Ni negro, ni blanco, ni todo lo contrario


Cuando no tienes nada mejor que decir, no sabes acabar cada frase...

Cuando no tienes nada mejor que decir no sabes qué palabras esbozar de puertas hacia fuera. No salen las frases y lo que es peor, no sale tampoco en un papel, da igual si escrito en puño y letra o en digital...

Cuando no tienes nada mejor que decir, aunque lo desees, no escribes o piensas cosas brillantes, ni metáforas, ni parábolas, ni ejemplos bellos y lindos de todo lo que sucede o no sucede en tu quehacer diario...

Cuando no tienes nada mejor que decir, no vives, sales a la calle y todo resulta fuertemente contradictorio. Las calles se tornan en un invento del que no te habías enterado. Las nubes son obras de arte anárquicas cuyo autor es tan humilde que sólo se le ocurre un pseudónimo llamado ciencia. El viento, normalmente invisible, se deja ver en múltiples formas. Pero es tan mundano, tan sorprendente y al mismo tiempo tan normal…

Cuando no tienes nada mejor que decir, tu vida es vacua, recurres a amores pretéritos, quizás el más dañino porque prefieres volver a revolcarte en mierda que estar limpio, sano y sin sentir nada acólito. Porque esta independencia se olvidó de las sensaciones fuertes del amor...

Cuando no tienes nada mejor que decir, te pones a escarbar en fotos, escritos, rememorando y recreándote en cuestiones que de normal nadie, ni tu mismo, dan importancia...

Cuando no tienes nada mejor que decir, cambias tu actitud porque te das cuenta que no sentir ni pena ni felicidad es lograr vivir sin respirar. Sales a la calle, miras, escrutas a cada una de las mujeres que salen a tu paso como si fueran el mayor descubrimiento de la historia. El corazón se dedica a mendigar un poco de atención mientras que la cabeza cercena las posibilidades porque “no es lo que parece”...

Cuando no tienes nada mejor que decir, las películas, los sitcoms, las canciones, incluso otras personas dicen las palabras por ti, piensan por ti, porque ya tú lo hiciste y no quieres repetirte...

Cuando no tienes nada mejor que sentir, tu corazón está tan dañado y ajado e intentas encontrar cualquier parche, cualquiera, y no te percatas que al hacerlo, estás demostrando que tú mismo quieres ser un parche, un cualquiera…y no eres cualquiera. Bajas en el índice nikkei, en el Down Jones y te conviertes en la caída más fuerte que ha tenido la bolsa de la vida...

Y ya no tienes nada que decir o sentir…porque te das cuenta de que tienes "demasiados ‘ayeres’ y muy pocos mañanas". Has ido demasiado deprisa, has sido una represa de emociones y has acabado consumido. Ya nada te sorprende...

Por eso, y quizás por la hermosa y a veces exquisita litúrgica de la divina trivialidad, ya no tienes nada que dibujar con tus palabras...

Y buscas palabras ‘sabias’ que no sean ungüentos o frase hechas…"Llegamos al mundo solos y lo dejamos solos. El resto del tiempo lo pasamos buscando un poco de compañía, así que elegimos el amor, elegimos la vida y, por un momento, nos sentimos un poco menos solos" Vivir sin amor y sin el calor de alguien creo que es una forma muy poética de morir durante tu estancia en el mundo. 

