Preludio al amor de tu vida

Mi amigo 'El Sabio' una vez me dejó caer que sabe que su destino era intentar hacer feliz a los demás, dar de él mismo para que los demás se sintieran mejor aunque él no se sintiera así. Una especie de altruismo hacia el hombre. Cuando le conté algunas de mis historias de amor el me dijo algo parecido a eso mismo. El extracto concreto de la conversación no la recuerdo pero sí la idea. La idea era que uno a veces no se da cuenta de cuál es su destino hasta que no sucede algo que abre los ojos. Y es difícil la apertura de la visión hacia la realidad de las cosas, casi tan duro como la aceptación de ello mismo.
Hace algo más de una semana hablaba sobre ello con tono de resignación al recordar las mujeres que en algún momento de mi vida sintieron algo por mí de una forma más o menos seria. No han sido muchas en mi edad adulta, en total cuatro, aunque habría que ser bastante cartesiano para recrear gráficamente el tiempo durante el cual estuvieron sintiendo algo por mi con el mismo sentimiento pero no voy a pecar de cerrado. El caso es que hay una levmotiv en esas cuatro mujeres. De alguna manera todas ellas han acabado de la misma forma. Yo lo que trataba de explicar es que yo había aparecido en sus vidas no para tener una relación duradera sino como precedente antes de hacer realidad sus deseos y sus sueños sentimentales...pero no conmigo. Es decir, yo soy el prólogo a sus más verdaderas historias de amor. En cierta forma soy su amuleto de la suerte. Sentir algo por mí es sinónimo de que muy pronto o en un cierto tiempo lograrán una vida sentimental compuesta...y sin mí. Evidentemente se trata de mujeres en las que ha habido correspondencia sentimental (ambos hemos sentido lo mismo hasta que se acabó).
El primer caso es el más lejano. Tras la relación que mantuvimos ella conoció a otro hombre. Sólo uno después de mí. Y él logró hacerla feliz, hacerla sentir como debía. Actualmente están casados y en esperas de hijos.
El segundo caso es lejano literalmente. Tras una relación extraña conmigo, justo después de mí conocí al padre de su hijo. Se aman, se quieren y son super felices.
La tercera fue una historia dura. Después de muchos fuegos artificiales mi aterrizaje en su corazón le sirvió para conocer tras de mí al hombre de su vida, con el que vive hoy día y con perspectivas matrimoniales.
El último de los casos es similar. Después de mí y de algunas curvas y demás, muy poco tiempo después encontró a su media manzana con el que actualmente vive y es muy, muy feliz.
Pues sí chicas, sentir algo por mí es sinónimo de que no acabaréis conmigo, sino que pronto, muy pronto se os compondrá la vida. Chascarridos estos aparte y dejando de lado bromas, es un asunto al que no le doy muchas más vueltas. Hace poco alguien comenzó a sentir algo por mi. Esa extraña ley de Murphy, o esa fuerza extrínseca se hizo más poderosa que nunca y la suerte a su vida llegó con el hombre que la ha hecho sentir cosas y que hoy día es algo así como su futuro "chico". Aún no lo son, pero yo no tengo dudas de que lo serán porque todo apunta a ello y porque si sintió algo por mí y yo por ella, es seguro que dentro de poco tiempo su vida sentimental acabará bien. Eso sí, para que se produzca ese efecto es condición sine quanon que yo me aleje, salga o desaparezca de la vida de esa mujer, de lo contrario nunca sucederá.
Mi destino es ese. Quizás deba comenzar a aceptar que una mujer no puede sentir amor por mí más de un tiempo "X" antes de que se le vaya la 'enfermedad'. Sin embargo, en mi queda ese amor. En esas cuatro mujeres por las que he sentido cosas me ha costado superarlo y esto de la superación es un asunto del que ya he hablado y no me apetece mencionar. De esas cuatro sólo he sentido verdadero amor por dos y son justamente las dos a las que mejor les ha ido, así que mientras más serio y verdadero sea lo que sienta por ella, más seguro, más feliz y más compuesta sentimentalmente estará. Y aceptar esto es frío como el hielo. Es racional pero empíricamente está probado. No voy a detallar las coincidencias pero las hay y muchas.
Hoy siento algo por una mujer que no hace mucho sintió algo por mí pero ya no. Dentro de poco su vida sentimental mejorará y sabré que habrá sido porque yo aparecí y llamé al destino para que se le apareciera su persona. Y no, no me hace gracia esto. Y no, no me gusta nada de nada. Sí, duele pensar así, duele hacerse daño uno mismo así. Dios sabe cuánto me gustaría estar equivocado como decirle a mi amigo 'El Sabio' que estaba equivocado pero me queda una vida corta o larga, no lo sé, para ir aceptando mi estatus de solitario y de preludio a amores "para siempre".

Darlo todo

Me considero lo suficientemente inteligente como para ser capaz de perdonar todo lo humanamente perdonable. Puede que sea porque no haya pasado realmente nada malo en mi vida o puede que haya sido tanto el rencor pasado que ahora pretenda descargar la tensión que provoca en la espalda el peso del resentimiento. Sin embargo, no soy tonto. No soy un santo y sé que puedo hacer daño. Sé que puedo herir con mis palabras y con mis hechos pero procuro no hacerlo. Quizás si a estas alturas hubiera actuado con mala fe puede que tuviera muchos adeptos o puede que no, ¿para qué pensar esta tontería?
Sucede que hay años en los que tu corazón es llama prendida de emociones y no haces más que enamorarse de una voz, de unos ojos, de una sonrisa, de un intelecto, de unos labios, de unos besos, de unos roces, de un imperativo biológico que no habías conocido. Es tanta esa emoción que te desbordas y el corazón derrama sentimentalismos cuan cataratas. 
Pero siempre hay alguien que te dice cosas del estilo “das demasiado”. Creo que ser todo corazón nunca es malo si hay un cierto equilibrio. Sin embargo, las unidades de medidas personales son tan subjetivas como el sujeto que lo mide. Lo que para mí puede ser justo para otros puede ser tremendamente injusto, tanto por exceso como por defecto, y claro, así no hay manera de encajar las piezas. Es posible que sea por esto por lo que muchos están de acuerdo en que el amor es complicado. Sigo pensando que es más simple de lo que lo hacemos. 
Y uno acaba por acostumbrarse demasiado pronto a esos abrazos de decenas de brazos, de sonrisas, de bromas y cuando te falta, sientes que de nuevo te han abandonado, que lo que has dado no se torna en lo recibido y resignadamente piensas que lo mejor que has podido hacer es dar sin esperar nada a cambio pero… siembre esperas algo a cambio, al menos un “para siempre” que no un “eternamente”, yo prefiero decir un “hasta que me muera” y declinar los políticamente correctos “gracias”. Porque lo das todo, das hasta tu alma, das lo material, lo intangible, lo intrínseco y lo extrínseco hasta que los sentimientos se convierten en una paroxis demencialmente racional pero con una vehemencia inusitada. Es cuando descubres que pese a las más de tres décadas de vida, ese viaje vital está resultando esclarecedor. 
Lo es porque vuelves a tropezar en la misma piedra, porque vuelves a cometer los mismos pecados, porque los ciclos se repiten pero es diferente la circunstancia y el escenario. Son diferentes las personas y los mecanismos que te han llevado a estar donde estás. 
El pelo se te cae y la alopecia es tapada con el vello de tu barba, y la tripa la has logrado controlar y no sabes ni cómo. Y descubres que sigues perdido pero que los caminos son incipientes y que en cualquier momento puedes subir a la cumbre con un sueño real o puedes bajar al averno en una realidad tópica. 
Y sólo se te ocurre que es posible que estés haciendo el epílogo perfecto para una vida en la que te has dedicado siempre a dar a espuertas y ya repites demasiadas veces aquello de “ya puedo morir en paz”…
Porque has visto el enésimo concierto de Marwan
Porque has bailado la mejor pieza de baile con la mujer que quieres
Porque has vuelvo a amar como nunca pensaste que volverías a amar
Porque has vuelto a besar unos labios
Porque el sexo volvió a dejar tu pene enhiesto y quasi satisfecho
Porque has cambiado ya tus primeros pañales y te has sentido padre por primera vez
Porque los niños te necesitan y te llaman a todas horas
Porque los niños son una yuxtaposición inusual de tu sempiterno corazón roto
Porque has vuelto a reír como nunca y a llorar como siempre
Porque de nuevo has vivido al límite sin esperar que haya un mañana
Porque de hecho no crees que haya un mañana en el que esa mujer te quiera como tú deseas, porque no tendrás ese trabajo, ni esos hijos y porque puedes dar hasta tu sangre o tu médula que nunca será suficiente para ganarte una llamada, un recuerdo, un corazón o el amor de tu vida. 
Sigues teniendo la certeza de que los pasos que das son por ti y no por otros, que tu felicidad es la tuya y que está en la de todos. Que la deseas compartir pero que nadie te reclama y anhelas ser propiedad de derecho porque…la libertad es una paradójica cárcel llena de anarquías y calles ambiguas con un sentido a veces extraño. 
Así que acabas pensando que ninguna palabra que puedas escribir arreglará la amistad que perdiste por tonterías, que nadie se conmoverá por ti, que tú seguirás recordando a toda esa maldita gente que te ha hecho como eres, que en esas leyes no escritas tienes que seguir adelante porque dicen que el pasado no se puede remover. Es por ello que te reinventas pero…
Ya está todo inventado y no nos engañemos, ni todos esos niños, ni esos nuevos amigos, ni tu familia, ni nadie que hayas conocido rezarán por ti, ni se acordarán de ti, ni se compadecerán, ni estarán contigo el día en el que mueras. Ni ellos serán tus hijos, ni ellas te pretenderán de corazón, ni tus amigos asistirán a tu última fiesta con música y alcohol, ni te volverán a entregar ese cachito de pastel tuyo que le diste para que te lo guardaran. 
Y la realidad es que te sostienes tú solo. Ya esa soledad es tan vieja que sientes perecer de nuevo. Y ahí es donde cada vez acaba todo. Y es ahí, ambivalentemente donde todo comienza. Es una moneda con dos caras o dos cruces. Dentro de una hora toca volver a girarla y nunca sabrás cuando el destino decidirá que aquí acabas tu camino y tienes que retirar tu contribución invisible a este mundo. Pero sabes perfectamente que te queda un día menos de vida porque te has vaciado hasta la sequía y la aridez más absoluta. No hay agua y sí mucha sed. Ahí…aquí acaba todo. 
No os engañéis, sólo me castigo por mis malas acciones, por no medir consecuencias, por darlo todo, hasta lo irracional, hasta dejarme el ego aplastado contra un muro lleno de dagas y cuchillos. Sólo necesito retirarme de la vida, alejarme del todo hasta que todos me echen de menos o todos me olviden…lo primero que suceda y yo estaré siempre en paz conmigo mismo y con mis palabras. 
Y recordaré a todos esos niños que me dieron la oportunidad de creer que podía ser un buen padre, un buen amigo, un gran compañero. Y recordaré a esos voluntarios que creyeron en mí y me hicieron mejor persona. Y recordaré a quien me hizo creer por tercera vez en mi vida que el matrimonio, los hijos y la prosperidad podían ser posibles. 
Pero en el día de mi punto y final, ni los niños, ni mis amigos, ni los voluntarios ni esas tres mujeres que han puesto sus ojos en mí, se preguntarán, dentro de un año, dónde está William. Nadie lo hará… Y una de dos: o ya no estaré aquí para responder a esas preguntas; o si estoy, mis palabras invisibles escribirán sin pretensión ninguna sobre cada sentimiento benigno y bello que cada una de esas personas me hizo sentir cuando les entregué absolutamente todo lo que material e inmaterialmente tenía en mi persona. 
Y en esa soledad absoluta, yo sólo, os tranquilizo y os digo que seré un hombre realizado y feliz. 

