Son historias que suceden. Cuando
pasan los años aprendes a darle la mínima importancia, tal vez por haberlas
contado tantas veces, quizá porque ya hasta pierden fuerza con los años. No lo
sé. Lo curioso de esta historia es que es la reina de las casualidades. Si
hubiera un ejemplo de los caprichos del destino, ese ejemplo sería la chica A. Cuando
la conocí era bastante joven, hace ya casi diez años, que parece ya un mundo. Era
invierno, hacía frío y de repente apareció ella en aquella calle. Unas miradas
de soslayo, unos pasos juntos y al cabo de un rato ella se dirigió a mí. Es
curioso, siempre ha sido ella la que ha venido a mí. Sin embargo cuando la he
requerido, nunca ha estado. Nos conocimos, fue casi un flechazo. Ella dijo todo
lo que tenía que decir para encenderme. Pronto, muy pronto se puso los
pantalones que dominaba mi vida y en unos meses ya hablamos de matrimonio. Hipnotizado
por sus palabras, por sus hechos, por toda ella, me dejé llevar. Podría contar
miles y miles de detalles pero no servirían de nada. No entiendo aún como me
me perdí de esa forma. No la conocía, eso fue lo que pasó. El caso es que en muy poco
tiempo ya estábamos hablando de hijos, de boda, de irnos a vivir juntos… Lo de
la boda fue muy en serio. Llegué a mentalizarme de que ella sería la
definitiva. Estaba muy ilusionado. No lo ví venir. Estaba totalmente
planificado, el día, la hora, los invitados…todo. Y un día, sin más, desapareció.
Literalmente se fue. Abandonó la ciudad sin darme absolutamente ninguna
explicación, sumiéndome, de paso, en la más absoluta de las depresiones.
Un año más tarde me escribió una
carta explicándome el por qué. No la entendí, tampoco la perdoné. Pasaron al
menos dos años hasta que volvió a escribirme. Entonces comenzamos una especie
de amistad irreal. Yo lo que quería era retomar lo que habíamos dejado… y ella
también. Sin embargo volvió a desaparecer de mi vida. Desde aquel momento nuestros
contactos han sido muy contados. Ella siempre ha sido la que ha venido a mí, y
desde la última vez, yo siempre he sido el que la ha esquivado. Esta misma
semana, después de mucho tiempo ha vuelto a aparecer en persona. Desde hacía
casi diez años no la veía. Tiene novio. Su vida es feliz y dichosa, sin embargo
me pregunto por qué no me dejará en paz. Saber de ella duele porque me recuerda
a todas sus mentiras, a todo el daño que me hizo. Sus falsedades que yo no
merecí.
Hace años que no cuento esta
historia, y desde luego que mucho más que no la cuento con todo lujo de
detalle. Fue tan ultrajante, se llevó tanto de mí, que olvidarla ha sido de uno
de los ejercicios más complicados que ha tenido que hacer mi corazón. Aún con
todo, en el fondo, como con las dos o tres mujeres de las que realmente me he
enamorado en la vida, si algún día me dijera de volver, no lo dudaría porque…
porque así es el amor verdadero: ciego e infinito.
Me ha pasado tantas veces que por
ocurrir a menudo no deja de ser frustrante. Veo a una mujer que me llama la
atención. Proyecto mis aspiraciones en ella. La convierto en una falsa musa. La
llevo a mis sueños de alcoba, en mi concubina. Descubro algo sobre ella y ya
adquiero algo de ella, siendo yo tan voluble como falto de personalidad. A
finales de la pasada la volví a ver. Tan dura, con una personalidad
desbordante. Y yo, como esa clase de hombres cobardes, la miré y me volví sin
saber qué hacer ni qué decir. Ojala pudiera superar esta maldita timidez que
me acompaña durante tanto y tanto tiempo. Sé que nunca le hablaré, que nunca
pasará nada, pero encima ‘amigo armonicista’ la conoce y no me ayuda, y yo
tampoco sé pedirle ayuda. Maldita timidez. Yo te maldigo mil veces. Causa de
mil frustraciones sociales. A la mierda todo. Esta noche estoy muy enfadado
conmigo.
Puedo ser grosero, soez, altanero, muchas cosas malas. Puedo ser tan poco original que aburra. Puedo ser todo lo malo que un ser humano puede tener. Puedo ser odiado por todos o ser todo lo prescindible que se pueda. Puedo mandar a la mierda el sol y juntarme con la luna. Puedo hacer que este martes sea un nuevo día de la semana proveniente del mismo averno. Puedo hacer lo que yo quiera y nada bueno. Dará igual. Siempre me sentiré identificado con esta canción, con este sonido. Siempre he presumido de rebelde, de loco, de intempestivo, siempre presuntuoso pero ahora...¿Ahora? Adivínalo tú. Ojalá esta noche no acabase nunca, fuera eterna. Quiero parar el tiempo. ¿Por qué? Porque ahora, aquí, en este instante, está la nada, no hay nadie, pero existe una sutil y trivial ambivalencia de sentimientos...¿Pero hoy? Hoy el perverso gana.