Algo sobre música


Este pasado fin de semana tuve una acalorada discusión de esas en las que siempre acabo diciendo que no sé debatir ni quedar a buenas, ni explicar mis argumentos. Críticas propias aparte, lo importante no fue eso, sino el fondo de la cuestión. Estábamos hablando de música y todo comenzó con una persona afirmando: “En –no recuerdo dónde- afirman que es la mejor  canción del mundo”. Fue entonces cuando comenzó todo, ya que le dije algo así como: “Las listas de las mejores canciones son tan subjetivas y hay tantas listas, que afirmar por unanimidad una canción es la mejor que nunca ha habido es vano y jactancioso”. El argumento de mi compañero giraba en torno al reconocimiento global de las personas por una canción o un grupo, lo que se llama popularidad o ‘comercialidad’. Ante eso, y sabiendo lo que sé con humildad le dije que lo que es más popular es porque tiene unos filtros que hace que pueda ser escuchado por una mayor masa de personas. Un ejemplo son los 50 Principales o MTV, que no se caracterizan precisamente por popularizar grupos o canciones que hablen de cuestiones importantes. El ataque de mi compañero se dirigía, por ejemplo, hacia grupos como Extremoduro o The Beatles, argumentando que hoy día escuchar a los de Liverpool era anticuado, desfasado y hasta descontextualizado. Eso me enfureció, ya que no creo que la música de Lennon, McCartney, Harrison y Stara sea de una época exclusiva, como o creo que haya pasado de moda. Le comentaba que la música es estado de ánimo, que puede ser medida por su métrica, o por sus ventas, por ser más o menos popular, por las ventas, por su composición literaria, por su mayor o menor trabajo, por ser independiente y autoproducida… Es decir, que hablar de Pitbull y demás que suenan hoy día por las discotecas y radios como la panacea y lo exclusiva, descartando otros motivos, es simplificar, sería como decir que la Capilla Sextina fue una chapuza, como decir que el Cannon de Pachelbell no sirve, como decir que un paisaje montañoso no es tan paradigmático como impresionante. Lo he hablado –mucho más calmadamente- con ‘amigo armonicista’ hace muchos meses cuando él, empeñado en el blues, denostaba el resto de estilos musicales. Yo le dije que la música era como el Universo, es tan grande, está tan inexplorado, que quedarse en un estilo sería como no querer andar más allá de tu calle, no querer cruzarse con cosas bonitas.

La música es un estado de ánimo, a veces demasiado simple –y necesario, por tanto- otras veces trascendentes –que nos merecemos-, otras de conjuntar a todo el mundo y ser parte de ese mundo –que ocurre, siempre-. Igual puede que quiera dar más realce a aquellos grupos o cantantes que son menos conocidos, que tienen que luchar más para poder tener un nombre. Igual me puede cierto recelo hacia la música comercial porque es fácil escucharla, entra y sale de forma exigua. Malo puede ser, pero creo que tener a Pitbull y Cía como ejemplos de musicalidad me dice que vivo en una sociedad sin oídos, que busca lo fácil, que no trasciende más allá de lo que te ponen. Obviamente generalizar es un fallo, y seguro que hay casos y casos, pero desgraciadamente no hay quienes se intenten dar un salto a un garito de música independiente, de autor, desconocida y que intente ahondar en grupos como Iratxo, Familia Rústika, 100% Collegues, Le Punk, Luis Ramiro, Lucas, etc, etc, etc… Es como todo, queremos algo fácil, que venga y que se vaya rápidamente, el sexo, el amor, un examen copiado, una mentira, una salvaguarda hipócrita.

Me encantaría poder visitar tribus africanas o de la Amazonía y poder escuchar sus danzas y músicas tribales para conocer de primera mano lo que es la música en lugares donde no existen las listas de venta, la popularidad ni nada de eso, simplemente es utilizado de otra forma. Porque si sólo hacemos de la música algo para olvidar, algo intrascendente o que nos ponga delante únicamente las más bajas pasiones, estaremos yendo por un camino que creo que es muy cuestionable. Creo que es una fotocopia, una radiografía de lo que queremos ser como individuos y como sociedad, lo que nos define. Pero no es por escuchar el último greatest hit del momento, sino por no ser capaces de ir más allá  quedarse en un estilo. Creo que lo adecuado, lo suyo, sería salir a una discoteca y escuchar el último gran éxito, un martes escuchar música de autor; un domingo de aburrimiento bucear por la red y descubrir un grupo o cantante que no conoce nadie o, llegando al extremo, quedar con tu amigo que sabe cantar o tocar un instrumento y reconocer que puede tener talento para poder conseguir algo de dinero para que esta crisis no le ahogue… Hay espacio y tiempo para todo, quedarse en una sola cosa es un error.