Imperdonable



¿Qué coño nos pasa a los seres humanos con esto de complicarlo todo? ¿Qué cojones nos pasa a la hora de crucificar, de olvidar? ¿Tan deshumanizados estamos que somos rencorosos, que somos insensibles, que ponemos todos los muros del mundo cuando alguien nos ha entregado el corazón por entero? ¿Por qué diablos somos tan imperdonables con los demás? ¿Por qué carajo nos pasamos la vida removiéndonos entre el lodo para disfrazarnos de seres bondadosos y nos vestimos como si fuéramos lobos con piel de corderos? No hablo de terrorismo, ni de asesinatos, hablo de ejercicios amatorios, sociales, de ejercicios humanos que por misericordia, esa palabra tan bíblica y cristiana, podemos llegar a parecer seres excelsos y sin embargo, lejos de eso, parecemos auténticos desalmados incapaces de perdonar, incapaces de atrevernos a inventar y reinventar las cosas. Morimos. Fallecemos cada minuto, cada hora, cada día. Fenecemos cada año que nos pasamos incubando rencor, incapaces de tender una mano y hacer posible que eso que nos concede la humanidad, nos vuelva seres fantásticos, que sea posible todo aquello que sólo ocurre en novelas, o cuentos. Pero nos movemos entre olvidos, entre máscaras, entre sonrisas banas, entre la incapacidad para perdonar, para volver a empezar, para seguir adelante. Y no vale entregar el corazón, todo lo intrínseco, todo lo físico y lo material, no vale demostrar con actos, que las palabras no son vacuas. Esa es la sensación que me dejan la mayor parte de los seres humanos. Que todos son capaces de olvidar. Eso pensé antes de venir a Guatemala y sigo pensando exactamente. Me pregunto qué pecado absolutamente capital provoca que los seres que me conocen acaben absolutamente decepcionados y me echen de sus vidas. Hace ya más de dos meses que me encuentro en otro país, con otras personas. Y resulta que sólo dos personas se han acordado de mí con asiduidad. El resto, nada. La decepción es grande. Me pregunto qué tan imperdonable acto habré cometido para que, a las personas que amo con toda el alma, se les olvide que en este mundo existo. Algunos, si acaso intenta matar ese gusanillo en algún momento y escribe una frase con la firme intención de saber si estoy vivo y así librarse de la culpa propia de saber que en verdad lo que estás haciendo es obviar. Claro, esto se llama relación social en la que, cuando cruzas una línea, sabes bien que tras esa línea no van estar esas 20 personas que desearías ver en la mesa de tu fiesta o tu boda, sino que sólo están dos personas. Al final, en ese acto imperdonable, quizás sea yo el rencoroso y entonces sea yo el que no avise el día de mi muerte o el de la fiesta. Quizás cuando sepan que ya estoy muerte el acto de perdón se convierta en una fiesta. Pero creo que en ese momento, el de mi boda o el de mi muerte, no quiero que estén aquellos que no estuvieron ni cerca, ni lejos, quiero que estén sólo aquellos dos que he sentido de cerca. Y ya os digo yo que en esos días, el mejor o el peor, me sobran aquellos que no me han dado un abrazo sabiendo o sin saber que he estado mal o bien. Me sobran los que no han sabido perdonarme por ser un hombre nada más, si acaso me faltó ser excepcional para ser un hombre al que hayan sabido cómo querer. 

Una carta para el mundo




Después de 57 días Guatemala aún me sigue sorprendiendo. Cada día es una sorpresa diferente. Es sorprendente esas puestas de sol que son como una belleza tímida que pasa desapercibida por una gran urbe. Cualquier parecido de este lugar con cualquier otro que haya visitado en toda mi vida sería pura casualidad. Me sorprende la fortaleza serena de mis acciones y reacciones. Me sorprende la entereza de los niños a los que acompaño, no cuido. No los cuido porque en verdad no necesitan mis cuidados, son pequeños hombres y mujeres que están en un oasis, a veces roto por erosiones de la vida que no deben sino confirmar que el estar aquí te hace ser de una pasta especial, diferente, que no tiene nada que ver. Aquí pensar mucho es un lujo, un privilegio que se te permite pero por el que puedes optar. Lo que cuenta aquí son las acciones y las reacciones. Cuenta pero debes saber que lo bueno que hagas no será más importante que la luz de un sol que se empeña cada día en alumbrar. Tus actos, que para otros es excepcional, aquí se tornan a veces en un acto de rutina. 

Guatemala me ha acostumbrado a darlo todo sin pasar facturas. Me ha acostumbrado a malos olores, a ser un padre y un amigo al mismo tiempo, me ha enseñado a cambiar pañales, a tener una paciencia puesta a pruebas. La tristeza es imposible aquí. Puedes llorar, puedes quejarte, puedes maldecir muchas cosas pero no te engañes, aquí la víctima no eres tú, aquí sólo puedes intentar hacer de cada día algo diferente. Puede que no sea así, puede que sea muy parecido pero créeme, sólo tienes que salir de aquí unas horas para darte cuenta de que esto cuenta. Cuenta para ti si eres capaz de dar pasos hacia adelante en tu conocimiento propio. Es posible que acabes en un punto pretérito pero también es cierto que si lo haces es porque es posible que ese sea el lugar del mundo que te corresponde. 

