Reconozco que debo ser un tipo
extraño para las personas que están a mi alrededor. En verano, mientras el
común de la gente se tuesta vuelta y vuelta en la playa, yo realizo caminatas
maratonianas, busco la sombra para pasarme horas y horas leyendo un apasionante
e idealista libro o en el mejor de los casos, haciendo pesquisas para
investigaciones fantasmas sobre geografía. Reconozco que me lo paso genial. Que
la idea de tumbarme al sol en una playa sin música y de brazos cruzados me
aburre sobremanera. Yo concibo el tiempo solaz de una forma también activa. Reconozco
que muchos piensan de mi que soy excéntrico, que me salgo de la órbita que gira
sobre cuestiones que a la gran mayoría no importan. Sin embargo, en este mundo
mío poder tener ya no sólo tiempo, sino además ganas de llegar a lugares
imposibles, leer 600 páginas en siete días o poder escribir cualquier
manuscrito es una sensación maravillosa. Físicamente me llena porque se activan
todos mis sentidos con cada caminata e intelectualmente mantener mi cabeza en
menesteres que pueden soslayar frustraciones como digo, me llena. No me
considero aburrido ni pedante, no doy el pego como intelectual como algunos me
tildan. Igual que a mi me cuesta acertar a pensar que no todos los que se
rebozan en la playa son un tipo de personas, u obedecen a un encasillamiento,
me gusta la libertad de que cada uno sea diferente, único, inequívoco y que más
que extrañeza, resulte cuanto menos grato saber a qué dedicas el tiempo de ocio.
Reivindico el derecho a ser tan diferente, excentrico, raro o loco como uno quiera. Menos mal que no todos pensamos igual, ¿no? Sería un mundo aburridisimo.... no habría variedad ni color, ni nada interesante, pufff
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