Siete años. Vivía en una continua telenovela en mi cabeza. Vivía
en un país diferente. En mi cabeza imaginaba que de mayor sería un hombre
feliz, orgulloso, querido, apoyado, con compañía. Soñaba sobre todo con una
mujer que me quisiera. Llegar a casa por la tarde después de una mañana de
trabajo. Reíamos, pasábamos bonanza en todos los aspectos. Todo era todo lo
perfecto que podía ser por una sola razón: nos amábamos. El decorado de la
novela era tan ideal, que ningún actor sobraba. Ya con siete años soñaba con un
futuro así. Aún con todo, había tenido problemas. Había luchado por conseguir
tener al lado a la mujer de mi vida. Porque mi propia existencia tenía un solo
sentido: amar y sentirme amado.
Y si hubo una melodía que acompañó esos sueños durante años
y años fue esta canción. Es algo más. Es una de esas que… bien podría estar en
mi epitafio. Es una pasión, es una incomprensión. Es una paradoja. Es algo que
a estas alturas me cuesta explicar mucho. ¿Por qué te amo tanto aún? ¿Por qué a
pesar de todo lo sucedido sigo sintiendo esto? Podrán pasar mujeres delante de
mí, podrá haber encuentros y amoríos, pero nunca olvidaré lo mucho que la he
amado. Lo mucho que hemos soñado. Tantas y tantas cosas… Mis siete años se
confunden con los 28 de antaño. Y…
Y esta canción lleva sonando sin querer algo más de una
semana sin haberla escuchado siquiera. Pero tiene un significado rabioso para mí.
Una pregunta tan obtusa y al mismo tiempo tan sencilla. ¿Por qué te amo tanto aún?
Y aún no he encontrado respuesta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario