Palabras que no tienen palabras



Es posible que me arrepienta y me equivoque totalmente con este post. Si lo hago no lo borraré ni renegaré de él. Lo hago por la necesidad de escribir, de expresarme. Me mueve el ansia de poner palabras, la inspiración literaria que, como el empleo en este país, no abunda. Aclarado esto, empiezo:

Es un deber tener sueños pero ¿acaso yo también tengo derecho a soñar con imposibles? ¿Cuánto de realidad hay en los pequeños detalles? Repetidas veces he dicho que soy afortunado por haber estado con mujeres que me han querido, me han hecho sentirme genial. Y quizás porque no soy de los que cada dos por tres caen, porque ya me cuesta sentir cosas y por mi forma de ser, no estoy acostumbrado a recibir halagos, dedicatorias, palabras incluso indirectas y mucho menos cosas que signifiquen o que impliquen que alguien pueda percatarse de que existo como hombre además de cómo ser humano. Vivo aceptando eso, resignándome a ello y a muchas cosas. Y estoy acostumbrado a pasar desapercibido ya que tampoco destaco por nada. Por eso cuando percibo, aunque sea de lejos que a alguien puedo llamarle la atención me choca. Puede que en muchos casos, o más bien la mayoría, cuando eso suceda, haya un desencuentro, pues yo no estoy en las mismas porque…pues porque no y ya está, no le voy a dar más vueltas porque ya he hablado en un reciente post de los mapas mentales que nos solemos hacer y que vendrían a explicar los desengaños, cuestión esa en la que sigo estando muy de acuerdo.


Con 15 años ya supe que de mayor iba a ser rebelde y solitario

La pasada semana tenía una conversación con mi amiga Honey Kohana, novia de mi amigo el del “pelo más maravillosamente bello que jamás haya visto”. El extracto de aquella conversación venía a decir, según Honey Kohana, en que algún día alguien volvería a descubrirme. Eso decía ella, porque yo en aquel momento adolecía de un bajón anímico que me llevaba a creer que era imposible. En parte lo sigo creyendo, aunque no niego que tengo fe (creencia irracional en que algo sucederá). ¿De dónde viene esa fe? Es muy sencillo. Yo cada día sueño, sueño y sueño. Sueño dormido y despierto. No es extraño ir caminando por la calle e imaginarme en otro lugar, incluso con otras personas y situaciones. La capacidad de abstracción que tengo es muy alta. Y creo que eso se puede cumplir. De ahí viene mi fe, que es mi alimento. Aunque lleve ya tres décadas de vida, sigo teniendo esas cosas de inocencia porque a fin de cuentas, si no soñamos ¿qué será de nuestra realidad? No podría con la dureza de esa realidad si no pensara que de alguna manera, de alguna forma, algo sucederá en mi anodina vida que la hará especial, sólo hace falta toneladas y toneladas de paciencia. Pero volvamos al caso que me ocupa…

Cuando algo –una posibilidad de cambio de vida- o alguien –una amistad o una mujer que me llame la atención- aparece, mi inconsciente bipolaridad actúa ilusionándose rápidamente. Pronto voy poniendo los pies en el suelo, de tal forma que acaba siendo un vaivén, un tira y afloja en el que sólo los acontecimientos acabarán por decidir si en la balanza pesa más la ilusión que la desilusión. Y si gana esta última, ya puedo decir que no me temblará nada para poner fin a lo que sea que me genere algún mal. Esto que digo explicará, quizás, futuros posts paradigmáticos o puede que un tanto alicaídos…o todo lo contrario. Aquí lo estoy haciendo es poner en antecedentes.

(Kit-Kat: creo que todo esto, este aura que rodea estas palabras están patrocinadas por el libro que me leí el pasado fin de semana y que me caló mucho más de lo que imaginaba a priori).

