Una noche. Noche de
feel, de lirios, de recuerdos, de Road, de beldades. Noche de vendavales de
mujeres, de música a golpe de guitarra. Una noche fría, corta. Noche de enero
invernal disfrazada de octubres bipolares, de vidas llenas de arrebatos. Una
noche plácida y tranquilamente loca. Una noche de cielo diáfano con iluminarias
especiales. Elche me dejó sabores múltiples, de fríos y calor, exaltaciones
musicales, exaltaciones divagantes. Una noche muy febrera. Una noche de
esperanzas y locuras matizadas. Una noche ilícitamente ilicitana. Una noche sin importar el
frío o una ciudad desconocida. Una noche inolvidable, de universos con mundos
flotando y chocando entre sí.
Me siento febrilmente
agradecido a mi amigo Dani por su compañía, a una conversación sublime de Road
Ramos, la belleza de Patricia Lázaro y la luz de una estrella: Boza. Siento
gratitud por haber vivido otro momento único en mi vida. Gracias a tres
cantautoras y un amigo me sentí vivo y afortunado. Imposible resulta explicar
con caracteres los miles de pensamientos, las múltiples y ambivalentes
sensaciones. Soy un globo de emoción henchido de furiosa, vacua y llena
felicidad.
Va, Cé, que seguro que habrás vivido y presenciado unos cuantos conciertos de Boza. Envidia me das tú a mi de todos los conciertos que tienes por ahí en Madrid.
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