REINAGURO FICCIONES VITALES CON ESTE PRIMER
ESCRITO Y UNA CANCIÓN.
Fue hace poco, pero en mi interior parece que
fue hace siglos. Con respecto a la última vez muchas cosas cambiaron. Ella, ese
Alisio que había dejado de soplar apareció cuando nunca debió, en medio del
continente, alejado totalmente de su influencia. Yo era un ser xerófilo. Aprendí
a vivir sin su influencia, pero no olvidé el frescor que me brindó. Nunca lo
olvidaré. Procuré que la floculación fuera lo más rápida posible por mi bien. Pero
fue complejo. Más, otros momentos serán buenos para hablar de esa conversación
subrepticia.
Cuando aparecieron las marcas, casi al mismo
tiempo en que el Alisio apareció, también apareció una chica de ayer, de hoy y
siempre, ese zatico como ella misma se definió. Sabía que aparecería en la
noche en la que se producirían esas marcas, esa noche omnisciente.
Los vi. Vi a los tres pero sólo hablé con uno
de ellos. A los otros dos los dejé arredrados, o quizá fui yo el que se arredró.
Poco después de aquella lóbrega y sobria noche
recibí una misiva de la chica zatico, la chica de ayer en la que por primera
vez escribía algo que no fuera una hoja en blanco. Estas fueron sus palabras:
“La puerta se abrió,
yo pasé enseguida. El local desnudo, al principio, se fue vistiendo de colores
y de olores variopintos a medida que la muchedumbre accedía. Me encaminé a la
barra, sin asientos disponibles, era uno de los pocos lugares donde reposar el
cuerpo. El humo no estaba invitado, como en otros tantos sitios, pero no así el
alcohol, el sudor, y la temida oscuridad. Quise mirar en varias ocasiones.
Demasiada gente, imposible discernir lo conocido de lo ajeno. De hecho, al
final de una canción, los aplausos arrancaron el perfume que llevaba puesto.
Entendí que tu estabas ahí, pero era tal la atmósfera, que cada melodía te
alejaba más de donde yo me encontraba. Así, fui asumiendo la pérdida. Al final
del concierto, ya nadie amaba el local. Si antes se peleaban por entrar los
primeros, ahora lo abandonaban sin más. Al salir, el hechizo caducó, a las
doce, como le ocurrió a Cenicienta. Fue así como tu presencia se desvaneció en
el sueño de la noche”.
Más, esta vez fue diferente y yo contesté con
una letanía de palabras totalmente exhortado:
“En un exiguo
instante ocurrió todo, pero ese alienado momento fue paradójicamente eterno.
Quise que no acabara nunca. Era un lugar lóbrego, bullicioso, pero sentía como
el silencio me gritaba con sumo hastío. Su lasitud conspicua alteraba mi ser
llenándolo de una espantosa entropía. La melodía acabó siendo inane hacia mí, y
sólo quedó lo fútil de aquel instante en que sentí, al ver viejos fantasmas
reincidiendo sobre mi ser. Demasiado abstruso. Me dije que no, que era
imposible. Pero volví a incidir en ese relapso, en una ambivalencia que no supe
ni sabré explicar a los protagonistas. Sentí conmiseración hacia mí por esta
contumaz actitud, miserable y con el escaso valor del ego y del orgullo. Y
luego llega usted y produce un paroxismo con la unidad de dos cuestiones tan
extrañas como la beldad y lo mohíno. ¿Cómo lo hace? ¿Cómo hace para convertir
aún el acero que ingiero cada día en dulce mantequilla. No, no ha perdido ni un
ápice de sus amplexo figurados que tantas marcas dejó”.
Y ahora heme aquí, expectante, esperando. Metafóricamente
impecune, quizás pecando de ser insidiosos y provecto. Pero sigo aquí,
reconociendo mi inane maldad y mi mal hacer, pero excusado por el daño recibido.
MARWAN - MARCAS
He quedado aplastado por un tubo
de Colgate
Ahora un vaso de Jack Daniels me
alivia el desamor
Tengo el alma enganchada, en tu
escote azul de Zara
Desde aquella noche eterna en la
parte de atrás de un Ford Escort
Mi perdición es tu perfume de Loewe
Dos sandalias hawaianas y el sabor
a Frenadol
Que ha quedado en mi boca al
marcharte
Y en el Ipod de tu coche ya no
suena mi canción
Marcas, marcas de tu paso por mi
vida
Marcas que tras la despedida
dejarán abollado el corazón
Marcas, marcas de tus uñas en mi espalda
Marcas que dejaste en la almohada
con las ruedas de tu Ford Escort
Aunque ya no te lo creas bajo dos
mantas de Ikea
Sonreías como un niño al abrir su
Happy Meal
Conduciendo los volantes de tu
falda de Versace
No pensaba que te irías con un
rastas que usa Farmatint
Aún recuerdo tu sonrisa subrayada
con Max Factor
Tus zapatos, tu pecho de Don
Algodón
Y se aburren esperando en mi mesilla
Esas Ray Ban que dejaste y un
paquete de Control
Marcas, marcas de tu paso por mi
vida
Marcas que tras la despedida
dejarán abollado el corazón
Marcas, marcas de tus uñas en mi
espalda
Marcas que dejaste en la almohada
con las ruedas de tu Ford Escort
Por si aún te quedan dudas H y M
Significa hombre muerto desde que
me dijiste adiós
Y en el catálogo de Puma de este
año
Dicen que de nuevo va a llevarse
la desilusión
Marcas, marcas de tu paso por mi
vida
Marcas que tras la despedida dejan
abollado el corazón
Marcas, marcas de tus uñas en mi
espalda
Marcas que dejaste en la almohada
con las ruedas de tu Ford Escort
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