“La mayor parte de las canciones
de amor están llenas de mentiras. No todas. Yo trato de ser honesto pero por lo
general se suele decir lo que ella quiere escuchar para seducirla o yo que se.
Claro, que ella no siempre está por la labor de creérselas. Eso es lo chungo,
claro. Pero, ¿Quién no ha mentido alguna vez, verdad?
Muchas despedidas están llenas de
promesas banas, yo estoy seguro de que en alguna de ellas vosotros habéis
mentido. Que sí, no pasa nada, estamos entre amigos, buen rollo. Quien no haya
mentido, quien esté libre de culpa que tire la primera piedra…pero que no tire
a dar. Sí, porque las despedidas tienen un protocolo que hace necesario mentir
para no sentirse culpable o responsable del fracaso que supone que el amor se
acabe.
¿Sabéis qué es lo peor del amor
cuando se acaba? Que se acaba. Y aún así nosotros intentamos eludir la culpa y
mentimos. Y seguimos mintiendo y somos capaces de ir más allá y decimos: ‘no te
preocupes, joder, si yo…yo estaré bien, yo lo que quiero, lo que siempre he
querido es que tú seas feliz, además, el tío con el que te vas es un tío de
puta madre’. Y bueno, tú y yo sabemos que no es cierto…es un pringao…Joder
macho, que no van a durar ni dos meses, y más con el carácter que tiene ella. Pero
aún así decimos que es un tío que te cagas o un buen hombre que también jode lo
suyo (…)
Y nos estaremos preguntando si la
llevará a los mismos sitios a los que te llevaba a ti. Si se dirán las mismas
mentiras. Si se enfadarán por las mismas cosas y si lo que es peor, si se
reconciliarán de la misma forma. Y te devanas los sesos preguntándote qué pasará,
qué ocurrirá… Pero ya está bien. Si ella se va, cultivemos el odio, declaremos
la guerra porque…no sé, quizá nos sintamos mejor, aunque yo creo que no, yo
creo que como todas las canciones de amor esta también está llena de mentiras. Y
cuando decimos ‘si ella se va…’ lo que queremos decir es que si te vas, pues que
no sea muy lejos ni por demasiado tiempo”.
Detesto estar a 40 ºC. El viento tan caliente que abrasa. Esta semana estoy de aires retros. Vivo en una paradoja tan increíblemente dañina que parece que por momentos podría producirse el big bang de mi vida (ojala). No me ha importado que me hayan quitado mi cuenta de Facebook. A fin de cuentas también me han robado decenas de cuentas de e-mail...y unas cuántas más, también me han robado el corazón...más importante esto último, dónde va a parar. Estoy realmente muy, muy, muy (x1000) agotado. Entre unos y otros me han absorbido todas las energias. Cuando te pones a dar sin calibrar o sin un baremo, ocurre que en demasía acabas cayéndote. Eso es lo que me ocurre.
Quedan exactamente dos semanas para el que es, probablemente, el examen más complicado de mi vida. Si todo saliera bien, supondría el PENÚLTIMO de mi carrera como estudiante en la Universidad. Y no es cualquier examen, me juego no una, ni dos, sino tres asignaturas. Si lo apruebo todo lo que he hecho desde septiembre habrá valido la pena. Es una asignatura anual consistente en tres partes. Para sacarla hay que aprobar los tres parciales. Yo ya tengo aprobado dos, ahora me queda el último. Si suspendo tendría que ir con todo a un examen final. Es decir, suspender esta materia supondría que todo lo que he hecho desde septiembre no habría valido la pena, ni el esfuerzo, ni las horas, días, semanas, meses de trabajo y estudio no habrán servido de nada. Si hoy fuera septiembre y hubiera tenido días y semanas de descanso, estaría con todas las ganas y fuerzas del mundo. En este momento literalmente me cuesta mantenerme de pie...sobre todo con estas olas de calor que me hacen agonizar.
Si me licencio, para ese día quiero aire, mucho aire fresco, nubes, muchas nubes -y si son grises, mejor-, unos 15 ºC estaría bien, y ya si llueve de forma torrencial sería PERFECTO. Pero como eso no ocurre en Canarias en junio...pues sea como sea que esté el tiempo será inolvidable.
Llevo desde el jueves sin parar de hacer trabajos, y más trabajos...y lo que me queda. Lo peor de todo es saber que si acabo, se acabará un ciclo, no tendré posibilidades de beca, ni de seguir estudiando y tal y como están las cosas, ni de trabajar. Ante un panorama tan desértico, lo único que me puede suponer un alivio es cumplir el objetivo...tarde, pero cumplido. Luego vendrán las divagaciones, las hostilidades anímicas y demás. Ahora hay que buscar la inercia de seguir por seguir, aunque sea sin fuerzas, hay que seguir...y como decía, esta semana escuchando canciones de hace 20, 30, 40 y 50 años que tanto bien me hacen. Esta canción que pongo sonó precisamente anoche...Me trae TANTÍIIIISIMOS recuerdos de mi infancia...de otra vida, otra diametralmente opuesta a la actual. Me hace querer volver a soñar, incluso me hace que quiera volver a creer en el amor...
