Yo no he de saber nada realmente de la vida. Algo se me debe escapar ciertamente. No lo sé. Este escrito después de mucho tiempo lo escribo con desidia. Sin ganas realmente de poco o de nada.
Estoy en shock. Sin reacción. Quizá yo no sirva para estas cosas del amor. Quizá a mí algunas cosas se me den realmente mal. No lo sé.
Sé que pese a todo lo malo, me siento afortunado, porque entre tanta pérdida, vislumbro un camino difuminado, no sé aún qué tipo de camino es, pero gracias a ese camino, a ese sendero, no me siento tan perdido como podría estarlo. Gracias camino. Tú sabes quién eres, quién soy, cómo me refiero.
A estas alturas no me quiero creer nada, porque quiero disfrutar poco a poco, para que la desgracia se vaya también muy lentamente. Con la mirada perdida, así estoy, como si no creyera nada de lo bueno o malo que me ha pasado. Sin saber exactamente si he sido un tonto bonachón, o si he hecho mal, bien o qué. No lo sé.
Les deseo toda la suerte del mundo a las nuevas parejas. A quienes se aman. En serio, me alegro en la medida en la que ellos sean felices porque así ha de ser. ¿Y yo? Siempre he estado más solo que en compañía. Nada ha cambiado, mi camino está predestinado –aunque deteste esa mierda de camino, prefiero el que hable párrafos más arriba-.
Yo estaré bien. Siempre hay un camino que recorrer. Siempre hay un punto y ese está lejano. Quizá en Finlandia, puede que en Barcelona, tal vez en Ulán Bator o Katmandú, lo que está claro es que mi futuro desde hoy mismo está lejos de Tenerife. Lo sé.
Yo, no sé nada de la vida. Nada del amor, ni del futuro, ni de las decisiones tomadas. Sé quién es feliz y yo… a partir de hoy buscaré mi destino. Mi padre lo hizo entonces, y le salió bien. Ya va siendo hora de que yo también lo busque.
Mientras, soñaré con noches de alcoba. Dibujaré nuevos retos sentimentales, a sabiendas de que pese a mi fe ciega, de mi esperanza estúpida, tal vez nunca se cumplan, pero dibujarlos será algo que me guardaré para disfrutar y compartir sólo con quien sepa realmente que está dispuesto a sentirlos y realizarlos no un instante efímero, sino infinitamente. Soñaré con imposibles como Hemingway, como Bukowsky, como el Zaratrusta de Nietsche. Seguiré soñando porque eso es lo que he hecho toda la vida.
Y como nadie se conoce mejor que yo, me tengo muy bien estudiado y en los exámenes recientemente finalizados, ya me han dado las notas, aquí las dejo:
Muy deficiente en estabilidad
Insuficiente en sentimientos
Suspendido en amor
Suficiente en desencuentros
Notable en errores
Sobresaliente en susceptibilidad
Matrícula de honor en olvido
No creo que alguien tan soñador, tan luchador como tú tenga esas notas... para nada creo que alguien humilde con la única meta de mejorar, de alcanzar algo parecido a la felicidad, tenga esas calificaciones. Lo siento pero no, no me engañas.
ResponderEliminarPor otro lado, los caminos, aunque a veces no llegan a ningún sitio, es bello recorrerlos. Eso es un camino en realidad,el final del camino se llama destino. Asi que camina, camina, y disfruta del camino lleno de esperanza, coge aire...y el destino... sea cual sea... no te preocupes , que aparecerá.
Un besito
Querida Blind-y. Bienvenida de nuevo por este rincón. Tus palabras son una buena salvaguarda. Los caminos son bellos recorrerlos cuando sacas algo en claro de ello, porque si caminas y no aprendes nada, se hace aburrido, y acabas sintiendo un hastío alejado de esos sueños que se tienen. Pero como bien decía en el texto, yo, fin de cuentas, no sé nada. Pero todo esto me suena mucha. Este camino del sinsentido me es tan familiar...
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