La paz del río que nos baña sólo es interrumpida por las ondas provocadas por el viento o por las embarcaciones que cada día cruzan este inmenso río. Esta paz se traslada y viaja con nuestra alma. Yo, que pensaba que la música iba a ser un bien inmaterial necesario, me ha abandonado en parte para dar paso a un silencio, o al sonido de los niños con sus peticiones, sus acentos y sus costumbres que echarás de menos cada minuto. Al final del día te dan ganas de decirle a esos niños tan bellos lo muchísimo que los quieres o los estimas, que sin su compañía nada de lo que haces tendría sentido, que en verdad ellos te están dando algo que nunca jamás nadie te dará… Y sabrás que tu apenas serás un protozoo, algo nimio o insignificante en sus vidas. . Descubres que los valores educativos pueden estar obsoletos o pueden estar desfasados pero es eso, o el salvajismo del puñal en el cuerpo yerto de un no juzgado posible culpable.

Guatemala es un lugar que puede pasar desapercibido para el resto del mundo. Guatemala puede no ser un país de referencia en casi nada…pero os pido que no os engañéis. 

Este país es único, es especial. Lo es, claro está, por la topofilia que logras sentir al vivir y existir aquí con todas las circunstancias, favorables o adversas. Los niños, el modo de vida, la forma de vivenciar cada experiencia es algo único, algo que no había conocido en mi vida. En los días en los que me siento más vacío, incluso esos días tienen más contenido que cualquier de los días de los últimos diez o veinte años. Aquí puedes vivir sin agua, sin luz, con toda la escasez de la que puedas llegar imaginar. La televisión es casi quimera, Internet, tal y como lo concibes en el mundo desarrollado, algo increíble o casi inalcanzable. 

Más, no te engañes, este lugar es referencia para el que lo ha vivido hasta en los huesos, hasta las últimas consecuencias. No te contarán que aquí bailar sonidos caribeños es algo lógico y necesario. NO te contaran las historias de cada uno de los niños o de las personas. NO te contaran que llevar un arma sea cual fuera esta es algo normal. NO te contaran que al subir a un autobús puedes sentir mucho miedo. Que pasa desapercibido pero que la tragedia ronda cada minuto. Que cada vez que la esquivas no te das cuenta pero deberías dar gracias porque no te haya tocado la mala suerte de acabar tus días en mitad de ninguna parte. Que la música está en todos lados si la logras escuchar bien. Que el amor fluye en el ambiente, puede que sea algo efímero o algo para toda la vida. Que los guatemaltecos tienen un embrujo que sólo lo puede saber el que lo vive y el que lo conoce. Que desplazarse por este país a diferencia de otros lugares, es pesado, aburrido, que puede hartar. Que el amor tiene un concepto que aún a mí se me escapa. Que la fruta es religión. Que no ver un rascacielos puede llegar a ser algo precioso. Que la naturaleza, la agricultura, el bucolismo, la lluvia, la humedad o el calor pueden ser algo a lo que fácilmente puedes acostumbrarte. Que no te das cuenta de la dimensión natural del lugar en el que estas. Que cuando se te ocurre dar marcha atrás y pensar,  te abruma ver todo lo que has conseguido sin darte cuenta apenas. Pero lo logrado solo te valdrá a ti, no te servirá para tu futuro empleo. 

Aquí las realidades no son tal y como la concibes en España o Estados Unidos. Aquí las realidades te hacen más fuerte o te vas a la mierda. Aquí necesitas estar para saber que el resto del mundo desarrollado es un lugar donde sobra todo. Aquí tienes que vivir y sobrevivir, ingeniártelas para poder salir adelante y valerte por ti mismo. Que no tienes todas las oportunidades pero que te las inventas. Esto es este sitio pero multiplicado por diez. Aquí es donde vivo, aquí es donde me imagino, aquí es donde me enamoro, donde no pienso, donde sólo existo, donde pongo mi grano de arena y observo el monto de la playa. Aquí es donde por fin he logrado ser hombre.


Aprender

Un poco de amor


Este es el primero de varios post que voy a dejar programados los próximos días. Sí, estoy vivo. No me preguntéis como, pero lo estoy y os aseguro que me he esforzado por estar vivo y vivir sin ponerme y exponerme al peligro pero estoy en Guatemala. Soy feliz. Inmensamente feliz en la problemática y paradigmática situación en la que me encuentro. Sigo escribiendo aunque no tenga tiempo y casi todo sea en papel. No os olvido a ninguno de mis bloggers. 

Un poco de amor
Porque eso es lo que hace falta y aquí he visto y sentido de sobra. En una de las conversaciones que recordaré siempre con dos amigos que sentiré para toda la vida (Héctor y Marta), me decían algo así como que aunque sea malo, hay que atreverse a sentir, que sentir cosas te hace estar vivo, que amar, que en el querer no debe haber planes establecidos. Ese fue el sentido o lo que yo vine a entender. Sin embargo, a veces el amor no basta. NO basta darlo todo, no basta deshacerse en arrojos, en intentos, no vale con darse hasta la médula, no vale con “salvarlos” y salvarte a ti al mismo tiempo. En concreto creo que cuando llegas a un lugar donde lo primero que hacen los niños es recibirte con abrazos, preguntándote por tu nombre y con una gran sonrisa, no puedes evitar sentirte al menos bien, y cuando digo esto quiero decir en verdad que te sientes que entras en un lugar ideal…aunque en verdad no lo sea. Tienes que tener algo muy especial dentro para dar a un montón de niños tanto cariño y que eso que das, jugando con ellos, hablando con ellos, durmiendo y yendo a alumbrar con la linterna al baño o acogiéndolos en tu cama cuando tienen miedo, al final lo acabas recogiendo con un cariño que puede parecer sempiterno. Pero hete aquí en que debes pensar en que tú sólo eres un granito de arena, uno muy pequeño en la vida de ese niño, que serás recordado sólo si has dado todo con pasión y amor sano, y que aún así puede que tampoco seas recordado por esos niños por los que has dado tanto. Tu labor está en ti mismo y con tu satisfacción personal. Es algo muy obvio, lo sé. 

Sin embargo, aunque suene y resulte increíble, no basta con el amor. No basta con sentirlo, no basta con darlo todo porque siempre podemos cometer errores y son esos errores los hacen que todo el amor del mundo a algunas personas no les valga. Respeto eso. El ser humano no tiene un comportamiento similar o parecido. Lo que a mí me parece bien a otro le puede parecer fatal así que hay que ser transigente y aceptar todo lo que pase o no pase. Asumidos los errores que pueden hacer que todo lo bueno que has hecho se transforme en bazofia; sigues viviendo porque no estás en aquel lugar donde ser pusilánime es una opción. 

Palabras

Un poco de ego

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Improvisar es importante




Llevo semanas queriendo escribir lo que vendría a ser mis últimas palabras. Incluso las he escrito en papel con intención de traspasarlas al ordenador, pero creo que finalmente improvisaré. Me gusta improvisar. Y aunque suene egocéntrico, me encanta mi blog. Por eso no lo pienso cerrar. Como iré a un lugar donde tendré una semana libre al mes, supongo que en esa semana libre podré conectarme a internet y descargarme escribiendo y contando las mil y un aventuras que cada día será vivir lejos de aquí. Así que no, no pienso cerrar mi pequeño y diminuto mini-mundo. Escribí las últimas entradas por las circunstancias que lo rodearon, muy concretas, pero ahora, en el cómputo global, mi intención es seguir. 

Han pasado algo así como... un millón de cosas desde la última vez que escribí. Es lo que tiene Tenerife, que provoca en mí una sobredosis de sentimientos. Madrid también lo provoca, por supuesto, y Marwan en concierto, ya ni os cuento. Pero aprovecho este escrito que prometí que sería breve (¡JA!) para despedirme parcialmente. Me despido de España (oficialmente en concierto de Marwan este próximo sábado...Qué mejor lugar que en un concierto de él y en una ciudad 'no mía'). Pues eso, que me despido de este país que ha sido "mío" durante unos 24 años, aunque no lo haya sentido como mí país en verdad, sino como el territorio en el que habito y que se llama así, aunque mi país vivido haya sido Tenerife, La Gomera, y quizás algún que otro lugar como Gijón hace doce años o Alicante desde hace exactamente un año (justo además, llegué el 16-17 de septiembre).



