Un tributo. 7 años, 27 horas...ahora


Este post iba a ir en mi blog de música, pero me era imposible hablar sólo de música con estas canciones. Es especial aunque parezca monotema. En las actuales circunstancias en las que a duras penas sé en qué día caigo o qué arrebato tendré mañana en función de la circunstancia, encontré este rincón guardado de música. Música que casi todos verán como imposible de entender mis halagos o el motivo por el que le doy valor. La razón es sencilla: mi infancia. Y esta semana triplicada que acaba hoy –ya era hora-, he querido encontrarme de nuevo por mi bien.


Llevo unas 26 horas seguidas sin dormir fruto de una incansable agenda de trabajos universitarios. Hace una semana fue un aniversario especial, como todos los años. Esta tarde-noche, agotado del agotamiento, volví a escuchar esta música. Me miré. No soy el mismo, pero al mismo tiempo lo soy. Me encuentro muy parecido a mi padre. Con cierto carácter huraño, me encuentro haciéndole cosquillas a mi sobrino como lo hizo mi padre conmigo. Me encuentro de noche en el coche en una carretera, perdido, como lo hiciera mi padre con nosotros. Ahí está la diferencia. Entonces éramos nosotros. Ahora soy yo. Yo y solo yo.


Cada día que pasa el agobio y el estrés es harto, el hastío llega hasta unos niveles preocupantes. Sólo hay una cosa que me calma, lo de siempre. Todo eso tan malo que me hace huir del mundo. Lo sé. Igual estoy cometiendo el mismo error que mi padre y estoy tirando mi vida adrede. Puede ser. Pero una vida sin el gran sueño de mi vida sin cumplir es algo tan vacuo que ya he dicho que prefiero perecer enseguida que en una espera monótona.


Miedo a perderlo todo. A no acabar la carrera. O a acabarla y estar sin salida. Solo, romo. Sin nada más que un orgullo propio que de nada sirve. Pero sin un abrazo. Miedo a que se esfume todo. Como de hecho así está siendo. Si mi inspiración diera como antaño, probablemente se sabría mucho más de la justificación de estas palabras. Pero es simple: no escribo porque no vivo. Si viviera algo importante que me provocara inspiración, no dejaría de escribir. Pero no hay nadie que inspire estas palabras.


Esta música es fruto de mi infancia. La escuché durantes años y años. Y de mayor soñaba con poder bailar con alguien a quien no le importase y hasta le gustase sólo por el hecho de que me gustase a mí, sólo por amor. Esas cosas que se hacen sólo por el sentimiento. Sin embargo, eso tan sencillo, eso que para muchos es algo básico, para mí es un Everest inalcanzable. Motivo de frustración como tantos otros. Música ésta que me transporta a mis tres, cuatro, cinco años en aquel pueblo, Río Claro, tan bonito nombre, tan bella infancia. Todos mis malos presagios, o mejor dicho, todos, absolutamente todos mis miedos de cuando tenía seis, siete años, se están cumpliendo. Lo peor es que no encuentro un posible punto de inflexión. Por más cambios o mutaciones que haya en mí, nada cambia, la misma mierda indeleble, imposible de borrar aunque tenga ganas de tener fe. Fe que siempre hay alguien que te quita.


Esta música no era motivo de malestar, no. Era motivo de recuerdo. De saber quién era. Quizá ese joven lleno de fe en que algo podría suceder. Cada día tengo que sudar para obtener apenas un 10% de fe en que algo ocurra. Pero es muy poca y muchos los que se encargan de que quede bajo cero. Desde la propia familia hasta allegados o personas que sistemáticamente te utilizan. Los Bajip me recuerdan a La Gomera. Isla, ésta, que ahora duele más de lo normal, o lo que va siendo lo habitual ya. Sea como fuere, este post intentó ser un tributo a mi infancia en Venezuela y mis posteriores viajes a La Gomera antes de cumplir la docena de años. Esta música hace que me vuelva a vestir de niño. Un niño que, por otra parte, no ha dejado nunca de estar. Ha cambiado el mundo, pero no el niño que aún sueña con un “te amo” por la noche, y un beso de amor cada mañana. Porque aunque lo niegue o pase lo que pase, sigo y seguiré siendo soñador y romántico como pocos.

Veintisiete horas después de haberme levantado, no sé dónde estoy ni dónde caeré. Sólo sé que esta noche volveré a soñar que ese sueño que tengo desde los 7 años se cumplirá… Como ha venido siendo los últimos 23 años. 

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