Hay quienes dicen que sería
imposible que lograra estar en este lugar un año o un invierno. No lo sé, pero
me gustan los retos. A veces le doy la razón, otras creo que sería perfecto
llegar al nivel de relajamiento tal que mi mente por fin se fundiera con las
luces, con los árboles, que se abrazara a lo más intrínseco de esta tierra
milenaria. En este lugar soy más palaciego que nunca, más, a veces ser
silvestre es positivo, de ahí que los contrastes sean menores porque actuar se
puede llevar a cabo gracias al tiempo que te dan para cambiarte de vestido.
En este lugar estoy semi aislado.
Me queda mucho aún por hacer, por estar y no por vivir, sino por comprender el
cómo, el por qué y el para qué de mi mismo. Aquí casi todos tienen su misión
hecha o la están haciendo y el que no está desolado por las lacras propias de
las grandes urbes. Yo sin embargo quiero lograr sacar provecho de todo lo que
los demás no logran. Quiero lograr cerrar los ojos y como he logrado por
primera vez en mucho tiempo, hacer la nada, el blanco. Recordar e hilvanar
recuerdos con proyectos de futuro imposibles como si estuviera esbozando una
vida imposible pero que se pudiera.
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