Una carta desde todas partes


Hola X
Te voy a escribir o intentar al menos, todo lo que he imaginado que te contaría estando conmigo en mi viaje. Verás, se me cumplía el plazo de los 90 días de estancia en Guatemala y pensaba en ir y regresar rápido, un viaje “relámpago” a Belice y regresar en 2 días, uno para ir y otro para volver. Todo estaba así planeado porque ahora hay muy pocos voluntarios y los maestros están trabajando más aún de lo que ya lo hacen, así que me salida fue del todo inoportuna, pero necesaria y además con mi intención de regresar pronto. Eso parece que ocurrió hace una semana y sólo hace tres días. Bárbaro. Llegué por la tarde a Petén. Ya te hablaré de este departamento, que espectacular en casi todos los aspectos. Llegué a Petén de noche pero ya supe lo que iba a ser el viaje. Paró la policía al autobús y al que agarraron fue a mí. Me pidieron la documentación pero la tenía en la mochila, que estaba en la maleta del bus. Salí a buscarla pero no la encontraba porque los capullos aquellos la había medio perdido y el policía se puso nervioso y fue a por mí. Los del autobús se pusieron a buscar la mochila, la encontraron y me preguntaron dónde tenía el pasaporte, uno de ellos lo sacó (y aprovechó para revisar y quitarme 10 euros). Después de 10 minutos de tensión me dejaron subir en paz…y temblando. A la mañana siguiente de mi llegada, como a las 7 de la mañana, salí hacia el puesto fronterizo de Guatemala llamado Melchor de Mencos. Ya había hecho esto una vez más. Belice para que te hagas una idea es como una mezcla entre Jamaica, Estados Unidos y Burkina Faso. 


El caso es que cruzar una frontera terrestre a pie es el paradigma loco de un geógrafo friki –no es mi caso…no del todo al menos-. No tuve problemas para la salida pero al intentar entrar en Belice, me detuvieron. Literalmente me detuvieron. Por si no lo sabes, tengo un problema con la autoridad: no sé mentir. En la ONG me advierten de que no debo de decir toda la verdad sobre esto porque es posible que tengan reticencias para sellar el pasaporte. Y claro, yo no sabía que eso iba a ser verdad…y lo fue. En la aduana me tuvieron retenido durante una hora. El doble beliceño de Samuel L. Jackson era un capullo que no me dejó de mirar con cara de pedo. Claro, no le dije la verdad, pero no le mentí del todo y al cabo de todo el rato me echó. Creo que fue el mal menor porque yo estaba temiendo que me detuvieran o pagar un multazo. El problema es que no me quedaba tiempo casi porque si no cruzaba la frontera de Guatemala y me iba a otro país podría ser que no me dejaran entrar por un tiempo a Guate o el multazo padre con sus consecuencias, claro. Me tuve que regresar a la isla de Flores, en mitad de Petén, el departamento más grande de Guatemala y que por sus particularidades podría ser un país propio. Para que te hagas una idea, no sé si has visto Castilla León o Castilla La Mancha, pero imagínate esos dos paisajes, y ahora ponle sólo verde y en vez de ciudades como Soria o Zamora, aldeas y caseríos pobres. Agarra la población de estas dos ciudades y divídelas por 1000 o 10000 y tendrás un montón de aldeas apenas pobladas, pobres y con un espacio casi infinito de prados, bosques, selvas, cultivos de frutas y sobre todo mucha, mucha agua. En cada aldea hay cosas que siempre hay: levantan iglesias o parroquias o lo están haciendo poco a poco. Yo infiero que con lo poco que ganan y logran vender, una parte de ese dinero lo invierte para levantarle un templo a su Dios. Yo estoy seguro de que la mayoría de estas cosas no te sorprenderían porque eres alguien muy leído y que ha visto muchas cosas, pero igualmente sé que verlo en persona debe sorprender. Yo creo que ya estoy habituado a ver la pobreza de este lugar.

