Una carta para el mundo




Después de 57 días Guatemala aún me sigue sorprendiendo. Cada día es una sorpresa diferente. Es sorprendente esas puestas de sol que son como una belleza tímida que pasa desapercibida por una gran urbe. Cualquier parecido de este lugar con cualquier otro que haya visitado en toda mi vida sería pura casualidad. Me sorprende la fortaleza serena de mis acciones y reacciones. Me sorprende la entereza de los niños a los que acompaño, no cuido. No los cuido porque en verdad no necesitan mis cuidados, son pequeños hombres y mujeres que están en un oasis, a veces roto por erosiones de la vida que no deben sino confirmar que el estar aquí te hace ser de una pasta especial, diferente, que no tiene nada que ver. Aquí pensar mucho es un lujo, un privilegio que se te permite pero por el que puedes optar. Lo que cuenta aquí son las acciones y las reacciones. Cuenta pero debes saber que lo bueno que hagas no será más importante que la luz de un sol que se empeña cada día en alumbrar. Tus actos, que para otros es excepcional, aquí se tornan a veces en un acto de rutina. 

Guatemala me ha acostumbrado a darlo todo sin pasar facturas. Me ha acostumbrado a malos olores, a ser un padre y un amigo al mismo tiempo, me ha enseñado a cambiar pañales, a tener una paciencia puesta a pruebas. La tristeza es imposible aquí. Puedes llorar, puedes quejarte, puedes maldecir muchas cosas pero no te engañes, aquí la víctima no eres tú, aquí sólo puedes intentar hacer de cada día algo diferente. Puede que no sea así, puede que sea muy parecido pero créeme, sólo tienes que salir de aquí unas horas para darte cuenta de que esto cuenta. Cuenta para ti si eres capaz de dar pasos hacia adelante en tu conocimiento propio. Es posible que acabes en un punto pretérito pero también es cierto que si lo haces es porque es posible que ese sea el lugar del mundo que te corresponde. 

La paz del río que nos baña sólo es interrumpida por las ondas provocadas por el viento o por las embarcaciones que cada día cruzan este inmenso río. Esta paz se traslada y viaja con nuestra alma. Yo, que pensaba que la música iba a ser un bien inmaterial necesario, me ha abandonado en parte para dar paso a un silencio, o al sonido de los niños con sus peticiones, sus acentos y sus costumbres que echarás de menos cada minuto. Al final del día te dan ganas de decirle a esos niños tan bellos lo muchísimo que los quieres o los estimas, que sin su compañía nada de lo que haces tendría sentido, que en verdad ellos te están dando algo que nunca jamás nadie te dará… Y sabrás que tu apenas serás un protozoo, algo nimio o insignificante en sus vidas. . Descubres que los valores educativos pueden estar obsoletos o pueden estar desfasados pero es eso, o el salvajismo del puñal en el cuerpo yerto de un no juzgado posible culpable.

Guatemala es un lugar que puede pasar desapercibido para el resto del mundo. Guatemala puede no ser un país de referencia en casi nada…pero os pido que no os engañéis. 

Este país es único, es especial. Lo es, claro está, por la topofilia que logras sentir al vivir y existir aquí con todas las circunstancias, favorables o adversas. Los niños, el modo de vida, la forma de vivenciar cada experiencia es algo único, algo que no había conocido en mi vida. En los días en los que me siento más vacío, incluso esos días tienen más contenido que cualquier de los días de los últimos diez o veinte años. Aquí puedes vivir sin agua, sin luz, con toda la escasez de la que puedas llegar imaginar. La televisión es casi quimera, Internet, tal y como lo concibes en el mundo desarrollado, algo increíble o casi inalcanzable. 

Más, no te engañes, este lugar es referencia para el que lo ha vivido hasta en los huesos, hasta las últimas consecuencias. No te contarán que aquí bailar sonidos caribeños es algo lógico y necesario. NO te contaran las historias de cada uno de los niños o de las personas. NO te contaran que llevar un arma sea cual fuera esta es algo normal. NO te contaran que al subir a un autobús puedes sentir mucho miedo. Que pasa desapercibido pero que la tragedia ronda cada minuto. Que cada vez que la esquivas no te das cuenta pero deberías dar gracias porque no te haya tocado la mala suerte de acabar tus días en mitad de ninguna parte. Que la música está en todos lados si la logras escuchar bien. Que el amor fluye en el ambiente, puede que sea algo efímero o algo para toda la vida. Que los guatemaltecos tienen un embrujo que sólo lo puede saber el que lo vive y el que lo conoce. Que desplazarse por este país a diferencia de otros lugares, es pesado, aburrido, que puede hartar. Que el amor tiene un concepto que aún a mí se me escapa. Que la fruta es religión. Que no ver un rascacielos puede llegar a ser algo precioso. Que la naturaleza, la agricultura, el bucolismo, la lluvia, la humedad o el calor pueden ser algo a lo que fácilmente puedes acostumbrarte. Que no te das cuenta de la dimensión natural del lugar en el que estas. Que cuando se te ocurre dar marcha atrás y pensar,  te abruma ver todo lo que has conseguido sin darte cuenta apenas. Pero lo logrado solo te valdrá a ti, no te servirá para tu futuro empleo. 

Aquí las realidades no son tal y como la concibes en España o Estados Unidos. Aquí las realidades te hacen más fuerte o te vas a la mierda. Aquí necesitas estar para saber que el resto del mundo desarrollado es un lugar donde sobra todo. Aquí tienes que vivir y sobrevivir, ingeniártelas para poder salir adelante y valerte por ti mismo. Que no tienes todas las oportunidades pero que te las inventas. Esto es este sitio pero multiplicado por diez. Aquí es donde vivo, aquí es donde me imagino, aquí es donde me enamoro, donde no pienso, donde sólo existo, donde pongo mi grano de arena y observo el monto de la playa. Aquí es donde por fin he logrado ser hombre.


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