Topofilias aparte, me voy. Dentro de once-doce días (hoy es 16-17) llegaré a Guatemala previo paso por los Estados Juntitos de América (EEUU). Si os dijera que tengo miedo os mentiría. Lo que siento es auténtico pánico. De hecho este pasado fin de semana tuve una especie de ataque de pánico. No sé si he sentido algo así, pero sí he sentido algo parecido, pero no igual. Porque me voy de voluntario con una ONG canadiense, a un orfanato de niños entre los 2 y los 17 años, a hacer de todo en mitad de la selva. Mi destino es un poblado llamado Río Dulce, en el estado de Izábal, en la frontera con Belice (es un país, no sólo una mini tarrina de helado de Kalise que cuando tenía pesetas de más me compraba).

Y suena como así, fácil, pero os aseguro que lo más duro están siendo estos últimos días. Lo peor es que no sé con quién descargar esta ansiedad-miedo. Tengo miedo porque no es un lugar seguro en ningún aspecto, ni en el social, ni en el político, ni siquiera en el natural (recurrentes son los deslizamientos de tierra, los terremotos, erupciones volcánicas o los ciclones, además hay todo tipo de animales salvajes que sólo he visto en documentales de La 2), ni tan sólo en el sanitario (la malaria es un riesgo real al lugar donde voy). Si me preguntáis por qué lo hago, tengo muchas y muy poderosas razones y porque siempre he pensado que nada, ni una guerra o la anarquía total de un país, debería detener mis ansias de cambiar el mundo... o el mío (de adolescente deseaba con todas mis ganas ir a ayudar en la crisis humanitaria de Somalia o incluso a Ruanda cuando el conflicto de los utus y los tutsis). La primera de todas las razones por las que me voy es una promesa que tengo hecha conmigo mismo desde hace años precisamente por mi conciencia de ayudar en tiempo real. Por eso, cuando lo vi claro comencé a buscar voluntariados, tanto en Tenerife como en otros lugares que no fueran la Isla. Por eso llevo mucho tiempo buscando un voluntariado que hacer y que no me discriminen por edad u otras circunstancias. Desde hace cuatro o cinco años he perdido las oportunidades de viajar a Azerbaiján, Togo, Turquía, Lituania, Georgia y otros pocos países. De esta forma, cuando ayudé a un colega a aprobar una importante asignatura de la carrera le comenté mi frustración no satisfecha y me puso en contacto con esta ONG. El pasado año mi cobardía me echó para atrás; bueno, eso y la inmensa oportunidad de un máster del que me había enamorado tiempo atrás y que era un sueño. Sueño que estoy a punto de finalizar porque este mismo viernes estoy a puntico de enfrentar un Tribunal que me pienso comer con papas fritas y huevos, o mejor, con papas arrugadas y mojo picón de mi abuela, claro. 


Tengo miedo a irme por lo que en el fondo supone. El pasado año decía que hacer algo así era abandonar la idea de que pudiera hacer posible el sueño que yo he definido hace unas pocas semanas como el de la "aceptación social" (trabajo, novia, casa, coche-moto, perro e hijos). ¿Por qué abandonarlo? Pues porque me conozco, y sé que si me dejo llevar, mi inmensa pasión puede desembocar en denostar eso o a olvidarlo del todo para dedicarme y volcarme en asuntos humanitarios (ir con otras ONGs a otros países, ir al Sáhara y demás, algo que por cierto, tengo en mi agenda de futuribles). Además, el pasado año consideraba que un viaje de estas características sería como romper con todo, sobre todo con mi "yo" actual. Para ser más exactos irme supondría una forma de desistir de ese pack completo, hastiado por el rechazo, aterido ya como quien está un poco muerto en asuntos del amor. Hay quien dijo (mi amiga Ana) que hablaba como un viejo de 75 años al que se le había muerto la mujer con la que llevaba casado 50 años. Igual parece exagerado, pero si me equivoco, espero que la sorpresa me haga aprender otros caminos, o que estos caminos me lleven a la sorpresa de esa "aceptación social" o para ser más sinceros, de mi definitiva aceptación como ser individual, yo conmigo mismo (cosa que tengo ya muy avanzada). Francamente, no voy en busca de ese pack, ni mucho menos. Voy a ayudar, a vivir una experiencia única, pero sobre todo quiero aprenderme. ¿Me explico? ¿No? Pues imaginaoslo...

Pensad que esta oportunidad es como escribir en una página en blanco donde lo hecho atrás poco cuenta. Cuenta la mentalidad, las ganas. Me recuerda, salvando mucho las distancias, al viaje que hice a Marruecos, en el que realicé un trekking por el Alto Atlas de varios días con tres amigos y que fue, de largo y por mucho, lo más arriesgado y extremadamente duro que he hecho en mi vida (nos morimos de hambre, nos deshidratamos, nos perdimos, vimos la mayor de las pobrezas en sentido literal, nos extenuamos y casi todos cogieron virus por tomar agua o derivados en mal estado que provocó en mis amigos un largo período de enfermedad). Esta vez no voy en compañía, sino solo, y eso es lo que hace de esto algo de más enjundia. Y lo es porque no serán unos pocos días o semanas, sino seis meses. 


Este pasado fin de semana me dio un ataque de pánico en el que el ser más timorato y conformista que habita en mí prefería volver a pasar los días con algún reto minúsculo o incluso abogar por la apatía y la rutina en vez de vivir una aventura en toda regla. Me miraba y me parecía imposible, me decía: "Te has vuelto loco del todo, no serás capaz, échate para atrás". Luego recordé lo que algún que otro amigo me había dicho cuando le comenté sólo la idea de irme de voluntario: "En ti que te vayas a Guatemala no me extraña nada". Entonces ví que quizás doy una imagen no acorde del todo con lo que soy en verdad. Todos se empeñan en decir que estoy loco. Puede, pero llamar a un loco a alguien como yo supongo que lo diría alguien muy acostumbrado a la rutina o a cosas muy mundanas y corrientes, aunque sólo bajo mi muy personal y subjetiva perspectiva. También es cierto que no he conocido nunca a nadie que le diera por irse un jueves-noche en septiembre y de forma improvisada a una ciudad que está a más de 100 kms para buscar la última entrada que queda de su cantautor favorito; o ir a un aeropuerto en el mes de noviembre para coger el primer avión que saliera de allí; o ir solo a 'escalar' la tercera montaña más alta de toda la isla de Tenerife. Claro, que hay quien se tira en paracaídas, y eso me parece de locos. Yo me conformo con el parapente que se cae más despacito...

No mentiré tampoco en esto. La idea de irme lejos llega en un momento en el que no logro empleo, en el que me siento desesperado por hacer algo que me suponga un reto que pueda conseguir por mi mismo, pero sobre todo irme significa estar en una completa y absoluta soledad (no tendré internet, ni móvil, ni tecnologías, ni ninguna de las comodidades que vosotros y yo tenéis), mis pensamientos irán a un billón de kilómetros por hora. Irme es, en último recurso, una excusa para olvidar las últimas mujeres que me han hecho daño, que no ha sido una, sino más de una. Incluso olvidar la posibilidad de haber tenido algo serio con alguien que me ha engatusado mucho. El asunto sentimental ha pesado, pero ha sido sobre todo el no querer "volver a volver...", como decía aquella canción. Quiero sentirme excepcional, quiero sentirme mi propio héroe, mi salvador. Quiero sentir que he hecho todo lo posible para lograr cumplir los sueños que dependen de mí. Combatir la pobreza y la inestabilidad social, además de conciliarme con los 'enanos' que me dan mucho miedo es un gran, grandísimo reto. 


He echado de menos despedidas de personas de las que la inercia me ha hecho esperarme mucho. La culpa, evidentemente, es mía. En Tenerife hubo algunos que me hicieron sentir querido y apreciado. Eso me ha llegado enormemente al corazón, ni imagináis cuánto. Sin embargo, seamos realistas, es fácil hacerlo en unos pocos días. Otra cosa es cuando en el día a día te ves que caminas solo. Se de personas que insisten mucho en su soledad pero,sin embargo, la realidad es, bajo mi punto de vista externo, que no pasan casi un minuto solos, tienen amigos que son su familia de verdad. Yo no podría decir eso, pues día a día no hay nadie; ni ahora, ni desde hace mucho, muchísimo años. Eso no quiere decir que no me haya sentido afortunado, lo he sido por tenerlo. Tampoco pretendo hacerme ver una víctima o peor, un pusilánime. Nada de eso. En los videos de mi mismo que he subido a youtube no creo que de esa imagen. Creo que la imagen que doy es la de un tipo que se siente muy afortunado por tener tantas posibilidades. 

Así las cosas, paso de despedidas. Lo que sí voy a hacer es una breve lista de cosas que me quedan por hacer. Porque esto no va a ser un tirar mi vida por la borda, sino un mejorar como persona. 