Hay cosas que me llaman poderosamente la atención: las personas. Verás, no quiero parecer arrogante, xenófobo o algo de esto, pero estas personas a veces no llegan al nivel de razonamiento “normal”. Y yo creo que en verdad sí es normal porque ponte a pensar: trabajan de 10 a 15 horas casi sin descanso, en muchos casos no descansan ni un solo día a la semana y en el peor de los casos los niños tienen que chapear (cortar la vegetación con machete) durante todo el día por un pírrico sueldo o sin sueldo. Claro, a la mayoría no le queda tiempo para nada más que pensar sino en seguir trabajando. Aún siguen sorprendiéndose al verme con un arete y un piercing siendo un hombre. Los niños se me quedan mirando durante 5 minutos. Las mujeres no lo entienden y los hombres me miran raro. Es difícil explicar esto del “razonamiento” y de esa “carencia” pero ponle muchas comillas porque es un tema complicado de explicar en pocas palabras. Otra cosa es el aspecto que tienen. Aquí sólo puedes discernir si es niño, joven o viejo. Verás, en muchos casos resulta que estás viendo a una mujer bien puesta, pero resulta que es una niña con los rasgos muy adultos. Por ejemplo, el mejor colega que tengo aquí, aparenta unos 45-50 años, y sólo tiene 25, está muy deteriorado. Y creo que ese es el tema, se deterioran muy rápido y crecen deprisa, es un asunto realmente interesante.

Ah sí, bueno, yo regresaba a Flores, en Petén y ya iba preocupado. Además, cuando fui a preguntar cuánto costaba ir hasta México, al principio me dijeron 200, por la tarde 220 y ya de noche 250. Claro, me estaban inflando el asunto mucho pero luego averigüé por qué. Hay dos pasos fronterizos para ir a México, uno es por Bethel, al suroeste de Petén y otro por El Ceibo, al Noroeste del departamento. Por lo que me dijeron el precio de 200-250 quetzales (20-25 euros), era por Bethel ya que el camino era tortuoso. Me encontré con un chino o japonés airado porque pasó las de Caín para ir de México hasta Guatemala porque fueron 10 horas y un paseo por lancha cruzando el río Usumacinta (que es río-frontera) y un camino de tierra. Estaba el pobre exaltado y aún se movía. Sin embargo, luego averigüé que ir por EL Ceibo costaba 40 Quetzales (4 euros) y “sólo” eran cuatro horas (acabaron siendo 6 horas y media). Me tuve que levantar a las 4 y pico de la mañana para salir a las 5 en una furgoneta-autobús. Realmente el desplazamiento en este país es digno de documentar en vídeo o algo porque no tiene que ver con nada que tú hayas experimentado nunca. Y luego están las estaciones de autobuses. Sólo alguien que haya viajado a este tipo de países podría entenderlo  ¿Por dónde iba? Ah sí, camino a México. Pero claro, ponte a pensar, llegas a esa especie de “estación” y aparecen 10 hombres a cual con peor aspecto de desaliñado diciéndote destinos: “Poptún, San Luis, Tikal, Uxtún, Yaxhta, Guate….” Y yo iba a El Ceibo, bueno, no hasta allí, sino al cruce El Ceibo con el Naranjo porque no había directo. Tenía que agarrar un bus de esos, adivinar dónde estaba el cruce que me iba a llevar a la Frontera y bajarme. Suerte tío, pura suerte. Suerte incluso cuando camino a El Naranjo ¿adivina quién apareció? La policía. ¿Y a quién crees que vieron? ¿A un narco? ¿A un ladrón? No, vieron a William y volvieron a registrar mi mochila, a cachearme, a quitarme otros 100 quetzales y algo más que no logro recordar y claro, en el bus iban 25 personas que llegaban tarde a trabajar y a partir de entonces me llamaron de todo. Tras unas 5 horas me dio por preguntar y justo cuando me levanté de la silla era el sitio. Y me dejó en mitad de la selva de Petén, en mitad de ninguna parte con dos carreteras, una pa un lado, y otra pa otro. Allí con 5 personas más y esperando a otra furgoneta que decía que tardaría 5 minutos (en Guatemala 5 minutos son 20 minutos, son unos desastricos, no tiene control del tiempo ninguno). Pues ahí tío, tirado en mitad de la selva con un mochilón d 20 kilos (incluido el portátil). Veinte minutos más tarde apareció el bus. El acojone fue brutal porque estaban diciendo que estaba el ejército cerca de allí y que el día anterior habían matado a no se quién muy cerca de allí. Después del problema con Belice andaba ya rezando para no tener problemas.


