2 Historias. II - Una sonrisa afable y una lágrima agradecida

Tengo algo que decir sobre las actuales circunstancias que atravieso en este país, como inmigrante aventurero metido de lleno en una ONG y en una selvática situación. Las despedidas son duras en todos lados, lo es en Guatemala como en España, lo es sobre todo cuando sientes una emotividad como la mía. Sin embargo, los años han hecho que ya te tomes las cosas con esa resignación de quien ya sabe lo que ocurre con estas cosas en la vida. Unas despedidas son para siempre y otras son para un momento. Pero nunca sabes si en esa despedida volverás o no a ver a esa persona por la que sientes tanto. Y esa no es la cosa. La situación en cuestión es la constante despedida. Al final te haces de piedra o te vuelves un poco una roca porque has derramado tantas lágrimas de tantos colores diferentes que te sientes demasiado frágil. En menos de un año te has despedido de tantas personas, tantas se han despachado a gusto contigo, se han enojado, enfadado, dicho hasta nunca que tu vida acaba por parecer un duelo constante. Recuerdo a mi otrora amigo Dani, Agoney, Néstor, Estefanía, Bego en mi vida española, recuerdo a mis amigos Marta, Héctor, Silke, André, Micah, Adam, Bori, recuerdo a otros amores sin amor como Estefanía o Kari. Personas que en mucho menos de un año me he tenido que despedir y con todas ellas derramando muchas lágrimas, justas o injustas, pero lágrimas al fin y al cabo. Y yo no tengo madera como hombre llorón, soy más bien de los que prefiere ocultarlo por vergüenza o por vaya a saber usted qué cosa. Sólo te queda levantar muros o moralejas o algo que te haga sobrellevar el dolor de no tener amigos cerca, ni familia cerca, ni tan siquiera un amor de cerca. Un año más tarde todo esto parece definitivamente alejado, como una moraleja de la vida que te dice: “William, no te esfuerces tanto, majo, nunca vas a tener amigos cerca, ni tan siquiera vas a tener una novia, nada va a ser como tú esperas”. Toda la satisfacción y felicidad que sentirás dependerá tan sólo de ti, de tu capacidad para aguantar el chaparrón tu solo, para disfrutar de todo lo bueno como el abrazo de un niño, la satisfacción del deber bien hecho, de estar haciendo algo sin esperar nada a cambio y aprendiendo a que realmente no merecerás nada por ello porque no estás haciendo nada excepcional en tu escala de valores, simplemente te estás guiando por tu hoja de ruta, por unos principios que te rige la vida, aquellos que pocos entienden, que algunos comparten y que todos interpretan de forma diferente. Pero al final, después de un tiempo, y a pesar de esos momentos de compañía, en la soledad oscura total de la noche, siempre acabas solo, intentando reconciliar el sueño imaginando que no hará falta que digas nada para que alguien que te quiere sepa de verdad lo que te pasa, y que nadie interprete que si lloras, necesitas estar solo, sino que sepa que si lo haces es en ese momento cuando más necesitas la compañía. Mi vida no es dura, ni mucho menos, no lo es pese a tantas despedidas y a otras muchas cosas. MI vida es la que yo he decidido que sea. Sigo pensando que no soy más ni menos, sólo un hombre más que, como mi buen amigo Micah decía, no merece nada excepcional, simplemente una vida que mis padres me regalaron para intentar vivirla de la mejor forma posible, intentando aprender lecciones de ella y poder llegar, al momento de mi final, con una sonrisa afable y una lágrima amable. 

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