Esto bien lo podría haber escrito un sábado por la tarde, un viernes
por la mañana…o cualquier día de madrugada. ¿Importa en verdad? Últimamente en
la blogosfera he leído muchas cosas que me han gustado. Hay o existe un corriente
de sincerarse que yo aprecio mucho. Enlazando con la última historia que conté,
quisiera abrirme un poco…pero sólo un poco. Y sin anestesia creo que hoy día
estoy viviendo, probablemente el mejor momento de mi vida. Sí, soy pobre, no
tengo trabajo, estoy envejeciendo y no veo mi amada naturaleza verde que tanto
me calma, pero a cambio estoy tranquilo, no estoy enfermo por primera vez en
mucho tiempo, y tengo las ideas muy claras de lo que quiero hacer con mi vida…aunque
lo cierto es que tengo muchas vías. Por primera vez en mi vida pienso que no
iría a ningún sitio por nadie, ni por amor. Yo, un romántico empedernido, un
tío al que muchos amigos han pedido cientos de consejos para ser romántico y/o
detallistas con sus parejas. Ese ser (yo) ya se pensaría si lo daría todo por el amor.
Hace poco vi “Los Puentes de Madison”, una película de la que todo el
mundo hablaba. Yo, que no suelo hacer caso a las corrientes que recomiendan
películas, me decidí a verla y observé que Meryl Streep, en vez de irse con
Clint Eastwood, se quedaba con su vida monótona y encasillada (si alguien no la
ha visto, siento si le estropeo el final, no era mi intención). La decisión de
Streep tiene múltiples y muy variadas
interpretaciones y como no, yo hice la mía. Decido que esta vez me ocuparé de mi
mismo, de intentar, con todo el esfuerzo del que nunca nadie podrá imaginarse,
ser y trabajar de geógrafo, incluso ser Doctor en Geografía, algo que me sigue
pareciendo utópico hoy día, pero mucho más cercano y realizable que encontrar
novia o tener un hijo. Y esto último es del todo imposible porque he entrado en
una fase tremendamente independiente, casi extrema, en la que no necesito a
ninguna mujer. Hace unos días le decía a alguien que esta estancia en Alicante
está siendo muy dura y sufrida, pero le ponía un símil: es como uno de mis
pateos, como ir a la naturaleza, subir una montaña (por ejemplo, dos de las más
duras e infernales, Pico Cabras y Pico Viejo), sentir que no puedes más, decir
que ahí te quedas y que el infierno te lleve. Pero en esa ardua y compleja
subida, vas viendo los paisajes que dejas atrás y con ese sufrimiento te vas
dando cuenta de que vas pudiendo. Yo soy un tío al que se le da super bien
sufrir para obtener sus metas. Porque cuando llegas a la cima sientes cosas indescriptibles...
Porque al llegar a una de las cimas más altas que alguien haya subido,
te sientes como un ser especial. Ves todo lo que has hecho y te sientes
henchido y excelso de felicidad. Así está siendo este máster. Duro, difícil,
complicado, sobre todo mentalmente. Me está llevando a unos límites que
desconocía del todo. Y si miro en perspectiva, me siento un afortunado. Cierto
que apenas tengo vida social, que estoy siempre pegado a programas de SIG,
leyendo artículos y preocupado por mi Trabajo Fin de Máster, de encontrar
programas de doctorado, de poder hacer mi tesis, de no tener que regresar a
Tenerife, cierto que me planteo mil y un cosas y hasta muy locas y que eso me
quita soberanamente el sueño. Pero al mismo tiempo, pese a todo eso, miro hacia
atrás y sé que en Tenerife no estaría mejor, que en ningún sitio estaría mejor,
aunque eche de menos a mi sobrino, a mis buenos y grandísimos amigos. Hoy vivo
por mí, por mi bienestar y de ese egoísmo he de ocuparme. He tenido tiempo para
todos y a veces poco para mí. Hoy no es así. Planes tengo muchos, ¿Cuál elegir?
-ONG en Centroamérica: Esta era la opción antes de venirme a Alicante,
sin embargo, había varias pegas, como la estancia y sobre todo el gran miedo
que sentía. Era un cambio muy radical, salir de Tenerife e irme y experimentar
algo tan fuerte. Dije que cuando acabase el máster, me iría a Guatemala. Dije
que era un sueño. No sólo lo mantengo, sino que creo que si llego a ir y estar
medio año allí, sentiré que la vida me está llevando por un camino precioso.
Sigue siendo un objetivo, no ya el de Guatemala en concreto, sino el de
trabajar con una ONG. El alma me lo pide y sé que lo tengo que hacer. Es un
deber moral, no ya conmigo mismo, sino con el resto de personas que me han
hecho llegar hasta aquí, tan alto que me da vértigo pensar en dónde estoy.
-Programa de Doctorado ¿en Chile?: Esta opción es nueva pero es
golosa. Sería ir a Chile, un país en el que me quedé a las puertas de visitar
en 2006. Se trataría de irme a hacer lo que más me gusta, los Riesgos
Naturales, y obtener el doctorado en una buena universidad. Se trataría de irme
de España, de conocer otros sitios e incluso ver otra naturaleza, otro verde.
Se trataría de estar allí de 3 a 4 años. Se trataría de algo tan, pero tan
especial para mí, que el sólo el hecho de pensarlo e imaginarlo como cierto,
hace que me emocione y llore de felicidad –literalmente ahora cuando lo
escribo-. Comenzaría en enero, pero a partir de septiembre tendría que estar a
tope con papeleo. No tengo ningún miedo y hoy día es mi segunda opción.