Su letra me dejó…amarillo

Yo sé que estoy preparado para hacer feliz a alguien que recíprocamente me pueda hacer feliz. Lo sé, o bueno, lo siento. Sólo me hace falta relajarme y tener más seguridad en mi mismo, creer que puedo superarlo todo con una sonrisa y con valentía aunque no sean los mejores tiempos. Si soy capaz de quererme, de sentirme bien conmigo mismo, ¿cómo no voy a ser capaz de hacerlo con otra persona? O la pregunta más bien sería, ¿Por qué alguien no va a creer que yo no puedo aportarle algo en su vida? Aunque con franqueza, normalmente pienso que no hay nada en mí que al común de los españolitos les pueda aportar nada, y los hechos de mi vida vienen a confirmarlo…

La música. Ha sido eso lo que me ha vuelto a generar ilusión. Porque es ella la ha que ha movido mi vida junto a algunas palabras. Si esas palabras, esos mensajes se traducen en indirectas bastante claras, lejos de esa digamos “ambigüedad”, lo que queda es un mundo de ilusión que te creas o que te quieres hacer creer. Es lo que quizás está sucediendo. Yo admito mi torpeza aún, a pesar de más de tres décadas de tiranteces sentimentales en interpretarlo todo. Pero sigo al caso, que me lío. Yo creo que aunque aparezca una ‘Femme Fatale’ estoy capacitado para invertir eso, sólo con una sonrisa, con unos ingredientes muy básicos y recíprocos. Sí, lo sé, me estoy explicando fatal. Pero lo que necesito desde hace tiempo es alguien que ponga patas arriba mi vida porque esta continua planificación es tan poco yo…Necesito que alguien me vuelva a desordenar la vida porque…sin ese desorden, puedo vivir pero todo es mucho más vacío.



Y bueno, en verdad estas palabras no las escribo yo, las escribe la primera musa que tengo en mucho, muchísimo tiempo. Yo no sé si es realidad o sueño. Suele suceder que lo que existe en estas es algo enigmático. Te preguntas ¿Seré yo el que lo genera o será recíproco? Lo difícil que es decir a alguien, después de mucho tiempo un simple: “Me gustas”. Cuesta porque no conoces de nada a esa persona, porque como he dicho, puede que sean historias que te estás inventando, que luego propician que bajes de golpe y porrazo al suelo, pero como mal menor, si es algo que has creado tú dirás: “nada nuevo bajo el sol”. Aunque la decepción no la quita nadie (o sí, si es algo muy pasajero).

Pero luego te levantas a la mañana siguiente, tras horas y horas de transitar por mundos que hacía mucho y mucho que no recorrías y… observas que estás solo y te preguntas: ¿Esto es realidad o sueño? ¿Lo inventé yo? Es lo que va rondando por tu cabeza. Porque has dicho y te has jurado que abogarías por realidades, no por ficciones. Te bajas del carro y esa mañana dices: Sí, soy yo, porque no la conozco de nada. Y bueno, no negaré mi obstinación, más, al mismo tiempo es una ilusión tan bonita que me resulta tentadora e irresistible. Eso sí, la edad te hace ir más pausado en estos momentos. La edad te procura toda la experiencia para no escribir lo primero que se te pase por la cabeza, te permite calibrar, medir muchas cosas –si es que algo se puede medir-, principalmente te hace más prudente para no acabar siendo un pardillo. Y me acuerdo de mi amigo El Sabio, uno de mis mentores. Él y yo estamos de acuerdo en que a nuestra edad, ya los hombres necesitamos tener una mujer al lado y sentar cabeza, pero al mismo tempo coincidimos en que ya no nos vale cualquiera, porque tampoco somos chicos cualquiera, somos especiales, y sabemos que de normal estamos mejor solos y que tiene que aparecer alguien que te cale verdaderamente para que te lances.