El Ceibo para que te hagas una idea, es un nido de chabolas, sucio  con un gran mercado negro de uno y otro lado. Finalmente crucé al cabo de una hora, pero los mexicanos también se pusieron idiotas. Me tuvieron que revisar 2 veces las maletas y hacerme preguntas. Así entré a los “Estados Unidos Mexicanos”. Luego me tocó esperar una hora el autobús al pueblo mexicano más cercano llamado Tenosique, que estaba a una hora. Pero allí mismo lo que había era un montón de mexicanos cumpliendo sus tópicos que parecía aquello un chiste. Imagínate que llegas a España y lo primero que haces cuando sales de un autobús es ver una corrida de toros y todas las mujeres vestidas de flamencas. Pues los estereotipos mexicanos son 100% ciertos. Mal hablados, vagos, sucios, escuchando música típica a todo dar y con la jerga que medio mundo conoce. Lo peor era el aspecto de ladrones y vagabundos que tenían, mascando el palito para quitarte la comida de los dientes y sucios. Lo peor estaba por llegar. Un tío le pidió que le dejara subir al autobús pero el chófer no le dejaba porque tenía droga, no sé exactamente qué tipo pero el conductor le dijo que sólo podía subir una cantidad porque si subía con más y le pillaban, le quitaban a él el autobús y todos los de dentro iban a la comisaría. Imagínate la situación tío. Cruzar una frontera terrestre no es ninguna tontería para mí, aún recuerdo lo que me costó cruzar la frontera de Estados Unidos, que casi no me dejan entrar. El único lugar donde no he tenido problemas fue al cruzar la frontera con Honduras…qué majos fueron. Pues ponte ahí, conmigo, en aquel bus….viejo y destartalado, por supuesto, con un tío con un pepino ahí y al final el conductor le dejó entrar. Yo pensaba: “bah, no será para tanto, seguro que exageró”. Joder, la hostia, pues 10 minutos después no pasamos por un campamento militar y paró al autobús. Cállate tío, menuda movida cuando se subió el militar con todo su armamento. Yo pensaba: bueno, aquí se acabó todo muchachos, William se nos va a una anónima cárcel mexicana. Pues el militar este se subió y estuvo como 15 minutos hablando y buscando de todo y sabes a quién encontró? A un español con una mochila único sospechoso del delito. Y yo pensando: “a ver si el tipo este me metió droga en la mochila y ya es el acabose” El tío se fijó en mi mochila y me hizo sacar todo, hasta los calzoncillos. Pero lo peor fue cuando me obligó a bajar del autobús para cachearme y agarrar 100 quetzales de mi cartera. ¿Cómo te pareció el tema? Yo me río ahora pero la hostia tío. Me sentí un poco Román Morales en Buscando el Sur, con mis respetos hacia él, su causa fue más honrosa que la mía…o no, que coño, que yo estoy aquí por una ONG y él por gusto. Yo soy un héroe joder. Mi propio héroe, aunque suene mal.

 

Bueno, después de cagarme en los pantalones y ponérseme los testículos como una corbata con nudo apretadísimo, regresé al autobús.  Después de una hora llegué a Tenosique pero no sin antes toparme de frente con mis amigos los militares armadísimos hasta los dientes que me volvieron a pedir la documentación y tener unos 20 minutos mirándome como si fuera guerrillero. Tengo que decirte que mi aspecto no invita precisamente a la confianza. Eso puede parecer malo pero si piensas bien, eso me permite ir por la calle alejado de los ladrones que me ven como si no tuviera un chavo, y llevo todo el dinero en mi bolsillo. Las cosas en México no pudieron ir peor. Cuando abrí la computadora, tenía el programa BitTorrent abierto y descargando cosas, y estaba navegando por internet y me sale un banner de estos de sexo, y al cabo d 10 minutos me sale una pantalla del gobierno mexicano diciendo que habían bloqueado mi ordenador y que dentro de 48 horas iban a ir a mi domicilió y no sé qué más y que tenía que pagar un multote increíble de taitantos mil pesos por violar los derechos de descarga y pornografía y no sé qué más. Desde entonces cada vez que escuchaba un ruido pensaba que era la policía mexicana que me iba a arrestar. ¡¡¡Una paranoia!!! Y yo pensando en mi novia y en mis 200 “hijos” (los de la ONG) y pensando que no regresaría. Para que no me agarraran salí del hotel y primero fui al consulado guatemalteco a ver si me pondrían problemas para regresar (me dijeron que no, ¿tú qué crees que habrá pasado?). Me entré a un supermercado-centro comercial para comprar agua y flipé. ¿Tú sabes cuánto tiempo llevo sin ver un supermercado de verdad? Pues más o menos desde hace 9 meses. Cuando vi unos calzoncillos casi lloro. Me compré 3 calzoncillos, y al ver unas hojillas de afeitar buenas también me las compré. Para que te hagas una idea, yo tardo una hora en afeitarme porque mi hojilla es de hace 10 meses y está oxidada y además me echo jabón de pastilla para el cuerpo y me afeito sin espejo.