Me arrepiento de mi reacción, pero no de mis ideas musicales que alguien intrascendente dijo trascendentemente que era como “mezclar en un mismo plato un bistec de ternera con un helado de chocolate”. Ahora unos ejemplos que me han venido a la cabeza, aunque podría haber decenas y decenas, estos son los que se me han ocurrido:

Ejemplo de popularidad al comienzo, fama y reconocimiento sin hacer grandes canciones (Vivir del cuento)

Ejemplo de grandeza musical, literal, ideal y reconocimiento más que merecido hasta el final de sus días (Un referente)

Ejemplo de un grupo que, pese a ser desconocido, tiene pasión por la música y que podría ser más que recomendable –y tiene más calidad que cientos o incluso miles de grupos- (Un buen ejemplo)


Ejemplo de música reivindicativa que nunca saldrá en una popular cadena de TV o Radio salvo alguna excepción (Inquietudes)

Ejemplo de autoproduccion, de empeño y de abrirse hueco gracias a ciertas dosis de suerte haciendo algo distinto: mezcla de música y teatro (Muy interesante)



Ejemplo de reconocimiento mundial por su música, su trabajo, y su a veces políticamente incorrecta forma de hacer las cosas (Un buen ejemplo aunque la haya escuchado poco)


Ejemplo de un cantante con un mercado selecto, con letras muy, muy cuidadas y una composición literaria muy buena (Un cantante comercial con público heterogéneo)


Ejemplo de una cantante –como podría ser un grupo- muy conocido exclusivamente por una canción sin mérito alguno (Mal ejemplo o la música efímera)

Ejemplo de pérdida del norte y llegada a la monotonía musical debido a los éxitos y el dinero alcanzado en los últimos años (Algo muy habitual…y encima pasan de componer y sacan versiones de otros hits para mantener las ventas)

Ejemplo de una cantante que ha perdido por complete el rumbo musical para intentar ganar reconocimiento mundial con algo fácil (Muy habitual)
Shakira - Loca

Ejemplo de algo que se sale del baremo. Un paraíso musical sólo hecho para unos pocos y de unos pocos momentos


Ejemplo de agudeza musical, como se puede crear obras talentosas y ser mundialmente desconocido. (Lástima de su poca trascendencia)

Ejemplo de cómo ser los más grandes, hacer un sprint por amor a la música y acabar estallados por egos y por su propio público (Ídolos)







No es sexo


Lo ideal no está en los libros. No está en las películas, en los cuentos infantiles o sitcoms. Lo ideal para mí está en una tarde cualquiera, un fin de semana, puede que sea tarde o noche, pero estoy ahí. Cerca, muy cerca. Prácticamente no pasa el aire entre nosotros. De fondo una algo…queriendo y queriendo. Tanto casi como anhelos, con vehemencia. No existe el pudor, no existe inhibición. No importa nada porque lo importante es sentirnos el cuerpo, marcándonos uno con uno. Da igual si hay mucha o poca gente. Da igual porque lo importante es ese momento que puede ser eterno, puede ser inolvidable, como de hecho así lo fue. ¿Sirven las palabras? No.

Cierro los ojos y vuelvo a recordar aquellos momentos. Lo importante de la vida es cuando te quedas sin fuerzas, cierras los ojos y tratas de ver un lugar o persona inolvidable y puedes verlo tan sólo escuchando una canción.

Puede que sea una obsesión. Hay cuestiones físicas, del cuerpo a cuerpo que no realizo sino muy pocas veces, y, como mucho, a solas, pero cuando ocurre suele ser tan indeleble que queda marcado, sobre todo para mí. No lo hago con todos, no lo hago siempre que quiero, pero lo importante es lo inolvidable. Lo importante es olernos, sentirnos, tocarnos, escuchar la respiración.

No me refiero al sexo…me refiero al baile. Y también lo echo mucho en falta.


Creer

Qué pasaría si un día, sólo un día y nada más que ese, dejaras de creer en todo, en todos y hasta en ti.

Que es mentira que el sol salga cada día, que sólo hay 24 horas, que los árboles en verdad no tienen hojas. Que los colores son un invento, las palabras no existen, sólo el lenguaje de los ojos
Que la mentira es verdad, que los sueños existen y la realidad se puede modificar.

