¿Podría vivir aquí largo tiempo?
Esto es tan pequeño, es tan contrario a lo que soy yo desde el punto de vista
social, de las relaciones con los demás, que no me extraña que muchos caigan en
la desesperación. Aún no he tenido una conversación digna con nadie. Tampoco la
he buscado porque basta sólo con decir alguna palabra “pedante” o “culta” que
suelo utilizar para que me tachen. No, no me preocupa en absoluto lo que digan
de mí. Por ese aspecto estaría muy tranquilo, pero la desesperación por no
poder enriquecerme de otras personas haría que mi soledad adquiriera una nueva
forma que igual sería digna de estudio por mi parte.
Recuerdo que mi abuelo paterno,
al morirse mi abuela se encerró en su casa y se dejó ir hasta que la muerte
llamó a su puerta. Vivió en una soledad despiadada. En esa circunstancia me
encuentro en este momento, con una persona que me admira por lo hecho y no
hecho, por lo hablado, escrito y escuchado, una sola persona que atisba a
entenderme. Una sola una persona está aquí conmigo: yo. Y siempre he
considerado esa compañía la mejor, pues ese “yo” está lleno de infinitos
universos que conforman y estructuran la Galaxia que he creado para poder vivir momentos
como estos.
Comenzó una semana en la que
acabé una parte de mis obras. Asistí a unas charlas interesantísimas en las que
fui el único que estuvo presente. Quiero decir que no fue, ni mucho menos, un
éxito de convocatoria. Paralelo a ello esa semana me quedé sin gas para poder
cocinar los alimentos. Estuve tres días viviendo al mínimo: agua y los pocos
enlatados que había. Ni me preocupé. Es así, lo juro. Mientras buscaba la mejor
solución adaptaba mi cuerpo a las circunstancias. No fue un problema, sólo una
anécdota como muchas otras en las que me veo involucrado.
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