Realmente me he acostumbrado a vivir sin apenas nada. Me tuve que ir de aquel lugar porque estuve media hora mirando todo lo que tenían allí. Agarraba algo por inercia pero luego decía: ¿por qué he agarrado esto? Es flipante lo que hace la cabeza. Y todo es por el consumo. Claro, ¿allá en Río Dulce qué voy a consumir? Si está lo básico, compro pasta, salsas, agua y alguna tontería pero nada de lujos. Para que te hagas una idea, la ropa que gasto es mitad de Guatemala, mitad de Honduras, y aquí en Guate hay un lugar llamado La Paca que te sale toda la ropa entre 0.7 y 1.10 euros (7 u 11 Quetzales) La mayoría es una bazofia de ropa, pero te puedes encontrar camisas de fútbol americano, alguna de marca perdida o una que tengo de kukuxumuxu, porque estos no saben de marcas salvo Nike o Adidas y ven esas marcas y piensan que no valen nada, y resulta que esas camisas allá en España pueden costar entre 15 y 30 euros (150-300 quetzales). Bueno, desconsolado por mi dormido consumismo salí de allí. NO tenía nada claro si regresar a Guate o seguir en Tenosique. Me desperté a las 5 de la madrugada y me dije: “No puedo seguir con esta preocupación, no puedo ni dormir en paz”. Pensé que ya que llevaba 2 días de aventura, ¿para qué alargar un mal desenlace? Me decidí a cruzar la frontera. MI preocupación era porque existe una especie de “leyenda” que dice que tienes que estar 3 días al menos en México para que te sellen el pasaporte en ambos lados. El acojone mío era brutal. Amo a este país, a estos niños y a mi novia e irme sin despedirme y súbitamente era una opción real. Lo vi de cerca.



Cuando volví a entrar a Guatemala  tuve problemas en la aduana de Guatemala. Me retuvieron otra hora más por problemas. No entendían por qué quería entrar otra vez a Guatemala y me sellaron mal el pasaporte –que está sucio y hecho mierda de tanto uso y tanto sello –unos 16 o 18 sellos tiene ya-. Bueno, y tocaba la vuelta. Sin saber horarios ni buses ni nada, me las ingenié para cambiar las perras (pesos por quetzales en estafa total y mercadeo negro que parecía un drogata buscando farlopa) y luego encontré el bus e hicimos el trato que, curiosamente fue más barato que en la ida y esta vez me llevaron directo. El viaje de regreso fue sobre todo divertido. Ya me he acostumbrado a que los chóferes hagan scrachts de rallys pero el de hoy fue brutal. El tío iba a 120 y se pegaba los frenazos que ni un piloto de rallys. Fue divertido todo aquello. Sobre todo porque ya estaba relajado. Al llegar de nuevo a Flores todo fue super tranquilo salvo porque me fui a un hostal de 25 quetzales (2.5 euros) que era una casa destruida y yo pensé: “Guau, auténtico” pero no tenía papel de baño, ni wi-fi ni electricidad. Le pedí que me devolviera el pago y me vine al tradicional sitio cuando vengo, que cuesta el doble, pero para mí es el mejor.

La geografía de las fronteras terrestres es digno de observación, te lo digo en serio, no tiene nada que ver con nada que yo haya visto antes. Es algo interesante. El peligro está ahí, recuerda cuando te conté que cuando crucé hacia Belice en diciembre atravesé un tiroteo que llegaron balas al autobús. Desde luego que tengo un Guarda que me cuida porque de lo contrario yo hace tiempo estaría muerto o en la cárcel. Si alguna vez no te doy señales de vida, ni aunque fuera una palabra, vete sospechando porque supongo y sé que no siempre voy a tener tanta suerte.