En ese ejercicio de beber un vaso
medio lleno cada día, hoy he tenido que hacer grandes esfuerzos para ver tan sólo
agua. Pero el caso es que lo he visto, incluso he llegado a ver, en visiones,
un vaso rebosante de agua. Es sencillo optimismo. Es de noche cuando llegan las
sensaciones. Esta tarde fue diferente. Me sentí muy orgulloso de mi mismo en
una de esas banalidades que para mí suponen todo un hito. Y como algo
importante que fue, lo trato con orgullo. Caí no menos de veinte veces. Me
lastimé la rodilla derecha, el codo izquierdo, la cara en el asfalto que me
abrasó, los brazos doloridos, la boca hinchada… Hoy fue la metáfora perfecta de
los golpes del destino. En un momento dado me dije: “No me tirarás, no me
tumbarás, no caeré, no ahora, no hoy”. Sin embargo, pese a los muchos esfuerzos
el destino me dio una paliza. Pese a la sangre, al dolor, a las numerosísimas
caídas, lo intenté… pero el ocaso final no fue el que yo albergaba. Quizá, sólo
quizá, todo para mí se acabó y lo único que tengo es una fe tuerta –por aquello
del optimismo-.
El cuerpo roto, los brazos
pesados pero lo peor no es el dolor físico, sino el dolor de dentro, aquel que
nadie ve, el que nada puede sanar. De nuevo –y no van pocas veces precisamente-
me bofetearon. Quedé desnudo, desvestí mi alma y me ridiculizaron, me mandaron
directamente a un infierno QUE NO MEREZCO. Estos últimos días, cuan libro
abierto de par en par, he contado todo lo sucedido sin pelos en la lengua. Y
parece que ese peso, mi peso, ese que crea mi mundo, para el resto es apenas un
grano de arena. Siento que cada vez soy menos y menos. Puede que estos días
haya regalado todas mis fuerzas a diestro siniestro a todos aquellos que me pedían
fuerzas –que han sido unos cuantos- y yo, en un ejercicio de altruismo, regalé
lo poco que me quedaba de ánimos, de esperanzas.
Jugué a la ruleta rusa con el
escaso dinero que tenía y volví a perderlo todo, de nuevo estoy sin blanca, sin
nada bueno que dar. Será porque de nuevo esta noche, como tantas, me siento demasiado solo. Es curioso como ayer
me sentía en la cumbre y hoy creo estar de nuevo a la cola del mundo. Estos
vaivenes no son nada buenos. ¿Qué necesitaría? Un abrazo, una mirada, comprensión,
saber que aunque sea un bicho raro, en realidad hay alguien tan raro como yo…y
compartir nuestros granos de arena para ser playa, enjuagados en olas,
revueltos por el azar del viento.
Lo que quiero son días
desordenados y desbordantes como ayer, lo que me sobran son días de silencios,
en los que quedo en evidencia sólo por no haber “follado” cincuenta veces con
25 personas. En los que me siento más tonto que nadie, en el que mi
inteligencia es apenas un cigoto. Me gustaría poder entender, comprender este
sinsentido. De nuevo el tiempo se me escapó de las manos. Hoy me dieron una
paliza, la sangré física y metafórica manaron. Pero no pienso parar. Prefiero
mil huesos rotos, que esperar a que alguien venga a mi casa a partirme la cara.
Más, ¿Seré tan valiente como para continuar con esa vacua lucha? Quiero serlo.
Quisiera dar marcha atrás…sí, ya
sé que no conviene, que no se puede, que es absurdo…pero se me escapa el
tiempo, se me escapan los conocimientos, se me escapan las ideas, me roban los
sentimientos. Mañana será otro día que no entienda, otro día en el que sentiré
cosas ambivalentes, antagónicas. Ayer no quería subir demasiado alto, pero la
felicidad es algo a lo que te acostumbras cuando lo saboreas bien y a menudo. Y
mi felicidad es estar acompañado, es sentirme querido, apreciado, poder
mostrarme tal y como soy, poder querer, amar sin medidas, sin cortapisas, es
poder equivocarme, pedir perdón y ser perdonado…son muchas cosas demasiado extensas
para poder explicarlas.
Quiero sentirme bien cada día.
Quiero no sentirme tan sólo y abandonado cuando no me siento bien. Quiero
sentir que aún queda una oportunidad. Será que esta noche tengo muchas ganas de
un cuerpo que no existe, de unos recuerdos perdidos, de hacer algo extremo, de
que mis palabras narradas no acaben como hoy, en un saco tan roto y hondo, que
sea absolutamente insondable.