Lista de cosas que me quedan por hacer
-Aprender a tocar la guitarra muy bien...o aprender simplemente (aunque sea una canción de los Beatles o Marwan)
-Aprender a tocar la batería
-Sacarme el carnet de motos y poder comprarme un moto como la de Denis Hooper en el anuncio aquel en el que de fondo sonaba "born to be wild". Y por supuesto, conducirla con mi chupa de cuero, que junto a mis escritos, es lo materialmente más valioso que poseo. 
-Dominar perfectamente el inglés, por supuesto mucho mejor que Ana Botella y ya no su 'cap of café con leche' sino incluso más allá de su 'romantic dinar in Madrid de las Austrias' (nótese el sarcasmo)
-Hacer escalada (con pies de gato incluidos), barranquismo, rappel y submarinismo...y parapente. 
-Tener un perro, llamarle Gelatina, Quesillo o algo así, y que se convierta en mi "mejor amigo". Tengo devoción por una marca: el golden retriever. (Para mi son marcas, no razas). 
-Reunir en una mesa a todos mis amigos de la carrera con otros amigos de la vida y hacer una buena fiestuky en la que yo pueda ser el DJ, pinchando la música que tanto me gusta y que todos sean, al menos, la mitad de feliz que yo ese día. 
-Poder investigar, escribir y publicar algo científica y geográficamente aceptable. 
-Hacer un pateo de varias semanas o meses (he pensado recorrer Latinoamérica o Europa)
-Jugar al basket con mis amigos Carlos y Juancho; al fútbol (de portero), esto último después de muchos años, al ping-pon.
-Hacer una carrera con amigos en un circuito de karts (conduciendo los karts, claro está)
-Volver a pasarme horas jugando a juegos de mesa con amigos (el Risk, por ejemplo)
-Conducir un coche durante miles de kilómetros durante varios días seguidos y sentir que la carretera no se acabará.
-Volver a fumarme algún/os puros.
-Estar en Finisterre al menos media hora en mi vida. 
-Llegar a Chile, pasear por Chiloé y llegar a Punta Arenas (ciudad más al sur de Chile).
-Escribir mi segundo libro y publicar al menos uno. 
-Viajar a Nueva Zelanda, incluso a la isla sur; volver a África (Senegal estaría bien), visitar el Reino prohibido de Bhutan, los países nórdicos (Finlandia, por ejemplo), algún país del Cáucaso (Georgia) y, claro, por supuesto irme de mochilero por Alemania y acabar en Praga, Skopje o Chisinau. 
-Enseñar a bailar a alguna mujer.
-Volver a sentir la sensación de dar un beso de amor correspondido. 
-Hacerme cientos de miles de fotos de todos estos momentos felices.
-Hacer mariposas de nieve.
-Volver a subirme a un escenario y hacer teatro, pero esta vez con un papel protagonista, nada de secundarios.
-Ver el sol de medianoche
-Llegar a la edad "X" y sentir que de verdad he vivido.

Supongo que tengo muchos más retos, pero están en mi cabeza y no son tan superfluos como para recordarlos enseguida. Hasta la vista.

PD: Estas canciones son las que han provocado esta improvisadísima "despedida"



Hoy, me atrevo

Guatemala, esta noche, estoy más cerca de ti. Latinoamérica, mis pies te esperan como el destino que desde tiempo voy buscando. Allí nací. Durante muchos años quise volver a ella, sentirla de nuevo. Durante mi primera década de vida sentí que mi destino era Latinoamérica, Venezuela en concreto. Luego la vida me enseñó a divagar.... Pero ahora siento ese hormigueo propio de cuando sabes que algo va a cambiarte la vida para siempre. Quiero poder sentirme libre en la naturaleza y poder ayudar con mis manos, con mi voz, con mis ideas, con todo mi ser, realizando una labor que sólo pensarla, me llena la vida que en parte siento hueca, vacua, solaz. Y espero mucho de mí, espero sobre todo días como los de hoy, en el que al miedo lo yuxtapone una ferviente pasión y ganas de dar un paso único en mi vida. No es sólo cruzar un océano, no es sólo caminar por la selva, no es sólo darle la cara a todo peligro, es vivir una vida que en España no tendré nunca, una forma de vida a la que hace un año renuncié y aunque coqueteé, el destino o vaya usted a saber qué, te pone de nuevo en situación. Porque el corazón brama, grita en silencio y necesita acallar todas las responsabilidades que tiene consigo mismo, todo esto que lleva dentro. No necesito reventarme, ni llegar al límite, quiero descubrir el lado de la vida que es sin nada más que tú mismo con otro ser humano y nadie más. El valor de la interaxión cara a cara. Quiero vaciarme del todo, llegar a confudirme con la maleza, quiero que mis palabras de nuevo vuelvan a arder. Sentir que tengo algo intenso y verdadero que contar y escribir, como ya ocurriera en el Pico Cabras, en Marruecos, o en Los Pirineos. Quiero que la naturaleza humana me haga ser más humano y menos esclavo de privilegios que en realidad son falsos, que en realidad no necesito. Soy así de simple.    
  
Y tras Guatemala, ¿Nicaragua, tal vez? ¿Quién sabe? Una gran amiga, tras contarle la disyuntiva en la que me hallaba desde hace tiempo (incluido temas amorosos), me dijo hace bien poco algo muy parecido a esto: "Eres libre, nada ni nadie te ata, puedes caminar hasta el final del mundo y por el tiempo que quieras, puedes hacer de tu sueño, el sueño de muchas personas como yo, que no podemos o no nos atrevemos. Hazlo, no necesitas dinero, sólo tu voluntad". Justamente esa amiga fue la que me recomendó el pasado año venirme a Alicante. Y antes de Alicante, otra gran amiga me marcó el camino de la Geografía en 2009. Justo cuando no hallaba camino alguno, aparecen mensajes que capto, que escucho bien alto. Hace 4 años decidí ser racional. Hoy, decido ser vehemente, racionalmente vehemente, ambivalentemente demente y cuerdo. Casualidades la misma persona que en 2009 me hizo ver el camino, hoy me ha regalado algo que me ha hecho darme cuenta definitivamente de todo, y ello me ha erizado hasta el último bello de mi cuerpo. Como hiciera Humboldt, Ernesto Guevara, Alberto Granado, Alexander McCandless, o Román Morales, yo también sé qué busco. Hay cosas que sé. Sé que para descubrir lo que ando buscando me toca caminar mi propio camino, mi promio destino, sin mirar atrás, aunque tema o lo quiera soslayar con asuntos baladíes. Sé que en ese trayecto, o proyecto de senda, quiero volver a renacer de mi mismo, reinventarme desde la nada. Quiero llegar a ese estado de locura primigencia y/o paroxial, y si hay que fenecer, que sea dando un paso al frente, y no sentado esperando. ¡¡¡¡Y NO SENTADO, ESPERANDO!!! 

Racionalmente tengo miedo, claro que lo tengo, pero ahora mismo me encuentro en ese estado en el que se fusionan la ilusión del proyecto de vida nuevo con el eco interno que a veces te paraliza y te dice: "piénsalo dos veces". Lo noto, el año pasado lo sentí, sentí ese miedo que te paraliza y te hace zozobrar como un barco medio destruidio. Pero son ilusiones, nada está acabado. El destino siempre me llama a una nueva forma de peligro, que es el atrevimiento, un acto de valentía... y ya llevo muchos (alguno lo sabéis). Yo sé que quizás, tal vez, el día en el que emprenda el viaje sin fecha de vuelta, descubra que no hay cuerpo, ni cabeza, ni pies, ni manos o piernas que aguanten. Pero sé que a partir de finales de septiembre (fecha por confirmar) será una lucha que quiero ganarme metro a metro, segundo a segundo, con una mirada fija, queriedo saber dónde está mi límite, sabiendo que reventar es la opción más factible pero que aún así, el cuerpo pide explorar los arrebatos más básicos de un ser humano que tiene mucho que dar, muchísmo que tributar a personas que me han hecho sentir varias formas y clases de amor. Me siento en deuda con un cierto número de personas, las que están, las que han estado o las que estuvieron. Hoy me toca a mí dar y volver al continente al que mi padre viajó para encontrar su vida. Yo creo en el destino, y como mi padre, queriendo o sin querer, acabaré allí. Todos los entresijos del por qué he llegado hasta aquí no hacen sino confirmarme que estoy predestinado a algo que sé que va a ocurrir, y sólo yo sé lo que va a pasar, es mi mayor secreto.  