-Londres y el inglés: El inglés es, junto al aprender a tocar la
guitarra, la mayor frustración que tengo en mi vida. Yo creo que de las cosas
que me quedan por aprender están esas dos pero vamos al grano. En mis ansias
por trabajar quiero sacar provecho de una probable aventura inglesa y aprender
por fin ese idioma que parece que todo el mundo controla menos yo. Quiero dejar
de sentirme ignorante angloparlante. Visitar, además, el lugar que sé que el
destino quiere que visite. ¿Por qué digo esto? Cuando hace algo más de un año
visité Donosti, sabiendo que el destino quería que fuera allí, cuando miré
hacia atrás al llegar a La Concha, vi un cartel que ponía: Hotel London. Algo
que no sé explicar me decía que tenía que ir a Londres y sé que algún día tengo
que visitarlo para saber cuál es mi siguiente paso real. No sé en qué trabajar,
no sé cómo encontrar el trabajo, no sé realmente nada, pero sé que en un
momento determinado, estando entre la espada y la pared, me iría sin pensarlo
dos veces y como fuera.
-Trabajar de geógrafo: ¿Y por qué no? Ya he visto consultorías en las
que se reclaman a Licenciados en Geografía, tanto aquí en España, como en
Latinoamérica, y llegados al momento de la verdad, sé que no tendré problemas
para lanzarme a enviar curriculums y poner toda la cara del mundo para hacerme
valer y decir: Aquí estoy yo, y lo valgo. No les tengo miedo ni a los SIG, ni a
nada. Sé que yo puedo.
-Hacer camino caminando: Aunque esté en la última opción, no es, ni
mucho menos, la más descabellada. Quiero volver a mi naturaleza, la salvaje, a
sostenerme con mis piernas, a venerar mis pies, a caminar cada día conociendo
un lugar diferente, a personas buenas, malas. ¿Dónde? Tras caminar por las
montañas africanas, esta vez pongo mis ojos en Europa. Ya en 2007 quise irme a
Los Alpes, pero salió mal. Hoy tengo trazado un pequeño plan por el cual
acabaría en Praga, como primer destino, y luego a volar por donde quieran y
puedan mis piernas. ¿El objetivo? Esta vez, a diferencia de la experiencia
africana, no tendré nada que perder, nadie que esperar, y si me encuentro a
gusto en un lugar, no pienso pensarme en que no debo quedarme, porque me estableceré
allí donde crea que puedo ser feliz.
Son planes muy grandes para mí, pero no quiero dejar de soñar y creer
en mí porque lo que no quiero, lo que no deseo, es que esta crisis acabe
conmigo. Sé que no me hacen falta lujos, que puedo vivir con lo mínimo, que
para llegar, hay que sufrir, que la vida no te lo pone fácil, pero como bien he
dicho, sé lo que no quiero. ¿Qué es lo que no quiero?
Caminar por la montaña es muy duro. Quien lo ha experimentado, lo sabe bien. Siento orgullo de haber transitado por las cimas más altas de Canarias y, por ende, del territorio español.
-Tenerife: volver a mi isla y divagar, intentar realzarme y sentirme
importante sin hacer nada. Tengo a mi familia, pero sé que me esperarían días
de monotonía, de una soledad que no es escogida, sería harto infeliz. Volver a
Tenerife a vivir es, desde luego, la opción que no barajo por nada del mundo
porque sería sinónimo de infelicidad. Entonces tendría todo el tiempo del mundo
para escribir y actualizar mis 5 blogs, y quiero no tener tiempo de ello porque
no poder actualizar mis blog significa que algo bueno está pasando.
Sencillo, ¿no? Básicamente a eso se reduce lo que no quiero. Bueno,
como ya dije, no quiero sentirme atado, no quiero sentir que se me va la vida y
no hago nada. Quiero poder descubrir nacientes de ríos, volver a Ochagavía, a
Asturias, salir de España por mis propios pies o en avión, sentir que repito lo
que mis antepasados hicieron hace ya décadas y siglos. Sin embargo, no siempre
estoy tan predispuesto, ni mucho menos. Hay días en los que me digo: “Estás
loco, ¿Cómo pretendes cambiar así de vida si en el fondo sigues la misma vida
que en Tenerife?” Entonces yo mismo me respondo: Nunca nada es igual y si
realmente lo buscas, si realmente lo sueñas, vete a por ello sin importar, ya
que el fracaso es sólo para aquel que no lo intenta o se rinde prematuramente.
Yo me puedo sentir muy mal, pero no me siento fracasado y no me quiero sentir
mal pese a que mis compañeros y un sector familiar me quieran hacer sentir mal
por intentar ser feliz. Sé cuáles son mis apoyos y se la verdad de todo y eso,
en teoría ha de bastarme. En la práctica, este año 2013 puede ser incluso mejor
que el anterior o puede ser el año en el que baje al suelo y la caída será muy
alta.
Esta semana voto por el optimismo, toca cara, toca mirar al cielo y sentirme feliz. Sencillamente porque, no sé, quizás valga la pena...
Por si alguien no lo sabe aún, esta es Lenka, la mujer que a veces me vuelve loco. Este es mi hit semanal, y el vídeoclip, de los mejores y más bellos que recuerdo. Me fascina "enjoy the show"