Lo que tengo ganas es de
arrancarle la ropa de nuevo, una vez más, mientras nuestros labios se besan
eternamente, que su boca muerda mis labios, que su respiración palpite al son
de su corazón. Tengo ganas de que esta pasión inagotable, desbordante,
desperdiciada en vanos oficios sea entregada a su dueña, no a cualquiera, sino
a la merecedora. Quiero volver a hacer el amor cuatro veces al día, cada día,
todas las semanas, que despertar sea una fiesta en la que las invitadas sean
las sábanas, que el único calor sea el de nuestros cuerpos. Quiero que sus besos vuelvan a curar todas las
heridas. Quiero poder acariciar cada milímetro de su cuerpo con mi lengua,
quiero que se encienda una hoguera que sea visible en el otro extremo del
universo…que no se apague ni cuando nuestros cuerpos mueran. Quiero volver a
escuchar su voz leyendo ‘El Principito’, dominar de mentira su vida cuando en
verdad, es ella la dueña. Quiero volver a ensañarme con su cuerpo
mientras me grita “quiero más, dame más”. Nunca tuve suficiente, nunca fue
demasiado tiempo para esperarla, nunca existió el ‘te olvidaré’. Fue la mujer
que más me ha marcado, la que me convirtió en lo que soy hoy, la que me atrapó,
la que me hizo reo de su sexo, de su cuerpo, de sus pechos. Ella es la culpable
de que ninguna mujer sea lo suficientemente buena como para superarla. Ella es
la culpable de que mi vida sea sin ella porque ella ya no existe. Creo que no
existe un día sin que lamente que feneciera. Ojala pudiera volver a aquel
septiembre de 2009…Ojala nada hubiera muerto, ojala nunca hubiera sucedido
aquel accidente. Ojala cada canción no me recordara a ella. Ojala pudiera
extirpar este sentimiento de mi corazón, ojala pudiera apagar este deseo que me
mata y que nunca jamás volverá a ser saciado porque sólo hay un cuerpo, unos
pechos, sólo hubo una mujer que supo morder mis labios, sólo hubo alguien a
quien podía decir que era el sol que daba calor a mi vida. Sólo hubo una mujer
que me hacía perder la cabeza y al mismo tiempo obrar con corazón y razón. Ella
era conmigo, era sin mí y viceversa. Pero murió…más, en mí quedó...
Quedó el orgullo de querer
superarlo, el orgullo de seguir adelante, de no estar encerrado, drogado, alcoholizado, de
estar enfermo de amor hasta seguirla. Quedó el orgullo de poder volver a sonreír,
de vivir días como el de ayer, como el del lunes, el del sábado, el de tantos
otros. El orgullo de querer encontrar sus ojos en otros ojos, de que me miren
como me miraba ella, de que me besen como me besaba ella. Pero nada ocurre así.
Nada es nunca como uno quiere. Las palabras caen por un precipicio y ya nadie
las recoge. Ya no hay paracaídas.
Supongo que es el agotamiento de
pasarme más de 24 horas sin dormir, de no parar, del sufrimiento, de las caídas,
de la sangre, de un cuerpo roto de dolor. Yo sólo quiero poder querer y que me
quieran como yo deseo que lo hagan…como ella lo hizo. No…aún no la he podido
olvidar, y nunca, nunca jamás la olvidaré. Ojala algún día pueda borrarla…porque
entonces significará que habré dejado de vivir, sentimentalmente hablando, en
la más absoluta de las MENTIRAS.
Lo bueno de todo esto, es que
después de mucho, muchísimo tiempo, me he vuelto a congraciar con las letras,
con las palabras, que los pensamientos se convierten en hojas y hojas que
escribir, que de nuevo puedo VIVIR…porque no existe la vida para mí si no puedo
escribir verdadero o falso, mucho o poco, razón o sinrazón.
¿Una conclusión? Pese a todo,
sigo identificándome con aquella frase de Barney Gumble, el alcohólico de Los
Simpsons cuando hizo un corto: “No lloréis por mí, ya estoy muerto”… y bueno,
no estoy muerto, pero sí que una parte de mí, una parte que está en el fondo de
tu ser y con la que rara vez hablas con alguien, está comenzando a morir. Porque
esta noche, como ocultamente cada noche, quisiera poder revivir la vez que nos
vimos en Madrid y nos comimos a besos. Me dio la mejor experiencia de mi vida. Y
eso no hay nada –ni todas las palizas que me den-, ni nadie –ninguna mujer o ‘chica
de inglés’- que lo pueda superar…aunque mis ojos optimistas quieran ver en cada
persona, en cada experiencia, algo único e irrepetible. La verdad, la triste
verdad es que tres años después, no la he olvidado y aún sueño con que dormimos
cada noche abrazados y despertamos cada mañana haciendo el amor para desayunar.
A veces siento que esta vida mía sólo
es inflada por mí. Y que lejos de mis idiosincrasias, no es valorada…no
es querida. Hoy, si tuviera fuerzas, gritaría, volvería a aquel cementerio para
ser enterrado con ella. Hoy quiero ser nube, soñar, divagar…ser una tempestad
de arena.
Hay veces que me cuesta creer lo que está sucediendo. Eso me
ha pasado hoy. Estaba con amigo ‘armonicista’, amigo ‘el del pelo más
espectacular y hermoso que jamás y nunca he visto en persona’, amiga ‘bella’ y
algunos invitados más. De fondo un hilo musical maravilloso, excelso.