Si me pongo a pensar en todo lo que estoy haciendo, ahora en serio, me alucina mucho. No tengo tiempo de pensarlo mucho, pero tío, hago todo esto yo solo, me aventuro de madrugada por calles de ciudades de dudable estima, atravieso controles militares, hombres con metralletas y recortadas. Ya sé lo que es el sonido de los disparos. Si estuviera en un banco o sofá de España y pensara en todo esto, diría que perdí del todo la cabeza, pero sin pensarlo o pensando un poco, y ahora aquí, entre nosotros nunca jamás me sentiré más orgulloso de mi mismo como ahora. Creo que la vida, vivir, al menos así como estoy, es el mejor homenaje que nadie me puede hacer, yo mismo me pongo a pensar. Amo a esas criaturas, que parece que soy yo el que hace algo, pero encuentro mucha reciprocidad en todo. Tío, soy maestro de casi 200 niños, poniéndoles notas, enseñándoles cosas importantísimas, puedo dar mi legado a niños con los que paso la mayor parte del tiempo. Yo sé que para ellos yo seré uno más, pero hoy me puse a practicar y me sé el nombre de 185 de los 196 niños que hay y de todos te podría contar historias. Esta experiencia es lo mejor que me ha pasado en la vida y lo mejor es que sé que aún puedo aprender y mejorar mucho más. Estas criaturas me hacen sentir especial. Pagaría literalmente por llevarme a una docena de estos niños conmigo. Sería feliz si tuviera hijos como ellos. Son diferentes pero hay algo en ellos que es inefable. Desde la primera vez que tuve que limpiarle el popó durante media hora a Manuel (niño de 5 añitos), hasta cuando ayudé a Daniel Estuardo a tranquilizarse cuando tuvo sarna o cada vez que los de 4º, 5º ó 6º me vienen a mí para ayudarles a hacer su tarea hay un recorrido de mucho trabajo. Amo en la persona en la que me he convertido. Aquí soy alguien importante, aquí puedo hacer cosas. Y no tengo trabas del tipo consumismo o aspecto estético. Pasan meses hasta que me miro en un espejo pero ni me preocupa. Aquí las mujeres son muy naturales, será raro que veas a una mujer maquillada. Tienen un estilo muy sobrio, pelo largo, muy largo, hasta el trasero cuando se lo sueltan, pero la mayor parte del tiempo lo tienen atado en coletas. Aquí no sé, creo que si estuviera como antes, es decir, todo el rato trabajando en la computadora, creo que sentiría que estaría perdiendo el tiempo. No soporto estar mucho rato en frente de la computadora, me siento mal. Y me siento mal cuando estoy como estuve en Tenosique (México) comprando cosas porque pienso que eso que gasto para mí, lo puedo invertir en algo para niños (fruta o lo que sea). Venir a Guatemala, es, de largo y por muchísimo, lo mejor que he podido hacer en mis 32 años. Y no hubiera llegado aquí de no ser por mi carrera, por la Geografía. Hay muchas cosas que gracias al destino. Y otra cosa te diré, mi chica, mi novia, es una mujer que me hace muy feliz, me hace aún mejor persona y creo que soy una versión mejorada de quién era. No tenemos una relación de dos seres atados, somos muy independientes y por eso la amo más cada día, porque se parece bastante a la relación que he tenido querer, queriéndonos, pero sin atarnos. No me preocupo de nada que no sea realmente importante, no me preocupo de las maldades cotidianas ni de cuestiones banas y sin importancia. Lo importante son las cosas básicas: comer, dar cariño, comprensión, dar todo lo que puedas de ti, ayudar, ayudar y ayudar siempre y claro, aprender porque nunca estamos exentos de seguir aprendiendo. Quien no se acuerda de ti, quien no te hace bien, mejor olvidarlo y obviarlo, eso crea basura interior. Este viaje, que espero que acabe con final feliz, ya me cambió la vida, lo que queda atrás, sólo es pasado y es una página que no quiero ni volver a leer. Tenerife queda para mí en otro espacio temporal. Espero no tener que regresar. Yo ahora visualizo y tengo unas poderosas ganas de encontrar trabajo aquí, en México, Estados Unidos o en mitad del Atlántico en un barco, me da igual, quiero tener dinero porque anhelo apadrinar a unos cuantos niños, ayudarlos en sus estudios y poder seguir dándome una oportunidad con mi novia. ¿Sabes incluso lo que he pensado? Me gustaría imitar a Thoreau, me gustaría irme al bosque y hacerme mi propia casa. Irme con un hacha y un machete, y hacer mi territorio, también cultivar algo para hacer mi comida. La tierra me llama, no sé nada de estas cosas y creo que en general tengo poca fuerza y soy muy pusilánime, pero la tierra me llama cada vez más para acabar allí, con mis ahorrillos y viviendo sin problemas de dinero, pero en un ambiente bucólico, tranquilo, sin mogollones y alejado de toda clase de estructuras sociales banales que habitan normalmente en el mundo desarrollado.

