Idiota, idiota. ¿Puedo ser más idiota? Sí, si llegara a vivir de nuevo probablemente batiría mi propio récord
de idiotez. Nada bueno puede salir de estas palabras. El amor es sencillo… Y
tanto. Basta con decir: “No me gustas, sólo como amigo”. Todas las puertas se
cierran y todo lo que has hecho, lo que has dado, lo que te has entregado,
todo, se ha ido para la basura. El amor es sencillo. Nada puedes hacer porque…
ya se cerró la puerta.
¿Cuántas veces me han rechazado a
lo largo de mi vida? ¿Veinte? ¿Treinta? ¿Un millón? Han sido tantas que ya no
me acuerdo. Habré muerto sentimentalmente tantas veces que el hastío es tan basto
como vanas son las recuperaciones que no compensan la pérdida de un amor cuando
lo das.Y yo no logro entender por qué el
amor es así. Para mí es lo más grande porque lo he visto, lo he vivido y yo
siempre he querido tener a alguien en quien depositar mi amor. Estas últimas
tres semanas, además, el desamor es algo que ha impregnado mi existencia.
Primero
a mi amigo ‘teach’, quien después de seis años de relación con su novia, todo se fue al garete. Mi amigo me dio la noticia y quedé en shock. El la quiere, y mucho
además. Por ella hizo cosas que denotan lo muchísimo que la quería. En serio,
ha hecho una barbaridad por ella. Y tal y como yo lo veo, subjetivamente, ella
es hoy gracias a mi amigo, quien se ha gastado y desgastado por ayudarla en
todos los aspectos. Ha sido su báculo en los peores momentos y la ha apoyado en
sus decisiones. Sin embargo… Rompieron. Mi amigo desde entonces lo ha intentado
todo pero no levanta cabeza. Es fuerte, lo sé, pero se nota que algo se ha
removido en su mundo, algo tan hondo, tan fuerte que aún no ha logrado
recolocarse ni ubicarse. Lo mejor de todo es que no está solo. Me da una pena
enorme. Fue un día de luto para mí porque lo tenía como algo ideal, como un
hombre bueno, que adoraba y se desvivía por su chica, a la cual ya veía como la
mujer de su vida. Pero no fue así. Ni lo será. Podría ser una historia más en
el mundo. Para mí es una triste historia de amor que llega a su fin por un montón
de razones que no puedo ni debo contar aquí, ya que no es mi historia.
La segunda historia corresponde a
mi amigo ‘armonicista’. Probablemente sea el caso más sangrante, el que más
pena me da. Se enamoró perdidamente de una chica que le bailó el agua. Ella le
hizo sentir cosas que nunca jamás había sentido. Llegó a viajar a Europa con
ella, a un país espectacular, a vivir una experiencia única con ella. Sin
embargo, al llegar al momento de la verdad… ella se fue con otro. Mi amigo
estaba en aquel país sólo por ella, para vivir el momento de llegar y decirle:
Te quiero. Se fundirían en un beso en el mejor marco posible y mi amigo ‘armonicista’
sería el hombre más feliz del universo. Fue un duro trauma para él. No llegó a
superarlo porque la chica en cuestión demostraba con hechos que algo podía
suceder. Pero era una de esas mujeres que se te meten hasta en los huesos y que
no logras secarte porque te empapan hasta el último de los sentidos. Mi amigo
lleva año y medio sin levantar cabeza. No sólo eso, sino que reniega del amor,
de las mujeres, se ha refugiado en cosas para superar algo que no sabe superar.
No es feliz, y yo sólo quiero empujarle a que de el gran salto fuera de esta
isla para que viva las experiencias y personas necesarias para que logre
superar eso y lo que sea. Hace poco volvió a recibir mensajes de ella y
reaccionó mal. Normal. Está en un despecho continuo. Aquella mala mujer sesgó
su lado más idealista y romántico. Lamento eso cada día. Cuando el amor muere,
es motivo de luto.