Sé que el que me quiera, se alegrará de mi decisión y de mi partida y querrá compartir conmigo todo esto tan genial. Sinceramente el tiempo de los "quédate" ya pasó. Nadie logrará hacerme cambiar de idea ya. Estoy enamorado de la vida lo suficiente como para no desaprovecharla. Trabajé hasta dejarme mi propia salud desde los 17 hasta los 27, he estudiado hasta la extenuación con 31 años, y entremedias he cosido trayectos a pie. He tenido buenos mentores, maestros de todo tipo de amor, los mejores maestros del sexo, de la alegría y felicidad, de la Geografía y el Periodismo...pero también maestros del caminante, del peregrino, del voluntario, del cooperante, que te hacen sentir que tienes algo exagerado que dar, que no se mide con palabras, ni en kilómetros, que no se mide con dinero, ni se mide con absolutamente nada. 

Quiero sentirme fuerte cada día, quiero sentirme un hombre, un ser humano, alguien que le está dando sentido a la vida, aunque para muchos sea absurdo, estúpido, aunque me tachen, viviré de la manera en la que llevo haciéndolo durante casi 20 años: caminando y luchando por mi. Quiero medir mi capacidad de sufrir porque amar la vida es también sufrir. Lo supe desde la primera vez que sentí algo paroxialmente bueno. Y pese al sufrimiento, ya os digo que valió la pena. Siempre vale la pena, porque siempre aprendes algo que te hace ser un poquitito mejor, unas veces tardas más y otras menos, pero siempre aprendes.  

Sé que muchas veces parezco frágil como el cristal. Puede ser que sea así, pero detrás de este cristal se esconde sobre todo alguien de mucho valor, el valor que creáis o no, yo se darme. Se que a veces parezco bipolar, pero creedme cuando os digo que nunca ha habido un "yo" más equilibrado y sereno que el que estáis leyendo ahora mismo. Sólo persigo darme al mundo sin ningún tipo ataduras. La verdad es que no veo el día en que sepa cuándo será mi partida, cuando seré libre para llegar a mi primera parada de muchas (espero). Hace años, un amigo erudito me dijo "lo mejor de la vida es que no sabes qué va a pasar". Yo siempre disentí un poco de ello, sin embargo, ahora mismo, ese no saber si Guatemala es mi destino final o sólo uno de paso, me apasiona. Y es que esta noche la ONG me ha escrito y me ha dicho que hago mucha falta, y me ha dicho mucho de lo que necesitaba saber. Y no veo la hora de emprender mi camino recordando todas las obras leídas, desde Hamlet, pasando por Así Habló Zaratrusta, a Gabriel García Marquez, Isabel Allende, todos esos libros de filósofos, esos novelsitas famosos de la vieja guardia, los nuevos como Murakami, mis veneradísimos Emerson y sobre todo Thoreau, y claro está, los diarios de viaje de mi idolatrado desde infante, Ernesto Guevara y luego de mayor Alberto Granado, Alexander McCandless y claro, Román Morales. Alguien me dijo hace unos meses que cruzar caminando Latinoamérica era imposible. Y sé que hay muchos imposibles. Y sé que es lo más seguro es que jamás llegue a pisar Punta Arenas (Ciudad más al sur de Chile) o si acaso Chile, no os engañaré, es una utopía para mí, pero si queréis que os diga la verdad, en mi vida ha habido muchos imposibles que acabaron cumpliéndose. Pensé que nunca tendría mis momentos de gloria en el deporte, y los tuve de pequeño; pensé que jamas lograría trabajar y dar lo mejor de mí y lo hice durante diez años como periodista;  pensé que no conseguiría que ninguna mujer me amase y me dijera "Te quiero" y he tenido la inmensa fortuna de escucharlo y sentirlo en mi piel; y sobre todo, pensé que jamás lograría acabar mi carrera, la Geografía, y el 11 de junio de 2012, lo logré. Así que, puestos a soñar despiertos con un mundo salvaje e indomable, ¿por qué no imaginar que algún dia, dentro de algunos años, mis pies logren cruzas más fronteras a pie?. Creédme, cuando vaya a Guatemala, es muy fácil que lo haga. 

Hay algo que sobre todo echaré muchisimo de menos: la música... mi música, la banda sonora de mi vida. La música de Marwan, de los Beatles, la de todos los cantautores que me han acompañado desde que mi vida renació en 2009. Quién hubiera pensando que lo que me dijo un ex compañero de trabajo aquel enero de 2009 se haría realidad: "Esto malo que te ha sucedido puede ser lo peor que te ha pasado en la vida...pero verás que al final es lo mejor que te ha podido pasar" Nunca olvidaré a Esaú Hernández y su grácil y ejemplar manera de echarme a volar por el mundo de mis exhaustivos sueños. 

Quizás nadie me entienda, lo sé. Me véis henchido de palabras abrumadoras, quizás creéis que exagero pero lo cierto es que ahora me siento brillante; brillante y fuerte como una estrella. Siento que soy capaz de llegar hasta el final del mundo con un poco de piernas y una buena dósis de suerte, sin prisas y caminando lento. Se acabó la espera. Dentro de unas horas/días me pongo "ON" y comenzaré con la primera parada de una aventura que aún no he comenzado, pero de la que ya me siento muy orgulloso. 

W.F.H.R. 

Despedidas (la prórroga)

Reconozco que despedirme  no se me dan bien. De las personas a quien has dado todo de ti, cuando has sido todo corazón. Siempre hay una palabra que decir, y cuando no, una mirada, un gesto, algo que dignifique lo que será un “Adiós” definitivo. Me acuerdo de un cuento de Ismael Serrano previo a una canción que explica las despedidas (de parejas rotas). Pero también es difícil despedirse de un lugar donde has compartido tanto, tantísimo.


Creo que las despedidas son como un partido de fútbol. Curioso, creo que es la primera vez que escribiré de fútbol aquí. Las despedidas, como digo, son como un partido empatado en una final o un homenaje. No quieres que acabe si va a resultar que vas a perder y si tienes todas las de perder requieres una prórroga. Y en ella haces lo imposible para intentare ganar. En este caso yo intento ganar un recuerdo, algo indeleble.

Recuerdo que hace ya más de diez años comencé a escribir en un blog de internet. Eran los primeros y para entonces yo ya escribía en otro tono. Conservo los escritos aún. Doce años han pasado. De aquel blog han renacido tres. De este me siento muy orgulloso. Me encanta lo que hay aquí escrito, lo que he dejado, las huellas no sólo en forma de palabras, sino en otros formatos. Es difícil estar tantos años ahí escribiendo de casi todo. Y no sé si esto será una despedida definitiva. Es difícil despedirse. Lo sé. Hace muy poco, concretamente en este mes de agosto, una amiga, probablemente una de las más influyentes a corto plazo y que provocó en un porcentaje importante que yo acabara en Alicante, tuvo que despedirse de su padre que falleció de una abrupta y precipitada enfermedad.

No hay despedidas fáciles. Y para mí esta despedida no lo es porque estoy pasando una época de sequía, de aridez literaria y litúrgica y se nota lo espeso que estoy. Que no haya escrito no significa que no haya pasado nada. Curioso porque he escrito muy poco para mí. Cuando no escribo es como si no viviera. Pero sí, he vivido, y aunque no haya dejado constancia escrita hay constancia tácita…al menos para mí, claro. Este tiempo sin escribir ha sido prolífico en hechos que no sabría escribir en estos momentos, me han superado desde lo bueno, lo mejor y de lo malo, lo menos malo. Esta despedida, si se consuma en la tanda de penaltis, tiene una relevancia vital. Y lo de los penaltis casi es cierto, ya que dentro de mes y medio estaré, como se dice “tras-con-tras” entre el título del máster y mi próximo destino, mi lugar en el mundo.



Esta prórroga la escribo porque dentro de nada, ya mismo, comienza una cuenta atrás que comenzó con un pasaporte, con unas vacunas y que seguirá con la concatenación de hechos en horas récord y que hará que mi corazón-nervios-ansiedad, se pongan a prueba. Sí, porque en breve tengo un juicio de alto tribunal lleno de féminas a cada cual más fiera reclamándome. Tendré que enfrentar una realidad de la que salí indemne hace cinco años. Será para mí una sentencia en firme y no habrá recurso que interponer. Para mí es más importante esto que un asunto meramente legal, tiene que ver con la justicia, que no siempre va de la mano de lo legal. Y tocará pasar malos tragos y tendré que poner sobre la mesa toda la madurez que he adquirido todo este tiempo y de la que he hecho gala en los últimos meses.




