No me extraña que aún la eche de
menos. Escucho esas malditas y bellas canciones y me recuerdan a la orilla del
río Mistake. Al lado del caudaloso flujo de agua que atravesaba aquella
lóbrega, pretérita pero sublime ciudad, nos amamos con toda la pasión de la que
fuimos capaces. Aún recuerdo sus gritos vehementes, sus jadeos mientras la
penetraba y me esforzaba en darle todo el placer que mi cuerpo fuera capaz.
Vivía para escuchar aquellos gritos que me pedían “más, dame más”. El vicio era
hacerla feliz, la droga eran sus jadeos. Después de hacerlo expiraba un último
hálito, cerraba los ojos, me decía “te amo” y quedaba dormida apoyada en mi
pecho. Yo le acariciaba su larga cabellera morena mientras ella sonreía en
sueños. Otras veces la veía dormir en una suerte de la que ya carezco. Daba
igual nuestras ocupaciones, nuestros trabajos, lo complicado que fuera todo,
siempre sacábamos una hora o dos para dedicarlo a nosotros, a reírnos, a retozar
nuestras almas hasta que ella me pedía su última perversión y yo accedía para
hacerla feliz. Y lo lograba siempre y cada vez.
Más, todo se acabó y después de
más de cinco años sin poder levantar cabeza, sin haber vuelto a mirar a ninguna
otra mujer dormida, sin haber podido hacer feliz a otra mujer, sin haber
escuchado otros jadeos, sin haber podido ni querido penetrar a otro cuerpo y
otra ánima como la de aquella deidad, hoy, cumplido el sexto año del fin sigo
escuchando sus jadeos, sigo recordando todo lo pasado. Me fui de aquella
habitación a la vera del río Mistake, me mudé al otro lado de la kilométrica
ciudad para intentar olvidar todos los recuerdos de aquella parte del río, más
es imposible. Mi ancla, mi corazón, mi recuerdo, mi vida quedó varada en aquel
remanso de paz, en aquel vicio de sexo, lujuria, pasión, y amor incondicional
unidireccional, el mío, que aún revive, pese a los cambios, los vestigios de
aquel último amor.
Los amores importantes nunca se olvidan, siempre queda algo dentro: recuerdos, sensaciones... cosas que se reviven, que se despiertan.
ResponderEliminarCreo que siempre se tiene que recordar lo que nos hizo felices, lo que nos llenó y nos gustó, y mas si como el protagonista de tu historia no ha podido encontrar otro amor igual en tanto tiempo.
Bonito texto lleno de sensibilidad y pasión, me gusta.
;)