Y lo de los mayas. Eso es algo que de verdad, tú estás aquí conmigo porque no conozco a nadie que pueda valorar estas cosas más que tú. Hay tantos detalles, tantas cosas que habrían que contar y aprender de este mundo maya, se respira esto a cada paso porque tío…¡¡¡Están hablando un idioma que tiene más años que cualquiera de las civilizaciones e imperios europeos!!!

X, como siempre te digo, tú eres uno de las 2 únicas personas que siempre están pendientes de mí (la otra es mi hermana), y para mí es un orgullo que viajes conmigo, en mi cabeza, sabiendo, como sé, que alguien sabio como tú sería capaz de entender todo este recorrido humano y sentido. 

Antes de volver a pasar un periodo de aislamiento por mucho tiempo quiero que te quedes con esto que, mientras regresaba a Río Dulce, estuve pensando:

-Hace mucho que la experiencia Centro Americana- Guatemalteca sobrepasó cualquier experiencia previa que haya tenido.

-Nací en Venezuela, crecí y me crié en España pero me he hecho adulto en Guatemala.

-Normalmente hace tanto calor y humedad que la parte del cuerpo que más trabaja son los poros de la piel que exudan todo el líquido hasta la deshidratación. Cuando tomas líquido, tardo apenas unos pocos segundos en sudar hasta casi la deshidratación.

-Subir a un autobús público guatemalteco es aventurarse a toda suerte de cosas que habitualmente no encontrarás en otro país.

-Le meteorología aquí es salvaje. Por primera vez en mi vida he visto rayos a plena luz del día y he escuchado tronar a unos pocas decenas de metros. Por primera vez he sentido la violencia de la naturaleza y he sentido verdadero miedo a ser alcanzado por un rayo. El calor es tórrido, la lluvia imponente.

-He pensado un poco en esta experiencia vital y he resuelto que en el mundo estoy más solo de lo que pensaba. Yo lo que más pretendía es no dar un paso a solas y no echar de menos siempre a alguien. Cuando cruzo una frontera, cuando duermo por las noches, cuando voy a cualquier lugar siempre estoy físicamente solo. Eso no ha cambiado. He cambiado la aceptación del hecho como algo normal, que no es ninguna tragedia, ni nada malo, pero no ha cambiado la sensación de que me hace falta no estar solo.

Gracias por tus mensajes, echaba mucho de menos este intercambio de mails. Me recuerda al pasado, cuando estaba en Alicante y nos enviábamos decenas de mails al día. Me alegro sobre todo porque te noto mejor y eso es realmente lo que importa.

Te quiero X. Sueño con que pronto se hará realidad el sueño de tener un trabajo remunerado y que podré pagarte un pasaje a América y vendrás a visitarme y yo seré un hombre feliz porque mi mejor y casi único amigo en España estará conmigo. Sé que dentro de poco tendré fortuna. Tengo esa determinación y lo conseguiré, no sé cómo, pero lo conseguiré.

Cuídate mucho tío, y esto no es un formalismo, CUÍDATE MUCHO esa salud y no te olvides de mí que yo NUNCA me olvido de tí.  Te envío un saludo muy feliz desde la Isla de Flores, en Guatemala. Tu amigo que no te olvida:

