Sabido

Y vivir. Simplemente vivir. En un ambiente cansino, sin ganas. Conoces perfectamente cómo funciona todo el sistema. El dinero, las personas, el trabajo, la sociedad, el mundo… No lo sabes todo a fondo, pero lo suficiente para estar hastiado. Lo suficiente como para estar deprimido por saberte reo de los caminos que te marca el mundo en general, otras limitaciones de tu cuerpo en particular. Tu cabeza ha recorrido caminos que pensaba que no iba a ser capaz de recorrer. Has estado en el fondo de lo más lóbrego. Has visto y sentido el solecito en pleno estío. Te sientes tan resabido de todo que nada sorprende. Entiendes lo que el destino te quiere decir. Deseas algo, preguntas algo y el Universo te lo da. Sin embargo sabes bien lo que el destino, el Universo o cualquiera que sea la fuerza dominadora de todo te quiere decir. Sabes perfectamente lo que no vas a conseguir nunca aunque lo desees con todas tus fuerzas. La vida va a ser fútil. Nada de lo que hagas te va a ser sentir esas cosas que otrora lograste sentir de forma efímera. Entiendes que tú eres uno más en el mundo, que eres otro ser humano más. Que no pasarás a la historia por nada en particular. Que tu legado no será dado ni otorgado a nadie. Es entonces cuando quieres volver a nacer con todo lo aprendido a lo largo de los años. Pero hasta eso es imposible. Sólo quiero dormir como nunca lo he hecho. Dejar que pase el tiempo porque has sido uno de esos extraños seres que ha vivido demasiado deprisa, pero no le ha servido de nada. 

Con la Iglesia hemos topao


EEUU nos espían. ¿Me espían?
Pues eso, si me leéis, políticos Yankees, si me leéis, iros todos a tomar por saco. Os repudio y sois lo peor de este planeta. Me nace deciros: besadme el culo, fascistas.

Alex de la Iglesia o como todo lo que dice va a misa
Aunque creo –sin ningún argumento- que esconde mucho y tiene un lado oscuro, lo que sé de Alex de la Iglesia me gusta. Me gusta como trató el asunto Sinde y cada vez que dice algo en prensa es rara la ocasión en la que no estoy de acuerdo. En esta entrevista dice algo que me encanta: “Los políticos se creen inocentes”. Cuánta verdad arroja en tan pocas palabras. Sólo alguien que haya convivido día a día soportando a la clase política sabe cuánta razón tiene el director vasco. Aún con todo el titular, lo que dice en la entrevista no tiene desperdicio. Cuando le preguntan por qué se siente como se siente y dice “Por la sociedad, por cómo funcionamos. Por la fragilidad moral, por la sensación de que no queda nadie a quien respetar y porque se ha olvidado el respeto al ciudadano”. Sólo alguien que tiene una gran visión de las cosas puede atreverse a decir algo así y decirlo bien. Cada día admiro más a este tío como persona, aunque conozca poco su filmografía.

José Mota: “Amo la vida, vivir es un regalo”
Grandísima entrevista, muy emotiva de este humorista al que no le presto demasiada atención. Aunque suene terriblemente demagógico, y aunque puede que lo sea, lo cierto es que a José Mota no le falta razón cuando hace la siguiente observación: “…necesitamos que mejore la economía, pero también hemos vivido mucha abundancia. Me solidarizo con los que me rodean y lo pasan horrible pero, si miro más allá, el 70% de la población mundial pasa hambre. A lo mejor nuestra crisis, la del primer mundo, es el germen de un cambio global, porque no tiene sentido que la mayoría de seres humanos se muera de hambre. Porque sí: el primer mundo está jodido, en crisis, ¿pero cómo están en África?

La Iglesia aún vive en la inquisición
Me da mucha risa ver estas declaraciones en las que la Iglesia dice que el matrimonio gay es “un plan macabro para exterminar la humanidad”. Lo peor de todo es el poder que se le atribuye a esta secta por parte de ciudadanos y políticos. Detrás de su nombre hay incalculables muertes, hambrunas mientras que ellos casi siempre han vivido a la sombra del poder que les daba cobijo. Hoy día sólo son poca cosa, pero median aún mucho, desgraciadamente. Y por desgracia existe millones de personas en el primer mundo que opinan como estos ¿seres humanos? La homosexualidad, como la heterosexualidad, es bonita, preciosa, lo más grande del mundo porque detrás, digan lo que digan, hay única y exclusivamente una cosa: amor por la otra persona. A veces me dan pena, otras, como hoy, los señores de negro me dan gracia. Quedan en evidencia ellos solitos. Lástima que haya demasiados seguidores que crean a pies juntillas sus palabras. En lo que a mí respecta son una pandilla de mastuerzos a cada cual más.

