Son mi vida entera



Os escribo una carta que nunca leeréis. Y lo hago aquí porque en el lugar donde habitualmente nos hallamos se podría malinterpretar o se podría dar lugar a engaños o también porque mostrar los sentimientos está mal visto. Esta carta es todos sentimientos, es para deciros, de alguna manera, todo lo que me habéis hecho. Me habéis cambiado la vida, la cabeza, la mentalidad. Me habéis cambiado.

Recuerdo perfectamente cuando hablé con Shirley la primera vez, le dije: “Así que tú eres la famosa Shirley de la que todo el mundo habla”. Tú, claro está, por tu naturaleza, no te habías dado cuenta de quién era yo, y yo, debido a esta misma naturaleza, tampoco sabía dónde estabas tú. Porque eres una niña discreta, buena, inteligente, que no se lanza si no lo requiere la ocasión y porque en tu vida has conocido sobre todo personas como yo…o no. Eso fue en noviembre, desde entonces hemos vivido tantas cosas: risas, fiestas, momentos de enfado, de llorar, momentos para aprender, para reír, para jugar, para tener miedo y para ser valientes. Recuerdo aquel partido de basket que me ganaste brillantemente, recuerdo las posadas, el momento en el que te fuiste y no regresaste, la cara que tenías cuando te veía trabajar, lo enfadado que estuve, tu miedo, la ilusión incontable que me hizo volver a verte cerca de mí. Luego vino el cambio, de ser amigo-orientador a maestro. Entonces me marqué la meta de darte mi legado, mi sabiduría y en eso seguimos. Intento que entiendas que sin el estudio y las ganas, no harás nada, que tú eres tu propio patrimonio, que no hay más. Y luego llegaron los momentos como el del cayuco, cuando tuve que irte a buscar a mitad del río. O los momentos en que tenías que abandonarnos sin saber si regresarías o cuando yo me he ido sin saber si regresaría. Recuerdo tantísimas cosas, que no cabrían aquí y no tengo tiempo para
escribírtelos. Cada una de tus bromas, pero también tus travesuras, como cuando te escapaste con tu novio y estabas en la clínica y la expectación que levantó aquello. Y fue así, sin saber ni por qué, te convertiste en mi hija, por quien lo daría todo. Has llorado tres veces desde que te conozco. La primera hace un mes, por tu hermana, al recordarla en una noche sin más. La segunda, cuando te enteraste por terceras personas lo que sucedería al final del curso. La tercera, la semana pasada cuando supiste que tu novio me había insultado y habías decidido dejarlo. Y desde que sé el momento en el que nos separaremos me demuestro a mí mismo lo fuerte que soy por no llorar y mantenerme impertérrito.
Pero desde que sé que tendré que vivir sin ti, tengo el corazón roto y vivo un poco muerto y sin saber cómo creer en la vida que te da un hijo y tienes que vivir sin él. ¿Cómo voy a vivir sin ti, Shirley? Sin saber si estás bien o mal, sin saber si estás triste o contenta, sin ser yo el que te lo dé todo. ¿Cómo voy a vivir sin ti? Quiero que sepas que intentaré ser fuerte y seguir aprendiendo y que aquí te prometo que si logras estar en el cuadro de honor, dentro de 5 años te haré el regalo que tú quieras, algo muy grande. Te prometo y te juro que, si está en mi mano, esas 2 semanas de vacaciones que tendrás en diciembre intentaré pasarlas SIEMPRE contigo. Sé que no será suficiente, pero  ¿qué puedo hacer si no intentar cumplirte? Me harás falta porque somos el padre y la hija perfecta. Estamos hechos para ser padre e hija, para darte a conocer la vida tal y como es, con todas sus cosas buenas y con todo lo malo. Yo quiero darte la libertad que no tienes, quiero ayudarte a vivir y que sobrevivas en este mundo con la ilusión de tener lo mejor. Espérame Shirley, tú eres mi razón para seguir vivo. Sólo tú eres mi razón. Eres la hija que siempre quise tener y aquí hallé.



Ay Miriam. Te recuerdo aquella mañana en que llegaste con Dilcia y Glendy. Tus malas miradas, tus antipatías, tu cara de enfado, tus ojos tristes, todo lo malo que tenías al inicio. Incluso tu aire de Lolita, niña mala pero provocadora, que se creía Diva. Y llegó tu suspensión, que coincidió además de nuestro flechazo. Cuando comenzabas a ser una niña normal y yo me daba cuenta de que podrías ser muy buena. Desde entonces el amor no ha hecho más que aumentar hasta un límite en que no logro imaginar aquel lugar sin tus abrazos y tus palabras, sin tus caricias. No olvidaré jamás la visita a tu aldea, Lámparas, y cómo no te separabas de tu hermano Franklin y el amor y devoción hacia tu madre. Recuerdo incluso cuando, locamente y sin pensar me pediste matrimonio. La ternura que me provocas y como me ha conquistado tu inocencia hasta el punto de quererte como una hija más y pagarte, de momento, 6 meses de tus estudios, un sacrificio sobrehumano para mí pero que entre eso, y mi corazón, es lo que te puedo ofrecer para toda la vida, esperando que no te olvida des mí lo suficiente como para dejar de quererme, porque yo a ti siempre te querré.

Éricka, ¿De dónde viniste? Si ni tan siquiera me di cuenta de tu presencia hasta que te llamaron en la cancha varias veces para entregar unas camisas al equipo de fútbol de la tierra. Antes eras sólo una niña más. Hoy eres una niña a la que su padre abandonó hace 11 años, dejando a tu madre sola, con unos hermanos que son una piña, una madre sufrida. La mirada más bella que he conocido, la inteligencia sublime y tantas bromas hechas. Lastimo la falta de experiencias juntos pero ahí están las bromas, las sinceridades, las miradas, las sonrisas, y las ganas de tener algo más. Yo te deseo de verdad toda la suerte que creo que te mereces y tengo que decirte que te adoro, que te quiero muchísimo y que ojalá pudiera ayudarte a que te conviertas en esa mujer que se intuye que será fantástica, ojalá que puedas salir de Brisas hasta un lugar mejor.

Patojos imberbes, os amo hasta el infinito de una manera y forma en que jamás podréis siquiera imaginar. Mi amor es tan infinito como el basto universo. No sé, ni tan siquiera me puedo hacer una idea de cómo podré sobrevivir sin vuestra compañía, sin vuestra presencia. ¿Cómo me voy a desprender de ustedes si me habéis dado todo aquello que he buscado de la vida: amor. Cuando amas a mi manera y tienes que desprenderte te das cuenta de que estás viviendo como nunca pero que nunca has tenido tantos problemas porque debes hacerte a la idea de vivir sin las personas que te dan vida.




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