Guatemala, esta noche, estoy más cerca de ti. Latinoamérica, mis pies te esperan como el destino que desde tiempo voy buscando. Allí nací. Durante muchos años quise volver a ella, sentirla de nuevo. Durante mi primera década de vida sentí que mi destino era Latinoamérica, Venezuela en concreto. Luego la vida me enseñó a divagar.... Pero ahora siento ese hormigueo propio de cuando sabes que algo va a cambiarte la vida para siempre. Quiero poder sentirme libre en la naturaleza y poder ayudar con mis manos, con mi voz, con mis ideas, con todo mi ser, realizando una labor que sólo pensarla, me llena la vida que en parte siento hueca, vacua, solaz. Y espero mucho de mí, espero sobre todo días como los de hoy, en el que al miedo lo yuxtapone una ferviente pasión y ganas de dar un paso único en mi vida. No es sólo cruzar un océano, no es sólo caminar por la selva, no es sólo darle la cara a todo peligro, es vivir una vida que en España no tendré nunca, una forma de vida a la que hace un año renuncié y aunque coqueteé, el destino o vaya usted a saber qué, te pone de nuevo en situación. Porque el corazón brama, grita en silencio y necesita acallar todas las responsabilidades que tiene consigo mismo, todo esto que lleva dentro. No necesito reventarme, ni llegar al límite, quiero descubrir el lado de la vida que es sin nada más que tú mismo con otro ser humano y nadie más. El valor de la interaxión cara a cara. Quiero vaciarme del todo, llegar a confudirme con la maleza, quiero que mis palabras de nuevo vuelvan a arder. Sentir que tengo algo intenso y verdadero que contar y escribir, como ya ocurriera en el Pico Cabras, en Marruecos, o en Los Pirineos. Quiero que la naturaleza humana me haga ser más humano y menos esclavo de privilegios que en realidad son falsos, que en realidad no necesito. Soy así de simple.
Y tras Guatemala, ¿Nicaragua, tal vez? ¿Quién sabe? Una gran amiga, tras contarle la disyuntiva en la que me hallaba desde hace tiempo (incluido temas amorosos), me dijo hace bien poco algo muy parecido a esto: "Eres libre, nada ni nadie te ata, puedes caminar hasta el final del mundo y por el tiempo que quieras, puedes hacer de tu sueño, el sueño de muchas personas como yo, que no podemos o no nos atrevemos. Hazlo, no necesitas dinero, sólo tu voluntad". Justamente esa amiga fue la que me recomendó el pasado año venirme a Alicante. Y antes de Alicante, otra gran amiga me marcó el camino de la Geografía en 2009. Justo cuando no hallaba camino alguno, aparecen mensajes que capto, que escucho bien alto. Hace 4 años decidí ser racional. Hoy, decido ser vehemente, racionalmente vehemente, ambivalentemente demente y cuerdo. Casualidades la misma persona que en 2009 me hizo ver el camino, hoy me ha regalado algo que me ha hecho darme cuenta definitivamente de todo, y ello me ha erizado hasta el último bello de mi cuerpo. Como hiciera Humboldt, Ernesto Guevara, Alberto Granado, Alexander McCandless, o Román Morales, yo también sé qué busco. Hay cosas que sé. Sé que para descubrir lo que ando buscando me toca caminar mi propio camino, mi promio destino, sin mirar atrás, aunque tema o lo quiera soslayar con asuntos baladíes. Sé que en ese trayecto, o proyecto de senda, quiero volver a renacer de mi mismo, reinventarme desde la nada. Quiero llegar a ese estado de locura primigencia y/o paroxial, y si hay que fenecer, que sea dando un paso al frente, y no sentado esperando. ¡¡¡¡Y NO SENTADO, ESPERANDO!!!
Racionalmente tengo miedo, claro que lo tengo, pero ahora mismo me encuentro en ese estado en el que se fusionan la ilusión del proyecto de vida nuevo con el eco interno que a veces te paraliza y te dice: "piénsalo dos veces". Lo noto, el año pasado lo sentí, sentí ese miedo que te paraliza y te hace zozobrar como un barco medio destruidio. Pero son ilusiones, nada está acabado. El destino siempre me llama a una nueva forma de peligro, que es el atrevimiento, un acto de valentía... y ya llevo muchos (alguno lo sabéis). Yo sé que quizás, tal vez, el día en el que emprenda el viaje sin fecha de vuelta, descubra que no hay cuerpo, ni cabeza, ni pies, ni manos o piernas que aguanten. Pero sé que a partir de finales de septiembre (fecha por confirmar) será una lucha que quiero ganarme metro a metro, segundo a segundo, con una mirada fija, queriedo saber dónde está mi límite, sabiendo que reventar es la opción más factible pero que aún así, el cuerpo pide explorar los arrebatos más básicos de un ser humano que tiene mucho que dar, muchísmo que tributar a personas que me han hecho sentir varias formas y clases de amor. Me siento en deuda con un cierto número de personas, las que están, las que han estado o las que estuvieron. Hoy me toca a mí dar y volver al continente al que mi padre viajó para encontrar su vida. Yo creo en el destino, y como mi padre, queriendo o sin querer, acabaré allí. Todos los entresijos del por qué he llegado hasta aquí no hacen sino confirmarme que estoy predestinado a algo que sé que va a ocurrir, y sólo yo sé lo que va a pasar, es mi mayor secreto.