Sobrecogido, ante un día de agasajos, bromas y cientos y cientos de palabras
que no cayeron en saco roto, pensé que era un sueño estar rodeado de esas
personas y, además de todo, sentir incluso que podría ser apreciado por ellos
aunque fuera mínimamente. Esta noche me va a costar dormir porque no sólo lo
que ha sucedido estos últimos días, lo sucedido ayer en teatro, lo sucedido hoy
y lo que ojala ocurra lo que resta de semana hace que sienta, por momentos, que
despegue del suelo y vuele. Esta noche no me lo podía creer, hubiese dado parte
de mi vida porque aquel momento se parase el tiempo y continuase teniendo
conversaciones totales, bromas, miradas cómplices. Hay días que querría que no
acabasen nunca, nunca jamás. El tiempo debería detenerse, volver a sentirse uno
un poco pueril. Y dentro de unas horas, quizá, si el destino se porta bien…veremos,
seamos prudentes. Lo que realmente quiero es sentirme apreciado, querido,
valorado sentimental e intelectualmente. Está siendo un final de año precioso. Ojala
nada suceda que lo pueda estropear. Llevo desde el viernes viviendo un sueño
desde que cogí fueras de flaqueza, desde que amigo ‘teach’ me sacó de casa para
luego aparecer en el pueblo de mi amigo ‘el sabio’, luego las clases de teatro
que fueron algo espectacular, inefable…obviamente, sin palabras.
Y no es que esté haciendo de esto una burbuja. No. Es que
vivo con pasión los buenos momentos, porque espero coger fuerzas y energías
para cuando las cosas salgan mal, poder equilibrar la balanza y no caer en
demasía. Lo que más me gusta de mi mismo es la forma de vivir lo bueno, con
pasión, con una alegría a veces desbordante que provoca que los que me vean
piensen que tengo mucha menos edad de la que realmente tengo porque no temo al
que dirán. Hay veces en la que ser yo es una suerte. Hay veces que todos los
avatares, todo lo vivido, merece la pena por días como el del sábado, como el
de ayer, como el de hoy.
Hoy, de una forma en la que no sabría explicar con palabras,
he tocado a las puertas del cielo… ayyyy, si contase exactamente cada pequeño
detalle, si tuviera tiempo para explicar los cómo, los cuándo, los por qué…
Ella le dijo un “no” rotundo. No sólo eso, se enteró de que
sus sentimientos iban por otros caminos, estaban pendientes de otro hombre. Cuan
idiota fue. No obstante no todo se rompió. Ella seguía buscándole. El tenía un
grado de madurez, de naturalidad, de sosiego que ella no tenía porque se
ahogaba enseguida. Aunque él, en un primer momento pensó en que todo se acabaría,
no pudo. Fue de esta forma como comenzaron a salir, ella comenzó a hablarle con
el corazón, a contarle los problemas de su vida. No sucedió enseguida, no
sucedió siempre. El caso es que ella sólo veía en él un amigo. Él permanecía
impertérrito, como un témpano de hielo, haciendo en vedad tripas el corazón
porque lo único que quería era brindarle a ella un grado de satisfacción tal,
que pudiera ser feliz. Y lo consiguió. Ella estaba con otro hombre mientras él
suspiró años y años por ella. Nunca ocultó sus sentimientos, pero para él lo
primero era darle a ella la tranquilidad que nadie le daba. Ella nunca vio que él
podría ser el hombre de su vida, era demasiado obtusa. Pero él, como ya he
contado en varias ocasiones, sólo vivía para que ella fuera feliz. Y así pasó
muchos años, mendigando su compañía, con el único regalo de su sonrisa, con el
corazón eternamente partido porque sus besos, sus caricias, sus palabras de
amor eran siempre para otro, mientras que él se tenía que conformar con ser el
hombre invisible. Así fue como se forjó un amor imposible que aún hoy perdura.
¿Queréis
saber cuál es el final? No hay final feliz. Porque las historias de amor no
siempre acaban bien, porque lo de la media naranja no es cierto. Hay veces en
las que el amor hacia otra persona es unidireccional. Y cuando es verdadero,
una vez en la vida, nunca sana, nunca se olvida.
Estas historias tristes las he visto y vivido más de lo que
hubiese deseado, más que las historias de finales felices. Y curiosamente
siempre ha sido el hombre el que ha tenido que esperar, el que ha sufrido, la
mujer inconsciente o incapaz de amar. Se rompe así el molde salvo por un
secreto: el hombre rebelde, el hombre aparentemente duro, impasible, tan sólo
lo es porque intenta protegerse del insondable dolor que provoca el amar y no
ser correspondido.
Amo esta canción. Amo la perfecta imperfección de las personas que amo.
En realidad no ha pasado nada
estos días aunque tengo una cierta capacidad para ver luz cuando ni tan
siquiera es de día. Desde el jueves hasta esta misma noche no ha pasado nada,
pero he querido ver que sí pasaban cosas.