¿Y qué ocurriría si...? Supongo que...estoy débil


Mi cabeza envuelta en llamas


Debo ser más fuerte de lo que yo mismo pienso. De otra forma no encontraría explicación a esta actual situación. Hay días como hoy en los que anhelo ser, si cabe, más básico. No ser cada día juzgado como lo soy ahora mismo. No tener que dar el máximo cada día. Incluso, si me pongo a pensarlo, no ser tan responsable. Y todo esto yo solo. Solo yo. No hay realmente nadie ni cerca y, si me pongo a pensarlo, tampoco lejos. ¿A quién le podría contar lo que siento cuando me acuesto de noche en la cama? ¿A quién contarle de verdad lo que sucede nada más despertarme? Lo que se pasa por mi cabeza cada vez que aparecen las estrellas, el motivo por el que me encojo de piernas en la cama y quiero poder llorar, quiero poder no sentirme un ser humano partido a la mitad. Y luego pienso para afuera: hay otros que están peor, mis quejas son eso: quejas.

Ser duro y pensar que estoy donde quiero estar, pero que pese a todo lo bueno que aparentas, la profesión va por dentro, que cada día, desde hace mucho tiempo, no haces sino pensar y pensar sin hablar de ello con nadie porque…porque sabes que hacerlo no cambiará nada, no te ayudará, no te hará más fuerte, no logrará que llegue la paz. Está sobrevalorado eso de “suéltalo todo para que te desahogues…te sentirás mejor”. No, he probado esa medicina y no siempre que lo sueltas te sientes bien. Voy más allá y pienso que al hacerlo, le estoy dando esa mitad de mi ser a otra persona que no es mi otra mitad de ser y me siento de nuevo vacuo.

Se me rompe el alma en dos cuando pienso en los miedos que tenía hace 23 años y que todos ellos se han hecho realidad como si alguien hubiera alimentado al fantasma del miedo. La palabra con la que vivo, la palabra con la que me he hecho fuerte a base de luchar por mi mismo se llama resignación. Todo lo que depende de mí lo consigo, todo lo que depende de otras personas, de otras circunstancias se que si me esfuerzo mucho, si lo pongo todo, incluso todo el corazón, no lo alcanzaré jamás, por ejemplo trabajar en el National Geographyc, viajar por Asia, recorrer América, emular al Zaratrusta de Nietsche y quedarme anclado en la montaña, realizar la desobediencia civil de Thoreau, amar cada día a todas las personas con la ilusión de la primera vez, demostrarle a mi madre cuantísimo significa para mí, desenredar todos los enredos, terminar historias inconclusas…

Me gusta imaginar y soñar…en el suelo. Casi a diario me imagino que por la mañana me despiertan con un beso, que por la noche duermo abrazado a una mujer, que al menos una vez al día puedo dar un beso en los labios a alguien. Imagino cómo sería caminar y recorrer dos de los continentes (estar en Christchurch –Nueva Zelanda-; Chiloé –Chile- o perdido entre Islandia, Canadá y Centroamérica. Imagino lo que debe ser estar más de un año sólo escribiendo, leyendo y escuchando música en una montaña alta alejado de todo y todos. Imagino lo que debe ser luchar con las consecuencias de desobedecer y no pagar impuesto alguno por nada. Imagino cuando voy caminando la cara que pondría mi madre cuando le llegase un ramo de flores sólo porque es mi madre. Imagino a esas personas que se fueron sin decir “adiós”, que las sigo amando, que las perdono y que querría verlas a la cara…porque las mejores palabras la dicen los ojos llenos de sentimientos. Imagino que un tiempo trabajo para esa revista que tengo como una idolatría…Imagino que no soy mediocre, que por fin soy muy bueno en algo y que no soy uno más.

Sobre todo, para ser fuerte imagino en lo que sentiría con todo eso. Y entonces pienso que podría abandonar ya esta vida porque ya lo he visionado, ya lo he sentido, y me resigno a que casi todo eso no depende de mí…porque la vida te pone trampas, acertijos sin solución, callejones sin salida. Y el problema no es eso, el problema es la repetición de sucesos adversos. Y no sé por qué, me viene a la cabeza el poema de José Agustín Goytisolo y recorro de nuevo toda mi vida y de nuevo en la cama me pregunto ¿qué habré hecho tan mal para que las llamas del miedo estén incendiando mi vida y haciéndome cobarde…