Sé que el que me quiera, se alegrará de mi decisión y de mi partida y querrá compartir conmigo todo esto tan genial. Sinceramente el tiempo de los "quédate" ya pasó. Nadie logrará hacerme cambiar de idea ya. Estoy enamorado de la vida lo suficiente como para no desaprovecharla. Trabajé hasta dejarme mi propia salud desde los 17 hasta los 27, he estudiado hasta la extenuación con 31 años, y entremedias he cosido trayectos a pie. He tenido buenos mentores, maestros de todo tipo de amor, los mejores maestros del sexo, de la alegría y felicidad, de la Geografía y el Periodismo...pero también maestros del caminante, del peregrino, del voluntario, del cooperante, que te hacen sentir que tienes algo exagerado que dar, que no se mide con palabras, ni en kilómetros, que no se mide con dinero, ni se mide con absolutamente nada.
Quiero sentirme fuerte cada día, quiero sentirme un hombre, un ser humano, alguien que le está dando sentido a la vida, aunque para muchos sea absurdo, estúpido, aunque me tachen, viviré de la manera en la que llevo haciéndolo durante casi 20 años: caminando y luchando por mi. Quiero medir mi capacidad de sufrir porque amar la vida es también sufrir. Lo supe desde la primera vez que sentí algo paroxialmente bueno. Y pese al sufrimiento, ya os digo que valió la pena. Siempre vale la pena, porque siempre aprendes algo que te hace ser un poquitito mejor, unas veces tardas más y otras menos, pero siempre aprendes.
Sé que muchas veces parezco frágil como el cristal. Puede ser que sea así, pero detrás de este cristal se esconde sobre todo alguien de mucho valor, el valor que creáis o no, yo se darme. Se que a veces parezco bipolar, pero creedme cuando os digo que nunca ha habido un "yo" más equilibrado y sereno que el que estáis leyendo ahora mismo. Sólo persigo darme al mundo sin ningún tipo ataduras. La verdad es que no veo el día en que sepa cuándo será mi partida, cuando seré libre para llegar a mi primera parada de muchas (espero). Hace años, un amigo erudito me dijo "lo mejor de la vida es que no sabes qué va a pasar". Yo siempre disentí un poco de ello, sin embargo, ahora mismo, ese no saber si Guatemala es mi destino final o sólo uno de paso, me apasiona. Y es que esta noche la ONG me ha escrito y me ha dicho que hago mucha falta, y me ha dicho mucho de lo que necesitaba saber. Y no veo la hora de emprender mi camino recordando todas las obras leídas, desde Hamlet, pasando por Así Habló Zaratrusta, a Gabriel García Marquez, Isabel Allende, todos esos libros de filósofos, esos novelsitas famosos de la vieja guardia, los nuevos como Murakami, mis veneradísimos Emerson y sobre todo Thoreau, y claro está, los diarios de viaje de mi idolatrado desde infante, Ernesto Guevara y luego de mayor Alberto Granado, Alexander McCandless y claro, Román Morales. Alguien me dijo hace unos meses que cruzar caminando Latinoamérica era imposible. Y sé que hay muchos imposibles. Y sé que es lo más seguro es que jamás llegue a pisar Punta Arenas (Ciudad más al sur de Chile) o si acaso Chile, no os engañaré, es una utopía para mí, pero si queréis que os diga la verdad, en mi vida ha habido muchos imposibles que acabaron cumpliéndose. Pensé que nunca tendría mis momentos de gloria en el deporte, y los tuve de pequeño; pensé que jamas lograría trabajar y dar lo mejor de mí y lo hice durante diez años como periodista; pensé que no conseguiría que ninguna mujer me amase y me dijera "Te quiero" y he tenido la inmensa fortuna de escucharlo y sentirlo en mi piel; y sobre todo, pensé que jamás lograría acabar mi carrera, la Geografía, y el 11 de junio de 2012, lo logré. Así que, puestos a soñar despiertos con un mundo salvaje e indomable, ¿por qué no imaginar que algún dia, dentro de algunos años, mis pies logren cruzas más fronteras a pie?. Creédme, cuando vaya a Guatemala, es muy fácil que lo haga.
Hay algo que sobre todo echaré muchisimo de menos: la música... mi música, la banda sonora de mi vida. La música de Marwan, de los Beatles, la de todos los cantautores que me han acompañado desde que mi vida renació en 2009. Quién hubiera pensando que lo que me dijo un ex compañero de trabajo aquel enero de 2009 se haría realidad: "Esto malo que te ha sucedido puede ser lo peor que te ha pasado en la vida...pero verás que al final es lo mejor que te ha podido pasar" Nunca olvidaré a Esaú Hernández y su grácil y ejemplar manera de echarme a volar por el mundo de mis exhaustivos sueños.
Quizás nadie me entienda, lo sé. Me véis henchido de palabras abrumadoras, quizás creéis que exagero pero lo cierto es que ahora me siento brillante; brillante y fuerte como una estrella. Siento que soy capaz de llegar hasta el final del mundo con un poco de piernas y una buena dósis de suerte, sin prisas y caminando lento. Se acabó la espera. Dentro de unas horas/días me pongo "ON" y comenzaré con la primera parada de una aventura que aún no he comenzado, pero de la que ya me siento muy orgulloso.
W.F.H.R.