Con ello me viene, como no, el final del máster, pendiente de un hilo tan fino como el Tribunal deseoso de pillar cacho conmigo. Y para mí no es baladí este asunto, ni mucho menos. Se trata de un asunto capital, pues la tanda de penaltis tendrá como máximo rival precisamente ese final de máster. Nadie, y esto lo digo con mayúsculas, NADIE, ha sabido lo muchísimo que he luchado por este máster, por mi futuro dentro del amor de mi vida que, como muchas otras féminas (pero con más sangre en las venas que esta), me ha dado calabazas muy sonoras. Ella, mi ciencia, ha sido durísima conmigo pero he luchado hasta el último hálito de aliento y en menos de un mes presentaré el que considero el trabajo de mí vida, el que más tiempo, dinero y esfuerzo me ha costado y el que debo defender. Os aseguro que no hay nadie más motivado que yo por ese momento. Será definitivamente el final de mi vida académica, del final de mi vinculación con mi amada, dorada, soñada Geografía. Visualizo ese instante...


A corto plazo veré a mi amigo, ídolo y reconfortante Marwan. Como llovido del cielo, hace unas semanas pensé que necesitaba imperiosamente volver a sentir cada canción que es banda sonora de mi vida. No será una noche más. No, no lo será. Probablemente serán las 48 horas más cruciales desde aquel 2 de septiembre de 2008, pero esas horas no lo serán más que el próximo 30 de septiembre. Septiembre siempre fue para mí como enero. Un comienzo de todo. Ese día será el comienzo de todo un ciclo en el que cada día, casi cada hora, será tan intensa que no sé si el corazón pueda con tanta emoción, con tanta batalla de paces en una ambivalencia que estoy convencido de que nadie entenderá (yo busco paz y otros una falsa paz a base de dar guerra).

                                   

Los dogmas didácticos, los profesores, nos dijeron que la historia la escribe el ganador. Esta historia que leéis desde hace años no la escribe un ganador, sino un superviviente de muchas cosas, de circunstancias, de incendios y muertes literales, de maltrato físico, psicológico, de abandonos, de aprendizajes a la fuerza. No es una epopeya, yo estoy convencido de que hay grandes ganadores, y de repente se me ocurren dos, mi amigo El Sabio, y mi amiga Azul. Ambos son ganadores por lograr ganar una batalla diaria y no buscar trazar una tangente para poder reinventarte. Para mí ellos dos son héroes con sus batallas. De ambos aprendo. Ellos merecen que escriban sus historias, porque son ganadores en esta batalla de la vida.


Yo, como digo soy un superviviente, un tío más, un chaval excéntrico que luchó por ser normal (...). He crecido y he llegado a la treintena siendo de nadie. Nadie me posee ni yo quiero poseer porque no creo en ello. Creo en que el querer es la libertad y el no obligar, que hemos sido esclavos de nuestras tradiciones sin tener en cuenta que lo maravilloso de la vida es que el destino, y no una deidad, te coloca en el lugar adecuado en el momento oportuno. Eso me libró de accidentes, y me hizo conocer a personas de las que me enamoré. Evolucioné sentimentalmente hasta ser algo completamente diferente a lo que era hace quince o diez años. Creo que ese altruismo sentimental, que unos llaman madurez, es lo que nadie ve o de lo que muchos se han aprovechado (...). Ahora pienso que dentro de mis límites, soy ilimitado, capaz de hacer cualquier cosa, hasta hacer que un tren se retrase (historias mías muy guays). Nadie me dijo que yo podía llegar lejos. Adulto ya, y con todo lo que a un hombre puede llegar a convertirle en maduro, me hallo satisfecho pero con ansias, muchas ansias de aprender aún más y convertirme en un pequeño frasco de sabiduría como lo es mi amigo Carlos. Me queda trillones de kilómetros que andar.

                                  

Y os aseguro que ando. Este silencio ha sido debido a mi incapacidad para comunicarme, en una ruptura obligada por mí, con unos motivos muy concretos que me llevaron precisamente a recorrer muchos kilómetros (...). Pues sí, lo de los kilómetros es literal. De esto que sales una noche y comienzas a andar y acabas fuera de la ciudad. De esto que coges una guagua y te plantas en el lugar menos pensado, en el lugar más alejado, en el alto, o en el más improbable. Y he conocido caras de las cosas que pensaba que no viviría ya. Cosas que me han hecho aprender (...). Este período ha sido imprevisible pero sobre todo muy indescriptible. Hace poco a mi amiga palmera le contaba algo muy superficialmente y ella, bueno, se “escandalizó” un poco al ‘grito’ de: “Tu verás lo que haces…” (sí, yo también creo que es la peor frase del mundo). Ya lo he dicho alguna otra vez pero es la mujer que más paciencia ha tenido conmigo y una amiga que me ha aguantado mucho y muchas, quizás porque entre nosotros haya habido siempre distancia aunque estuviéramos en la misma ciudad.


Han sido días fugaces, efímeros, de historias cortas, breves, de conversaciones y de puntos de vista… digamos que diferentes por ser suaves. Me he sentido estas semanas como El Principito. Una de las dos o tres mujeres más importantes en mi vida amorosa me regaló el libro de El Principito hace no muchos años. Recuerdo que aquella noche, en Madrid, después de hacer el amor como nunca, acabamos en aquella cama, escuchando música y ella, leyéndome un pasaje de aquel libro que me había regalado porque ella fue la que creía que yo era como El Principito. No lo vi en aquel momento. Es un cuento para niños, lo sé, pero la simplificación de las cosas cuando uno es adulto es importante, como es importante ser coherente y sobre todo consecuente.

                                 

Las despedidas son importantes para que no quede nada en el tintero. Con aquella mujer, que hoy vive en Donosti con un chico, no me pude despedir. Este año lo hice. Necesitaba ser capaz de hacerlo. Preguntaréis: “¿Y por qué no lo hiciste en su momento?” Esa historia, es una de las historias que sólo saben unos pocos y que no es fácil de relatar. Pero el caso es que me despedí y al hacerlo me sentí bien porque esa etapa no había sido cerrada del todo por mí, aunque para ella fue todo más sencillo, a mí me tocó el lado de olvidar y alejarme porque cuando aprendes a amar bien, sabes que si alguien no te quiere y te lo dice, y te lo demuestra, has de tener el orgullo de dejar de intentar subir a ras de cielo. Los imposibles existen, y en el amor, como en la vida, también.


Como dije hace ya muchas palabras, esta es una prórroga, un esbozo de lo que sucederá o no dentro de un mes. La vida girará 180º de nuevo, y esta vez, a diferencia de hace un año, no sé si el destino será seguir aquí (ya os digo que eso es harto improbable), irme al extranjero (muy posible) o, incluso, tener que regresar a Tenerife que para mí sería el peor escenario posible, pero como he dicho me esperan días convulsos, de papeles, de tribunales, juicios, de karma negativo, de lucha contrarreloj y en un sprint inverosímil para mí.

Este blog, para entonces, tendrá su sentencia final. Apto o no apto, pero para siempre quedará este rincón. Prometo que la última “carta” será más emotiva y quizás menos larga.

Todas las fotos, autor: W.H. 


Casi una despedida

Y luego caes y te das cuenta de que levantar muros es una excusa para mantenerte firme. Pero la verdad es que no lo olvidas y es en noches como estas en la que caes con todo y no puedes parar de pensar en ello. Y te odias por pensar así. Y lloras, lloras mucho por ello. Y te das cuenta de que el tiempo ha pasado y lo que más has hecho en estos años ha sido llorar y gritar de locura.

Y...me pongo a pensar en las cosas buenas. La vida me ha regalado muchas cosas por la que le doy gracias.
-Me ha regalado el amor sincero de dos o quizás tres mujeres (parejas).
-Me ha regalado años de trabajo y la suerte de haber influido en una parte de la sociedad al ser periodista.
-Me ha regalado la posibilidad de ayudar a sentirse bien a los demás.
-Me ha regalado poder trabajar aunque sea dos meses de geógrafo (inolvidable)
-Me ha regalado noches de bailes, de felicidad absoluta y entrega.
-Me ha regalado la posiblidad de viajar y conocer otras tierras lejanas a las mías, aunque sólo estuvieran a 20 kilómetros de distancia que para mí, entonces, era mucha distancia.
-Me ha regalado cientos (literalmente) de aventuras en montes, carreteras o tierras perdidas de Marruecos o la península ibérica.
-Me ha regalado la posibilidad de estar en una manifestación y de luchar por mis derechos en libertad.