El jueves me enteré de que la ‘chica
de inglés’ no volvería a ser tal, que no volvería a verla, que como otras, salía
de mi vida sin previo aviso. Se acabó cualquier tipo de historia. Ese mismo
jueves estuve hasta las cuatro de la madrugada cogiendo fuerzas, tuve una cita
conmigo. Me dije que ya estaba bien de seguir viviendo de rentas, de quejarme
de lo sumamente agotado que estoy. Que eso no vale de nada y que yo no soy de
los que bajan los brazos completamente. Pensado esto, comencé de hacer el
primero de los numerosísimos trabajos que tengo que entregar en menos de tres
semanas. No contento con ello, el viernes me levanté tempranísimo y me pasé
quince horas casi ininterrumpidas haciendo uno de los trabajos que logré
acabar. Acabé sobre las tres o cuatro de la madrugada. Nada más despertarme me
fui a una mini almuerzo en el monte con mi amigo ‘teach’ y su colega el Barney
Stinson alemán. Allí estuvimos haciendo planes... Que si me licencio me hago mi
primer tatuaje (un hito, no sólo por mi mentalidad sino por mi fobia y escaso
umbral del dolor cuando de agujas se trata), que si me pongo una o dos argollas
más, que si me dejo la barba, que si… bueno, en fin, no voy a desvelarlo todo.
Por
la tarde me fui a ver a mi amigo ‘El sabio’. En el pueblo de mi amigo ‘El sabio’
me encontré a mi amigo ‘armonicista’ tocando en la calle. Fue una tarde genial,
como siempre que la paso con mi amigo ‘El sabio’ porque la sintonía entre ambos
es total. AL final acabamos en un pub irlandés escuchando a ‘armonicista’
en el escenario. Muchas cosas hablé este fin de semana. Sobre todo cogí muchas
fuerzas el sábado que, pese a estar muy agotado por los trabajos, estuve a
gusto y relajado con mis amigos. Cuando llegué me puse a hacer otro de los
trabajos y hoy domingo continué con otros dos trabajos sin descanso. Soy de los
que cuando coge carrerilla no descansa.
Y a partir de mañana se avecina
una semana bonita. Mañana vuelvo a subirme a un escenario a hacer teatro. El
martes otro concierto de ‘armonicista’, ese mismo día comenzaré a correr para
bajar la barriga –o como yo la llamo, mi pequeño embarazo de cinco meses-. El
miércoles ayudaré a ‘armonicista’ con un trabajo suyo y el resto de la semana
no sé como se dará, pero quiero tener ganas y quiero ir pasito a pasito pero dando
lo que debo dar.
Ha sido fundamental el volver a
coger fuerzas tras el palo de la ‘chica de inglés’, el hacer los primeros
trabajos kilométricos y sobre todo ver a ‘El sabio’, ‘armonicista’ y ‘teach’. Estoy
super tranquilo. Seguiré cuan hormiguita… y a esperar un fin de mayo. Anoche al
volver a casa volví a escuchar esta canción pegadiza y divertida.
Otra noche de luto. De luto en luto. Noche caída, desperdiciada. Vacía. Sin importancia. No tengo ni fuerzas de esbozar un pensamiento. Las palabras se van secando. Este río, es wadi. Llegarán las sequías. Detesto estar así. ODIO estar así. Quiero vivir umbrófilamente hasta el ocaso del 'taciturnismo'.
Se me puso flaco el mundo
Y mi lamento cayó en coma
Y mi fe se hacia bosta
Y cambié de religión
Y la causa de mi ausente fue tu ausencia
Y mi cargo de conciencia no me deja respirar
Y a mi la gente me pregunta…
Que es de la mujer aquella y digo:
Nada..nada..nada..nada..nada..na na
Nada..nada..nada..nada..nada..nada
Nada..nada..nada..na na
Nada..nada..nada..nada..nada..
Yo era el dueño de la nada
Y no supe ni por qué..ay ay
Semejantes y lejanos
Fuimos costumbre ya era en vano
Y la salida de los sábados
Ya se hacía un funeral
La costumbre de brindar por los amores
Y pensar en el futuro
Era un tema a no tratar
Y ya el beso era obligado.
Idiota, idiota. ¿Puedo ser más idiota? Sí, si llegara a vivir de nuevo probablemente batiría mi propio récord
de idiotez. Nada bueno puede salir de estas palabras. El amor es sencillo… Y
tanto. Basta con decir: “No me gustas, sólo como amigo”. Todas las puertas se
cierran y todo lo que has hecho, lo que has dado, lo que te has entregado,
todo, se ha ido para la basura. El amor es sencillo. Nada puedes hacer porque…
ya se cerró la puerta.
¿Cuántas veces me han rechazado a
lo largo de mi vida? ¿Veinte? ¿Treinta? ¿Un millón? Han sido tantas que ya no
me acuerdo. Habré muerto sentimentalmente tantas veces que el hastío es tan basto
como vanas son las recuperaciones que no compensan la pérdida de un amor cuando
lo das.Y yo no logro entender por qué el
amor es así. Para mí es lo más grande porque lo he visto, lo he vivido y yo
siempre he querido tener a alguien en quien depositar mi amor. Estas últimas
tres semanas, además, el desamor es algo que ha impregnado mi existencia.
