Es complicado. Imposible. “Todo
es posible”. Bah, paparruchas. Los optimistas y los fuertes siempre con sus
frases implacables para dominarlo todo. Cuando has sentido tantas veces estas
cosas y sabes perfectamente hacia dónde irá todo, cuando ya tienes una
directriz básica de lo que hay que hacer, tienes que intentar hacer que el
corazón soslaye eso con la ayuda de la cabeza. Querer y sentir algo por alguien
no significa que puedas estar con esa persona. Existen tangibles e intangibles
que hacen que sea imposible. “Hombre si crees, podrá ser”. La magia del destino
en mi caso se ha tropezado con una piedra llamada YO. Cuando sabes lo que va a
pasar –o la menos crees saberlo-, en momentos como estos no puedo evitar
sentirme triste, alicaído. Vuelves a cometer los mismos errores, esto es:
sentir cosas por personas que no están a tu alcance, tú eres de nuevo
insignificante y la otra persona es de otro planeta. Sé que no es la actitud
con la que afrontar estas cosas, pero es preferible asumir cosas, que creer que
puedes cruzar el océano en dos días con una barcaza que zozobra y hace aguas.
Es imposible cruzar el océano con un barco a la deriva y que estás tratando de
mantener a flote simplemente en ese lugar, sin tan siquiera navegar. Intentas
no acabar en el fondo del mar. Que ya bastante haces con mantenerte a flote
para siquiera cruzar todo un océano con las armas más precarias con las que
puedas contar. Sabes quién eres, sabes en qué crees, sabes cómo afrontar las
cosas, y sabes lo suficiente como saber perfectamente lo categórica de esta
afirmación: Querer a alguien, no significa que puedas estar con ese alguien.
Siempre nos quedarán las estrellas del estío.
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