-Me ha regalado la vida que en ocasiones sentí casi perdida o agonizante o que me devolvió al mundo de los vivos con sólo 4 años.
-Me ha regalado una libertad que no pedí pero que me inventé y disfruté.
-Me regaló al capacidad de amar infinitamente a personas que no se han dado cuenta de ello u otras que quizás sí.
-Me ha regalado, en edad adulta, un amigo para toda la vida. Un segundo padre (mi amigo El Sabio)
-Me ha regalado la pasión por la música y la capacidad de disfrutarla y vivirla.
-Me ha regalado la posibilidad de sentir, al menos una vez, que tengo una madre que nunca tuve.
-Me ha regalado un sobrino, un ahijado por quien daría la vida y cualquier parte de mi cuerpo.
-Me ha regalado la posibilidad de sentir las cosas buenas como las cosas más maravillosas.
-Me ha regalado la virtud de ver las cosas, la vida, a cámara super lenta y disfrutar hasta tres veces más.
-Me ha regalado la oportunidad de conocer en mi última etapa a una persona, una mujer maravillosa. 

Hay muchas que acaban: ciclos, etapas, carreras, másters, vidas, amigos, amores. La vida es una canción que sabemos bien en qué punto comienza pero si no miramos el reproductor y no estamos atentos, de repente se acaba, como un atropello. Se acaban las ideas, las palabras, las melodías, la inocencia. Se acaba todo aquello que esta sociedad occidental te pide para ser adulto y cumplir los valores de dualismo o materialismo. Al menos yo he sido un gran experto en la finalización de todas esas cosas. (Pero también sé bien cómo recomenzar)

Pero esta soledad física, no víctima, es la que es, la que tengo. Aterido me hallo porque ahora en esta última vida, de las 9 ó 10 vidas (literalmente) que he tenido la suerte o desgracia de tener, es cuando encuentro un final a todo porque he decidido romperme y romper mi vida por ser incapaz de negar las verdades absolutas, las certezas ínfimas y rasgadas a flor de piel. He decidido ver el sol a media noche, las estrellas del cielo azul del mediodía. Sabéis que esas cosas existen, que no es algo que invento. Lo habitual es ver los luceros de noche, y el astro Rey en horas centrales pero no eximamos la otra cara de la verdad como la existencia de la otra cara de la luna. He decidido que se acabó ser víctima y verdugo de las situaciones. Me quiero ir a experimentar la vida en un contexto diametralmente opuesto. Quiero aprehender algo que aquí jamás podría, algo en la suma pobreza de aquella vida, me aporte la riqueza egoísta de aquel que sólo busca encontrar el nacimiento de un nuevo Nilo como hicieron en el siglo XIX Burton y Speke, como hicieron los grandes aventureros y expedicionarios geógrafos del siglo XVIII y XIX, como Humboldt, como Darwin. Quiero descubrir la otra cara de la vida, incluso la más cruel. Necesito experimentar la crudeza en toda su esencia a costa de dar mi vida "cómoda" en estos lares. Fríamente os confieso que estoy más que preparado. Con el corazón en la mano, me desgarra la tristeza de la facilidad de una vida, una vida que es demasiado de plástico y demasiado 'virtual' para mi gusto. Anhelo el cara a cara como que te cojan de la mano, como una sonrisa de un niño. Anhelo, en definitiva, una vida de verdad y humana en una sociedad, ésta, demasiado "wasapeada", excesivamente "virtual". Yo ya no he sabido sortear estas trabajas tecnológicas para poder viviros personalmente. Y no sé o no he encontrado la manera de luchar contra ello incluso en la propia isla de la que procedo, en la que quedar con alguien era un ejercicio de paciencia y altruismo para no perderte en la desesperanza de la escasa distancia y la imposibilidad simplemente de tocar, abrazar o reír junto a alguien querido. Me cansé de estar esperando en una vida tediosa y que yo la traduzco en una aventura diaria por mor de mi capacidad para "emocionarlo" todo. 



Lo que siempre busqué se me niega o peor, me lo niego yo mismo. Ahora sé más que nunca mi destino, lejos de esta tierra ibérica. No puedo negar la evidencia ni la realidad que tapono con sueños idealizados que sé que no tendrán posibilidad. Y ahora, de esas quizás diez vidas que he tenido a cámara super lenta sería capaz de recordar como mínimo una historia de esos amigos que he tenido o que tengo y que nunca jamás olvidaré y los podría nombrar a cada uno desde mis cuatro años de edad: Jenifer, Manuel, Jenifer (II), Rayco, Nayra (I), Mila, Débora, Alis, Luz, Lili, Vikingo, Iván, Chipi, Joe, Ronald, Nayra (II), Ana, Luisa, Beritam, Alberto, Aaron, Manolo, Carmen, Chiquinquirá, Pamela, Karina, Kire, Alfonso, Néstor, Isra, Carlos, José, Violeta, Gladys, Airam, Guille, Julia, Mariajo, Ana Belén, Virginia, Alicia, Kunfu, Tony, Germán, Sarita, Yanira, Mari, Dani, Aura, Juanjo, Bea, Ago, Bego, Esaú...si no me olvido de alguno más que creo que no. A estos, añadir los "irreales", los blogueros (pocos pero seguros).

Pero sobre todo no olvidaré las mil y un historias de los amores que fueron y los que no fueron por mí o por ellas, son estas últimas las que más han invertido mi tiempo y mis acueductos lacrimales desde que tengo uso de razón y que recuerdo perfectamente: Mairim, Evia, María, Carla, Yaiza, Laura, Melina, Eva, Lorena, Nere, Andrea, Yolanda, Rebeca, Clara, Alba, Virginia, Goiz, Ainhoa, Estefanía.

Y mi familia es corta: mi madre, mi hermana, mi sobrino, mi tía, mi primo el pequeño, mi prima la mayor y mi abuela. Todos ellos a miles de kilómetros.

Aquí no está ninguno de esos amigos, no está ninguna de esas mujeres, no está la familia. No existen a las tres de la madrugada una persona con la que puedas hablar, sí, sé que uno o dos pensarán: "oye, que yo sí". Pero la cuestión es atreverse o que sientan la desazón del corazón sin tú tener que llamar, esa simbiosis. 
Soy un ser silvestre con ansias de ser domesticado pero que no se deja o que se aleja. Experto en perder oportunidades, personas, en perder cariño. Experto y doctor en el acto de malgastar el amor como si fueran caramelos de cinco pesetas.

Hablaré claro, este será el penúltimo o quizás antepenúltimo post. Tengo otro blog de música toda programada para que alguno si me echara de menos. Palabras ya escritas. Este post es para nombrar a todos los que han pasado por mi vida y que han dejado huella y que la mayoría se han ido o no están, pero todos con un factor común (salvos las parejas de verdad: Nere y Goiz): desconocimiento absoluto de mi día a día, de los millones de pensamientos que a la semana o al mes pasan por mi cabeza. Desconocimiento de la zozobra, de la obstinación, de todo lo que en mí sucede.

Sé que no soy único en ninguno de los aspectos comentados. Hay auténticos héroes o heroínas, personas que han superado o están superando leucemias, que han superado el terror de una infancia imposible de digerir para casi nadie. Personas que han superado adicciones, intentos de suicidio, ganarse en parte su vida en las esquinas y que sin embargo, se han hecho a si mismas. Hay muchos nombres de esos que he nombrado que admiro e idolatro por muchas cosas. Esas personas son las que importan y las que quedarán indeleblemente grabadas en mi corazón junto a mis dos novias y los amores que no fueron, sobre todo, por causa lógica, el último.

Estoy a punto de cometer una locura. No ahora, sino en octubre. Oficialmente hoy renuncio al amor de mi vida, aquella ciencia que me entró como una vivaracha muchacha con apenas 11-12 años y que hasta hoy se ha inmiscuido en todos mis asuntos generando hasta sexo con mis dos novias oficiales. Ha sido mi amor y la que me ha mantenido con vida los últimos 7 años.

Esta entrada, como intuiréis, suena a despedida. He hecho o comenzado a escribir lo que en mi despedida dejaré a cada persona.  Esta noche estoy siendo consecuente y cuerdo. Creo que llevo mucho tiempo amagando y estoy buscando una excusa para no irme cuando el destino y yo mismo saben que tengo que hacerlo y lo sé pero lo he tratado de ignorar o soslayar con muchas personas o sentimientos.

Cuando cierre definitivamente el blog lo sabréis. Mientras tanto espero y deseo que los que me leen y que sé quienes son los habituales, paséis un gran verano. Sé que con la mayoría de los "comentaristas" me despediré en privado por mail. Pues eso, vivid y con ello, sed felices. Nos escribimos en septiembre.