El tercer caso es el de mi amigo ‘el
del pelo más espectacular y hermoso que jamás y nunca he visto en persona’. Este
ha sido uno de los últimos shocks. Después de intuir que su relación iba viento
en popa, de haberlos “visto” como una cosa increíble, una pareja perfecta,
compenetrada, entendida me confesó en aquella biblioteca que su novia lo había
medio dejado. Me quedé helado. Mi amigo es un tío fuerte, al menos logra
aparentarlo. Creo que sólo mi amigo ‘teach’ ha sonreído más que mi amigo ‘el
del pelo más espectacular y hermoso que jamás y nunca he visto en persona’. Sin
embargo me confiesa que todo le recuerda a ella, que nunca había estado tan
colado por una chica, que no puede estar en casa porque todo le recuerda a
ella. Que ha llorado. Y sabiendo quién es, me choca un montón porque es un tío
tan… feliz. Yo no debo contar nada de su historia, lo que sé es que me encantaría
poder ayudarlo, siento impotencia porque sé que la quiere y quisiera poder
transmitirle buenas energías, hacerle reír, que se ría conmigo, en fin, todo
eso. Lo aprecio muchísimo y me encantaría poder volver a verlo en su salsa,
aunque sé que lo superará, es un tío fuerte pese a todos los avatares. Pero
también se merece ser feliz.
Por último el caso de mi amiga ‘palmera’.
Es el caso más corto de todos porque esto está calentito, calentito, tanto que
me enteré hace apenas dos horas. Acabó su relación de ya varios años con un
chico que no la quería realmente. Si la hubiera querido no hubiera dejado que
se escapara. Por primera vez en sus 27 años de vida mi amiga está llorando por
un chico, está dolida, triste, rabiosa porque ese chico no ha sabido
corresponder sus muchos esfuerzos. Ella tenía muchas esperanzas puestas en él,
sin embargo él no apostó tan fuerte como ella y ahora mi amiga ‘palmera’ está
en casa de una amiga llorando en compañía por alguien que no ha querido
quererla.
Bueno, mentí, el último caso es
el mío. El más simple. La ‘chica de inglés’ me ha dado calabazas. Nada nuevo bajo
el sol. Digo en broma que si las calabazas que me han dado fueran de verdad,
tendría tanta calabaza como para hacer la mansión de calabaza más grande del
mundo. Fuera de bromas, soy un fantasma, una sombra de mi mismo. He perdido la
seguridad en mi mismo, en encontrar un amor, en romper este maleficio que me
persigue.
Me siento mal pero en este
sentimiento me hallo como en casa. Lo he vivido tantas, tantas, tantísimas
veces, que el sentimiento de abandono, de soledad, de esos estados carenciales
ya es familiar. Tanto que ahora mismo estoy triste, pero es como quien recibe
un invitado cada noche a cenar. Es tal la costumbre, que ya se deja la puerta
abierta para que entre. Mañana será otro día. Largo. Solitario. Otro día de subida, de lucha contra el desánimo. Otro día en el que lucharé para no caer en el abismo de la tristeza, para que todos los sinsabores no impregnen todo. Mientras recuerdo muchas canciones, en una de ella, recuerdo esa frase que tanto me encanta "no tendrás quien avale esta ruina de amor". Porque eso es lo que ocurre, todos te dan frases recetadas como ungüento cuando lo que necesitas es una melodía, una caricia, una playa, un beso, enamorarte. Pero eso sólo aparece como un regalo puntual. En esta tormenta idiota de arena, en noches como esta, no sé si merece la pena resucitar. Treinta años de sinsabores, de errores, de bandazos, son muchos años. Y yo no quiero seguir esperando una caricia otros ocho, quince, veinte años. Como "Into the wild", las medias tintas no las quiero. Sólo el profundo y hondo respeto que siento hacia mi Licenciatura impide que mañana mismo coja el primer avión a ningún sitio y busque la aventura de mi vida escapando de la espera de un amor que no aparece. Esta noche no sólo tengo ganas llorar sino que voy a llorar. Ojalá pudiera volver a aquellas remotas montañas de Marruecos donde me sentí en libertad...Incoherencias idiotas en una noche cualquiera de una vida cualquiera.
Ojala no sintiera tantas cosas... ojalá
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