Persianas bajadas


Me hago un montón de preguntas. No al cabo de las horas, ahora ya es al cabo de los días o semanas. Mi mente va perdiendo poco a poco la gran elocuencia, la capacidad de elucubración, mi cabecita ya va hacia abajo. Lo noto en que si las cosas que hago no son mecánicas, algo falla, algo se me olvida. Incluso los argumentos más razonables, las cuestiones más básicas. Me quedo sin argumentos fácilmente. Vuelvo a ser nada en un segundo. He perdido chispa, eso es incontestable para mí.

De otra manera no podría explicar nada de lo que me pasa o no me pasa. No pasa nada, que también es algo que pasa, y como el pasar, pasa todo y yo pasando por encima merced a una cabecita estallada y reventada de tanto camino tortuoso.

De nuevo heme aquí, pretendiendo contar algo sin saber muy bien qué camino coger. En eso de los caminos ando, buscando el mejor, o mejor dicho, procurando que el final de este camino no acabe en callejón sin salida o lo que es peor, en un abrupto precipicio en el que la caída no tenga fin. Estoy buscando un puente. A estas alturas sólo busco atajos. He andado tanto, pero tanto, tanto, que mi cabeza se ha obcecado. Yo, otrora animoso de las preguntas sin respuesta o con una respuesta maquiavélica que crear, ahora busco respuestas complejas a preguntas simples. Recordando el trozo de una canción, no me sirven las frases medicadas como ungüento, como algo fácil, las frases hechas. Me sirve algo que pueda tener mi propio sentido, no algo genérico como el ya tan famoso “todo llega” o “todo saldrá bien”.

Hace unos días, mientras hacía uno de esos trabajos interminables de último año de carrera, tenía de fondo la película “Johnny cogió su fusil”. Fue bárbara la experiencia. Me sentí realmente mal viéndola. Aunque no es adecuado banalizar o simplificar un asunto tan complejo como el que trata la película –el suicidio asistido-, creo que una parte de mí se siente tan preso como Joe, que no tenía brazos, ni piernas, no tenía cara y era sordomudo. Para él, tan singular como desgraciado, las frases hechas no le servían. Es un ejemplo tremendamente exagerado, pero es el que más cerca tengo. A propósito de los reos de uno mismo y de su cuerpo, recuerdo una conversación con un ex amigo durante nuestro periplo marroquí. Tendemos a creer que estamos en una cárcel, en este caso yo, por la sociedad, por la cultura, el sistema, etcétera, de tal forma que cuando conocemos otras circunstancias en otros lugares lo idealizamos, pero durante aquel viaje también vislumbramos más allá, es decir, la cárcel de otros. De otra sociedad, de otra cultura, de otra forma de vida. Ellos también eran presos aunque sus cárceles no eran iguales, tenían decoraciones diferentes.

¿Cuál es la solución entonces? Yo quiero tener respuestas a el por qué soy así. Por qué no he logrado el perdón de quienes me han sentenciado. Por qué el amor no es más sencillo. Por qué existe tanta susceptibilidad. Por qué hay siempre un por qué. La lista sería interminable por lo ambigua, pero también por lo indescifrable de estas preguntas.

Ahora estoy haciendo un alto en este camino de estudio. Estudio que me lleva de cabeza. Tengo miedo a mi mismo. Mi cabeza y yo mismo son los más exigentes con mis actos. Lograr algo en junio que no sea ser Licenciado sería funesto. Creo que sería un fracaso. No sé si tendría fuerzas para continuar un año más sacando las asignaturas que me queden. Por otro lado una vez acabada la carrera sólo veo un gran abismo.

Sea como sea todo parece inexorable. Desde el miedo hasta el resultado final que puede ser bueno o malo, pero será negativo de todas, todas debido a la gran interrogante que existe más allá de lo que pase en junio. Junio o Julio de 2012 pasará a la historia por ser el mes en el que acabe un ciclo. Pase lo que pase, será el final. Y este final será de órdago. La partida se jugará en unas pocas horas. Tengo miedo. Estoy realmente acongojado. Pero resulta que el miedo siempre es diferente. Creo que descubrimos temores a medida que avanzamos. Y este avance implica un miedo que no he conocido nunca, el de lograr algo por lo que llevo luchando con más o menos intensidad durante casi quince años.

No sé si quisiera estar en esta situación. No sé siquiera si es bueno este estado de zozobra continuo. La persiana, como dije al principio, está tan bajada que creo que ya soy un ombrófilo. La luz de la sombra hace del lugar donde habito conmigo mismo una lóbrega habitación. Y no sé dónde está cada cosa. Espero no tropezar, pero será complicado habida cuenta del gran desorden que existe en mi vida.