William


Acostumbrarse



Me he acostumbrado a este lugar como el lunes se acostumbra a ir detrás del martes. Es la inercia del ser humano. Me he acostumbrado a mostrar todos mis conocimientos a estos niños. Me he acostumbrado a reconocer mis límites intelectuales, a recorrer nuevos caminos por la propia inercia. Me he acostumbrado a comer con las manos, sin cubiertos, ya sea cualquier tipo de comida. Me he acostumbrado a vivir con velas y en la oscuridad. Me he acostumbrado a escuchar a monos aulladores a las 4-5 de la madrugada. Me he acostumbrado a caminar por caminos rurales en mitad de la noche sin linterna y casi, casi sin luz. Me he acostumbrado a ser ambivalentemente introvertido y extrovertido. Me he acostumbrado a ser profesor de niños con muchos problemas. Me he acostumbrado a levantarme a las 6 de la madrugada. Me he acostumbrado a que ella me dé, de 10 a 100 besos cada vez que nos vemos tras varios días sin saber nada el uno del otro. Me he acostumbrado a ver este río tan grande como un océano. Me he acostumbrado a la lluvia copiosa y abundante de forma diaria. Me he acostumbrado al tórrido calor, a estar sudando desde la mañana, hasta la noche. Me he acostumbrado ir y regresar en lancha. Me he acostumbrado a estar sin celular (móvil), sin internet, sin frigorífico, sin microondas, sin electricidad, sin prácticamente ningún lujo. Me he acostumbrado a vivir con no más de 5 ó 6 mudadas de ropa. Me he acostumbrado a lavar la ropa a mano. Me he acostumbrado caminar, a correr, a hacer ejercicio. Me he acostumbrado salir con el cayuco y el remo en busca de aventuras. Me he acostumbrado a la jerga guatemalteca, a decir púchika en vez de hostias, a decir “vení” ó “veníte” en vez de “ven” ó vente, a decir computadora en vez de PC, a decir coche en vez de cerdo, a decir “juelagran” en vez de “joder”, me he acostumbrado escuchar el himno de Guatemala y a que se me pongan los pelos de punta cada vez que 200 niños lo cantan cada lunes a las once de la mañana, me he acostumbrado a casi todo lo Chapín. Me he acostumbrado a decir “quetzales” en vez de euros, a decir “pisto”, en vez de “duro” ó “guita” o “plata” ó  el eufemismo que se utilicen para llamar al dinero. Me he acostumbrado a decir “caites” en vez de “chanclas”, “cholas” ó “zapatillas”.


Me he acostumbrado a decir palabras en Keq’chí para ‘conquistar el cariño de los niños mayas. Me ha acostumbrado incluso a vivir con menos música de la que habitualmente lo hacía en España. Me he acostumbrado a sentir seguridad en mi mismo, y seguridad en mis inseguridades como algo sano y curable. Me he acostumbrado al estado ruinoso de todo lo que me rodea. Me he acostumbrado a sobrevivir sin redes, paracaídas, ni salvavidas. Me he acostumbrado a vivir con el miedo como si fuera algo natural, como si tu némesis siempre estuviera rondándote, como la horma de un zapato que nunca se rompe, que siempre está tirante y con el que siempre has de luchar. Me he acostumbrado a despedirme sin pena, sino como una ley innata de la vida contra lo que no puedes luchar. Me he acostumbrado a ser fuerte, recio, como una roca. Me he acostumbrado a no llorar. Me he acostumbrado a que cada día, sin decirlo, estoy diciendo adiós a un lugar que ha cambiado mi visión del mundo y de toda la vida. Me he acostumbré a aceptar que mi destino está alejado de lujos y de rimbombantes sistemas tecnológicos. Ya sé que acabaré lejos de cualquier urbe, y acepto mi destino, sea cual sea, con el orgullo de quien ha hecho todo lo posible. Si acabo donde pienso, no habrá sido por no haber llamado a todas las puertas. Me acostumbre a que hay guerras que nunca se podrán ganar. Pero en cierta forma y de una manera metafórica y subliminal, he ganado, aunque no tenga un centavo y aquellas que creen que tanto tienes, tanto vales, piensen y crean que no valgo nada porque no tengo dinero. 

Nací en Venezuela, crecí en España, pero me hice mayor en Guatemala. Me acostumbré a no tener patria, a sentir un poco todos los países del mundo como el mejor lugar donde nacer cada día…cuando sabes que haces falta y que vales. Eres de allí donde te aman, te valoran, te quieren, y cada día te extrañan cuando no te ven. Cambia el mundo cuando tú te empeñas en cambiar para mejorar. No me interesan las riquezas si no siento la verdad como la veo aquí. Todo lo demás, lo siento, chicos, pero es mentira. Mira a tu alrededor, ¿De cuántas cosas podrías prescindir? Yo sin las sonrisas sinceras de estos niños y sin el amor desintoxicado de los lujos. Esa es mi verdad ahora. Yo no sé mañana...