deseas a la otra persona, mides la erosión y lo que das cada día.
Pero entiendo que este ejercicio es complejo.
Yo echo de menos muchas cosas. Echo de menos sentarme en una terraza o
en un bar, tomar algo con música de fondo, hablar de cualquier tontería,
bromear con gente con complicidad y confianza, reír. Sacar al menos unos
minutos o una hora para lo que sea con tal de vivir algo con esa persona. Echo
de menos esa amistad en la que dejé de creer. Del amor de pareja echo de menos casi todo o todo lo que se
puede tener en una relación sana de pareja.
Y eso me ha asilvestrado, me ha moldeado como una persona que es
incapaz de imaginar que pueda tener la suerte de tener a alguien que me ame y
que pueda amar. Y creo que lo merezco, pero todo el mundo se empeña en
complicar cosas simples. Incluso hablando con mi amiga “Más Violeta” me decía
que “es un rollo el amor”, o mi amigo “teach” que decía que “el amor es un
trabe asqueroso”. Y yo no estoy de acuerdo. Creo en el amor, casi más que en la
amistad. Cuestión aparte es el de las etiquetas. Que alguien te diga que "eres poco sexual" o "que eres cuqui" o "tierno" si saber siquiera cómo podrías llegar en un círculo cercano es un algo...no sé. Igual yo abro las puertas de par en par (que no significa que sea lo mejor pero mal no me ha ido, aunque tengo experiencias divertidas). Aunque con franqueza, las puertas hace tiempo que se cerraron o al menos ahora se abrieron (Leer posts anteriores)
Decía alguien que el amor va y viene pero que las amistades son para siempre.
Mi vida es tan así, que ni mis amistades han sido para siempre –ni una-, y el
amor se va, pero rara vez vuelve. Llegan días en los que necesitas tanto, pero tanto el calor humano que
aunque haga calor sientes frío.Luchas por ti como luchas por el cariño pero en esta última lucha la batalla parece perdida de antemano. No me gusta decir esto pero son las sensaciones que tengo.
Una vez me dijeron que para abrirme a los demás, debía pedir ayuda.
Cuando lo hice, fue un espejismo. Al final nadie está. Y cuando digo esto,
incido en el cara a cara. Porque hastía, y mucho, la distancia. Tener amor a
distancia, amistad a distancia, tenerlo todo a distancia sin poder tocarlo
acaba por ser triste porque en esas noches o días en los que necesitas hablar,
o necesitas un roce, o una mirada, no la tienes y lo peor es que, en mi caso,
no sabes si algún día lo volvería a tener.
Y no, al escribir esto, no tengo un buen día. Son problemas irreales
fruto de un idealismo pueril disfrazado de adulto. La rabieta de un mal día o
puede que algo más, palabras que muchas veces no me atrevo a decir o escribir
por miedo a defraudar aún más, por miedo a confrontaciones o discusiones que no
quiero tener. No lo sé. Hoy, al menos, no sé sino esto que sale de dentro sin
pensar en demasía.