Primero
a mi amigo ‘teach’, quien después de seis años de relación con su novia, todo se fue al garete. Mi amigo me dio la noticia y quedé en shock. El la quiere, y mucho
además. Por ella hizo cosas que denotan lo muchísimo que la quería. En serio,
ha hecho una barbaridad por ella. Y tal y como yo lo veo, subjetivamente, ella
es hoy gracias a mi amigo, quien se ha gastado y desgastado por ayudarla en
todos los aspectos. Ha sido su báculo en los peores momentos y la ha apoyado en
sus decisiones. Sin embargo… Rompieron. Mi amigo desde entonces lo ha intentado
todo pero no levanta cabeza. Es fuerte, lo sé, pero se nota que algo se ha
removido en su mundo, algo tan hondo, tan fuerte que aún no ha logrado
recolocarse ni ubicarse. Lo mejor de todo es que no está solo. Me da una pena
enorme. Fue un día de luto para mí porque lo tenía como algo ideal, como un
hombre bueno, que adoraba y se desvivía por su chica, a la cual ya veía como la
mujer de su vida. Pero no fue así. Ni lo será. Podría ser una historia más en
el mundo. Para mí es una triste historia de amor que llega a su fin por un montón
de razones que no puedo ni debo contar aquí, ya que no es mi historia.
La segunda historia corresponde a
mi amigo ‘armonicista’. Probablemente sea el caso más sangrante, el que más
pena me da. Se enamoró perdidamente de una chica que le bailó el agua. Ella le
hizo sentir cosas que nunca jamás había sentido. Llegó a viajar a Europa con
ella, a un país espectacular, a vivir una experiencia única con ella. Sin
embargo, al llegar al momento de la verdad… ella se fue con otro. Mi amigo
estaba en aquel país sólo por ella, para vivir el momento de llegar y decirle:
Te quiero. Se fundirían en un beso en el mejor marco posible y mi amigo ‘armonicista’
sería el hombre más feliz del universo. Fue un duro trauma para él. No llegó a
superarlo porque la chica en cuestión demostraba con hechos que algo podía
suceder. Pero era una de esas mujeres que se te meten hasta en los huesos y que
no logras secarte porque te empapan hasta el último de los sentidos. Mi amigo
lleva año y medio sin levantar cabeza. No sólo eso, sino que reniega del amor,
de las mujeres, se ha refugiado en cosas para superar algo que no sabe superar.
No es feliz, y yo sólo quiero empujarle a que de el gran salto fuera de esta
isla para que viva las experiencias y personas necesarias para que logre
superar eso y lo que sea. Hace poco volvió a recibir mensajes de ella y
reaccionó mal. Normal. Está en un despecho continuo. Aquella mala mujer sesgó
su lado más idealista y romántico. Lamento eso cada día. Cuando el amor muere,
es motivo de luto.
El tercer caso es el de mi amigo ‘el
del pelo más espectacular y hermoso que jamás y nunca he visto en persona’. Este
ha sido uno de los últimos shocks. Después de intuir que su relación iba viento
en popa, de haberlos “visto” como una cosa increíble, una pareja perfecta,
compenetrada, entendida me confesó en aquella biblioteca que su novia lo había
medio dejado. Me quedé helado. Mi amigo es un tío fuerte, al menos logra
aparentarlo. Creo que sólo mi amigo ‘teach’ ha sonreído más que mi amigo ‘el
del pelo más espectacular y hermoso que jamás y nunca he visto en persona’. Sin
embargo me confiesa que todo le recuerda a ella, que nunca había estado tan
colado por una chica, que no puede estar en casa porque todo le recuerda a
ella. Que ha llorado. Y sabiendo quién es, me choca un montón porque es un tío
tan… feliz. Yo no debo contar nada de su historia, lo que sé es que me encantaría
poder ayudarlo, siento impotencia porque sé que la quiere y quisiera poder
transmitirle buenas energías, hacerle reír, que se ría conmigo, en fin, todo
eso. Lo aprecio muchísimo y me encantaría poder volver a verlo en su salsa,
aunque sé que lo superará, es un tío fuerte pese a todos los avatares. Pero
también se merece ser feliz.
Por último el caso de mi amiga ‘palmera’.
Es el caso más corto de todos porque esto está calentito, calentito, tanto que
me enteré hace apenas dos horas. Acabó su relación de ya varios años con un
chico que no la quería realmente. Si la hubiera querido no hubiera dejado que
se escapara. Por primera vez en sus 27 años de vida mi amiga está llorando por
un chico, está dolida, triste, rabiosa porque ese chico no ha sabido
corresponder sus muchos esfuerzos. Ella tenía muchas esperanzas puestas en él,
sin embargo él no apostó tan fuerte como ella y ahora mi amiga ‘palmera’ está
en casa de una amiga llorando en compañía por alguien que no ha querido
quererla.
Bueno, mentí, el último caso es
el mío. El más simple. La ‘chica de inglés’ me ha dado calabazas. Nada nuevo bajo
el sol. Digo en broma que si las calabazas que me han dado fueran de verdad,
tendría tanta calabaza como para hacer la mansión de calabaza más grande del
mundo. Fuera de bromas, soy un fantasma, una sombra de mi mismo. He perdido la
seguridad en mi mismo, en encontrar un amor, en romper este maleficio que me
persigue.
