Mi vecina ayuda a capear el
sentido de soledad, logrando que la lucha enconada por caer en el pozo o en el
cielo de la soledad que tan enquistada está en mí. Más he logrado algo
importante: vivir con poco. No me hace falta mucha comida, no me hace falta
casi nada. Tengo el portátil que lo utilizo sólo para escuchar música y ver
alguna película, lo más valioso es, sin duda, mi libreta apaisada, los
bolígrafos, el mapa y los libros. Creo, sin lugar a dudas que se trata de los
principales valores que tengo aquí, sin soslayar, obviamente el valor total que
provoca la música, sin la que no podría estar aquí.
Esta casa se está cayendo. Cada
día hay una nueva grieta. Las arañas, lagartos y otros animales que nunca había
visto me sorprenden. Frente a mí ahora mismo hay una farola, la única que
alumbra en varias decenas de metros a la redonda. Gracias a la escasez de luz
es fácil observar las estrellas de noche.
He logrado desprenderme de las
horas. Ese ha sido sin lugar a dudas de los mejores regalos. Salvo para algunas
cosas puntuales, de normal mi día lo marca mi cuerpo y las ganas que tenga de
hacer algo o no. Como he venido a relajarme es raro que se me vea salir de mis
dominios. Empero, si hay algo que he conseguido es el haberme relajado
totalmente. Creo que se debe a que he hablado muy poco con las personas, ergo,
las personas fomentan mi nerviosismo, ergo, sí, soy misántropo. Esa misantropía
se une a la latente bipolaridad que aquí, desde luego se atenúa, se modera y
logra ser más humilde.
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