Me he levantado preguntándome si aún estoy soñando despierto

Sé que pasan cosas dentro de mí. Ella en verdad no hace nada, es la canción justa, que digan las palabras necesarias, es la sonrisa absurda que me hace esbozar. Son esas mariposas en el estómago. Es ese misterio maravilloso. Es… es la zozobra continua de que en cualquier momento la realidad te puede golpear y darte cuenta de que has sido tú, y no los dos, ergo, vuelta al desencuentro. Y como le dije: “Las personas bonitas no se ven con los ojos”, porque algo estás viendo, sin lograr saber qué. Puedes estar fallando pero te apetece equivocarte. Se te eriza la piel, te ilusionas, creas un mundo en donde te inventas por fin colores. Ya no todo es monocromático. Algo hay. Aquí lo que verdaderamente es novedoso es mi ‘valentía’ en intentar volver por esos derroteros. Eso me sorprende si me pongo a pensarlo –que tampoco es que lo esté pensando mucho-. Pero mi romanticismo, blando y duro aparece y se ve escuchando de nuevo ‘melosías’…

Y bueno, claro, luego viene el miedo a decir algo que no debes, el miedo a lanzarte, a decir esas dos ridículas palabras. Pero claro, hay un problema: ya no estás acostumbrado a eso (¿Llega realmente uno a acostumbrarse a declarar tener sentimientos románticos por una persona? Yo creo que no, al menos en mi caso). Pese a ese miedo todo se ve de otra manera y ¡qué caray!, es bonito. Lo es ahora, en este instante en que te mantienes flotando en esa divina burbuja hecha del mismo material de los sueños que tú (o ella) fabricas. Lo es aunque haga dos días que la conozcas, aunque el flechazo haya sido instantáneo, aunque en verdad puede que sea una ilusión sin base. Pero es en ese momento cuando vuelves a escuchar esa frase de Nimri en Los Amantes del Círculo Polar: “Venga, atrévete, valiente”. Y de a poco, te vas atreviendo. Quizás debiera explicar que a mí, sólo con una palabra en el momento justo, me pueden remover todo el mundo. Y eso, como ya he apuntado, no sucede siempre, ni a menudo. Hay muchos condicionantes, y no cualquier palabra, frase o comentario me llega. Soy un tipo duro, me he convertido en eso. 

Desaparece y luego hace ¡Chas! Y aparece a tu lado

No obstante, siempre está esa traidora monja de clausura llamada razón y que se empeña en racionalizarlo tanto todo que los colores vuelven a convertirse en blanco o negro. La cabecita me dice que soy yo el que genero eso, que en verdad nadie me necesita, que nadie se ha fijado en mi realmente o si lo ha hecho, no tiene base para hacerlo. Es como si mi mente quisiera hacerme sentir inferior o como si nadie que me conociera fuera capaz de quererme. Es un duro patriarca que va con mano de hierro.  Y duele. Creo que en verdad mi cabeza se está comenzando a hacer una idea de la persona que quiero tener al lado y dibuja y esboza la imagen de la mujer que camina a mi lado. Aparece alguien y de repente mi cabeza cree que justamente es ella. Mi vehemencia se deja llevar gracias a las hormonas, esas geniales endorfinas liberadas que te hacen ser feliz.

Temo volver a caer pero al mismo tiempo quiero intentar caer porque este desierto tan árido ya escuece. Sigo pensando que me merezco a alguien que me quiera bien, que me sepa querer, que sea pasión y cabeza. Creo que los sueños se tienen que cumplir. Al menos eso creo ahora porque estoy en una etapa paradójicamente optimista pese a que mi realidad en verdad no invita a serlo. Pero quiero estar así. Quiero porque…me gusta imaginar que alguien tiene fe en que yo pueda generarle un sentimiento parecido al amor y que además, sea recíproco. Pero no sé si esto será para tanto como para que esta mujer se atreva a caminar un poco más. No sé si querría que anduviésemos todo un día por estas calles de la vida, soñando con que ella ve en mí lo que no encontraba y yo en ella, lo que no buscaba.

Poco a poco, caminando poco a poco, ese debería ser el secreto

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