Me siento mal pero en este
sentimiento me hallo como en casa. Lo he vivido tantas, tantas, tantísimas
veces, que el sentimiento de abandono, de soledad, de esos estados carenciales
ya es familiar. Tanto que ahora mismo estoy triste, pero es como quien recibe
un invitado cada noche a cenar. Es tal la costumbre, que ya se deja la puerta
abierta para que entre. Mañana será otro día. Largo. Solitario. Otro día de subida, de lucha contra el desánimo. Otro día en el que lucharé para no caer en el abismo de la tristeza, para que todos los sinsabores no impregnen todo. Mientras recuerdo muchas canciones, en una de ella, recuerdo esa frase que tanto me encanta "no tendrás quien avale esta ruina de amor". Porque eso es lo que ocurre, todos te dan frases recetadas como ungüento cuando lo que necesitas es una melodía, una caricia, una playa, un beso, enamorarte. Pero eso sólo aparece como un regalo puntual. En esta tormenta idiota de arena, en noches como esta, no sé si merece la pena resucitar. Treinta años de sinsabores, de errores, de bandazos, son muchos años. Y yo no quiero seguir esperando una caricia otros ocho, quince, veinte años. Como "Into the wild", las medias tintas no las quiero. Sólo el profundo y hondo respeto que siento hacia mi Licenciatura impide que mañana mismo coja el primer avión a ningún sitio y busque la aventura de mi vida escapando de la espera de un amor que no aparece. Esta noche no sólo tengo ganas llorar sino que voy a llorar. Ojalá pudiera volver a aquellas remotas montañas de Marruecos donde me sentí en libertad...Incoherencias idiotas en una noche cualquiera de una vida cualquiera.
La evolución dinámica de lo que
mi amigo ‘armonicista’ llamaría la hermenéutica del cortejo. Sí, sí. El caso es
que estaba hablando el otro día con mi amiga ‘la entrañable’ y le dije sobre la
chica de inglés: “Si antes del jueves le vuelvo a mandar un mensaje de motu
propio, os lo digo y os doy permiso para que me deis un cachete”. Y soy hombre
de palabra, lo diría si fuera el caso. Pues bien, ese mismo día la chica de
inglés me mandó unos pocos wasapeos. Yo, fuerte. Digno. Después de haberme
mandado por ahí y haberme sentido un segundón o tercerón en su vida, no iba a
bailarle el agua. Pues bien, en el día de hoy volvió con nuevos bríos a
wasapearme mientras estaba en clase. No le contesté. ¡¡Estaba en clase!! A
esperar, ¿no? Va, venga, le mando la respuesta pero haciéndome el interesante: “Espera
un moment, plis” –literal-. Tenía tutoría con un profesor y demás, mientras más
tardase, más interesante me haría. Que espere, así sabe lo que tuve que pasar
yo. Bueno, va, le contesto como dios manda. Me precisa, como no, para ayudarla
a estudiar.
- ¿El domingo me lo reservas para
mí? –me dice ella.
- Sí, claro, pero mejor esperamos
al sábado para confirmar, que el domingo queda lejos.
Le pongo más interés. Ella se
demuestra feliz y tranquila. Normal, imagino, prefirió salir al cine con un
amigo que quedar conmigo que hacía más de una semana que no me veía. ¿Total? Sólo
soy el chico de inglés…
Le digo que me hace falta un poco
de ocio. Me dice que el fin de semana saldrá de fiesta.
- Sí, algo de eso me dijiste el
otro día – le contesté yo-.
Acto, seguido, en un movimiento
que ni el propio amigo ‘armonicista’ prevería, le digo:
- Lo siento, tengo que dejarte
que tengo que hacer un trabajo.
- Ah, vale, pero mándame algún
mensaje que me tienes abandonada. No me olvides.
Vale, es ahora cuando la hermenéutica
del cortejo pierde absolutamente todo su significado. Porque, ¿alguien me puede
explicar qué lecciones me perdí en el colegio de entender el cortejo? Yo hice
lo que tenía que hacer, es decir, no insistir, no tocar la puerta y sobre todo:
ser digno, que yo no estoy de rebajas. Y ahora resulta que…
Bueno, veremos si tiene arrestos
de decirme de salir de noche este fin de semana, cosa complicada, por cierto,
ya que si sale el fin de semana, digamos el sábado, ¿cómo quedará conmigo el
domingo para estudiar? ¿O lo hará con sueño? Una opción bonita… noooo, no la
diré.
A la mierda la hermenéutica del
cortejo. No tiene ningún sentido este comportamiento. El mío sí, desde luego,
el de ella, no… a no ser que se quiera aprovechar de mí. ¿Y yo quiero que se
aproveche de mí? No sé si estoy diciendo esto en serio o lo de esta tarde me ha
pasado factura.
¿Y qué ha pasado esta tarde? Un absurdo....
PD: Aunque le mandé mensajes a la chica de inglés, no fue de motu propio, fue ella, así que he cumplido y seguiré cumpliendo hasta el jueves. Si ella no mueve, yo tampoco.
PD: Preciosa canción. A ver si os enteráis todos...TODO EL UNIVERSO: El amor... es simple