Una tarde de satisfacción
Tiene cinco años y se está
convirtiendo en todo aquello que siempre quise que fuera. Es tierno, dulce,
cariñoso, se deja querer, inteligente, listo, avispado, risueño. Es todo
aquello que una madre, una abuela y un tío pueden esperar de un niño. Mi
sobrino es un milagro. Después de tantas vicisitudes previo a su nacimiento,
después de tantos avatares en el primer año de vida, hoy día es un pequeño
hombrecito que provoca que me pregunte, ¿cómo es posible que me encoja tanto el
corazón? ¿Cómo explicar este amor que siento tan diferente a lo sentido antes? Y
lo más importante, ¿Por qué tengo tanta aversión a esa sensación que tanto bien
me hace? Una tarde con mi sobrino, haciéndole cosquillas, contestando a todas
sus preguntas, viendo como lee, escribe, como quiere que bailemos, que hagamos
una acampada en casa, escucharlo cantar con los dibujos animados, cómo hace su
tarea y como obedece, es sencillamente… algo inefable, indescriptible. Es tan fácil
ganarme su cariño. Lo amo como nunca seré capaz de explicar.
Una noche inesperada
Hacía semanas mi amiga Violeta me
había avisado de que iba a actuar por primera vez con un grupo de música
brasileño en La Orotava. Lo
tenía apuntado en el calendario. Mi amiga no está pasando su mejor momento
personal pero es valiente, fuerte y aguanta con estoicismo los reveses de la
vida. Aproveché para testear la situación del viejo grupo de amigos de la
carrera. Les avisé vía mail para ir a ver a nuestra amiga. No sólo obtuve una
respuesta afirmativa, sino que de nuevo nos juntamos los de siempre, cinco de
los seis que siempre estábamos, no sólo para ver a nuestra amiga, sino también
para cenar todos juntos, compartir risas, anécdotas y toda clase de
situaciones. Me reí lo que no esperaba. Mi situación no es especialmente “feliz”,
pero ellos me hicieron reír hasta el llanto. No hizo falta alcohol, no hizo
falta nada para que bailásemos, hiciésemos un poco el ridículo viendo a Violeta
tocar en el escenario y por fin, durante unos minutos, volvimos a estar todos
juntos como antes. Fue algo precioso. En ese instante me aparto un poco para
observar el cuadro tan hermoso que forman personas tan dispares.
¿Un primer paso?
En la reunión con los amigos
estaba el que otrora era uno de mis mejores amigos. Una persona intachable.
Alguien por quien profeso una gran admiración y del que siempre me he jactado
de decir que era una de las mejores personas que he conocido. Pero le hice más
daño del que nadie le había causado nadie en su vida. Y eso me relegó al último
lugar de su vida. He estado absolutamente fuera de ella, de tal forma que las
contadas ocasiones en las que nos veíamos la frialdad era como la del desierto
del mismísimo polo Sur. Sin embargo, hoy, después de mucho tiempo, volvimos a
reírnos juntos, a tener cierta complicidad. Sin lugar a dudas fue lo mejor de
la noche. Volver a reírnos juntos, a dirigirnos la palabra de forma directa. Más,
fue un nimio paso, pues aún se le veía distante, desconfiado, pero ya hubo un
atisbo de que quizá, algún día… Y con franqueza, lo estoy necesitando mucho. Ninguna
mujer merece la pena que una amistad como la que tuvimos se fuera a la basura,
pero admito que soy el responsable y en noches como hoy intentaré que me vea
como un día me volvió a ver. Sería un final digno a una historia cruel.
…Más dura será la caída
Mientras más alto suba…pues eso. Para
mi sorpresa esta semana me he encontrado con que una chica, después de mucho,
muchísimo tiempo –casi no recuerdo cuándo fue-, ha tonteado conmigo. Y yo he
entrado al saco. Sin embargo, yo, hombre que amaga pero no remata nunca, no he
logrado hacer lo lógico y lo obvio: invitarla a tomar algo. En esas estoy.
Fuentes externas que han visto el tonteo afirman que algo hay. Y yo, en un
punto extremo de cobardía no me lanzo a una piscina sin agua. El caso es que no
sé quién es, quiero saber cómo es para saber si ese tonteo es sólo eso o es
algo más. Como decía hacía unos días, mi estado natural es el de estar
enamorado o pendiente de alguien. No sé si el destino habrá leído mis palabras
pero el caso es que de repente apareció ella. Me gusta, no lo negaré. Parece
que una vez más alguien leyó mi mente, la descripción de la mujer que quería y
la colocó a mi lado. La situación es algo difícil, pero nada que ver con
historias del pasado. Quisiera tener seguridad en mi mismo, ilusionarme,
continuar hacia delante, pero las últimas experiencias me han hecho timorato. De
hecho el pasado jueves tenía una ocasión pintiparada para invitarla y la dejé
escapar. Tengo que aunar todas las fuerzas, dejar la presión propia, los
pensamientos y lanzarme a pedirle una cita. Y espero no perder la vez, pues
ocasiones así no se presentan siempre. No quiero hacerme ilusiones porque la caída,
aunque no haya mucha distancia dolerá muchísimo y mi corazón está totalmente
ajado, ultrajado, roto en millones de pedazos. No debería ni tan siquiera hacer
ademán de moverme, pero… la tentación del amor es algo que me pude. Estoy
esperando al mismo martes para volver a actuar como una persona “normal” e
invitarla como ya debía hacerlo hace varios días, y si obtengo una negativa…procurar
que la caída no me destroce aún más. Más como decía alguien, “si hay que morir,
hay que morir matando”. Ojala no pase lo que la última vez y me desencante. Es
inevitable subir, lo que espero evitar es la dura caída.
Dos días que dan para mucho... y lo que se me ha quedado en el tintero
:)
ResponderEliminarQue ternura lo de tu sobrinito, que envidia, yo aún no soy tía... ¡y me gustaría mucho!
ResponderEliminarMe alegro por el acercamiento con ese amigo, algo es algo.
Y si, ¡tirate a la piscina! Mucha suerte.
:D