Desde la última vez que llegué a
Tenerife han pasado unos diez años aproximadamente. Mi idea al aterrizar era
hacer una breve estancia para volver a Asturias. Sin embargo, todo cambió. Los
lazos afectivos con aquella región del norte de España se diluyeron muy poco a
poco. En Tenerife, aunque complejo, el camino fue incansable. Tras un primer
año de “aclimatación”, opté por realizar estudios de Formación Profesional
esperando tener pronto una independencia principalmente económica. Volví pronto
a cuestiones periodísticas y enseguida me hice un hueco en aquel medio escrito
donde casi de inmediato me convertí en imprescindible.
Hice nuevos amigos. Personas que
pensé que permanecerían siempre a mi lado. Ellos me convencieron y yo, de paso,
quise que me convencieran. Aquellos tres primeros años me fijé en tres chicas
de las cuales dos fueron un fuerte capricho y de esas, una fue un amor “de
verdad”. Carmen, Chiqui, Consuelo, Karina, Pamela, Marrero o Kire fueron
algunos nombres que quedaron en mi recuerdo de forma indeleble. Hoy son
historia. De los anteriores fue la llamada Carmen la amiga que más me hizo
cambiar pero al mismo tiempo la que más frustraciones acabó por darme. Su
noviazgo me dejó en un segundo plano y al final sufrí esos cambios que ocurren
a los jóvenes cuando tienen pareja que acaban, en más de una ocasión, por apartarte
de sus vidas y pasas de ser imprescindible a descartable.
Fracasados mis intentos de
ubicación laboral vinculados a la Formación Profesional ,
y también fracasados mis devaneos afectivos, pero apostando muy fuerte por el
periodismo me lancé prácticamente sin pensar a la Universidad. Volví cinco años más tarde a la
Geografía.
En dos años apareció delante de
mí un nuevo mundo. Una tierra donde el noviazgo o la independencia económica no
era lo primordial. El grupo de amigos hechos en la F.P. desaparecieron y ello se
materializó en dos sentencias de Carmen: “En mi vida ahora mismo mi prioridad
es mi novio, no mis amigos”; y “las personas entran y salen de las nuestras
vidas por una razón (…)”
Esos dos años siguientes
comenzaron a cambiar mi vida que se convirtió en algo “idílico” visto desde la
distancia. Conocí a un montón de
buenísimas personas, algunas de las cuáles he mencionado como a mi amigo “el
sabio” (una amistad para toda la vida, una amistad de verdad y maravillosa),
amigo “hypericum”, amiga “la más violeta”, entre otros. Me enamoré perdidamente
de una mujer, la que algunas veces he nombrado y he llamado “amiga palmera”.
Hoy es amiga lejana pero en ese momento viví lo que yo atrevidamente llamé “El
Plan Perfecto” que consistió en una serie de estratagemas y burdas mentiras
para conquistarla que…no funcionó pero….fue precioso todo lo que fui capaz de
hacer. No me arrepiento de aquello.
Fue una etapa de vuelta a los 18
años que no pude disfrutar cuando debí. Ir de bar en bar, de copa en copa, de
locura en locura. Fuera de la
Universidad estaba Tony y Dani, con éste último solía ir a un
bar a perder al ajedrez mientras
tomábamos margaritas; con Tony hacía algún que otro film, corto, aventuras
nocturnas llenas de miedo patrocinadas por la sugestión. Sin embargo, ambos se
fueron de Canarias y, con ellos, se fue la amistad debido a lo que yo achaco de
nuevo al cambio de prioridades o, por decirlo pedantemente un “cambio del
paradigma sentimental” (pasar de todos los amigos para centrarse y encerrarse
en sus respectivas parejas de forma exclusiva).
A principios de 2007 hubo una
revolución. Me ofrecieron un contrato de trabajo como periodista y alcancé mi
techo tratando asuntos sociales y políticos de la capital tinerfeña. Lo
compaginé con la carrera sin éxito. Pensé que jamás sería geógrafo, pero era
periodista y aquella etapa fue dura. De un plumazo mi vida social se esfumó.
Ésta se limitó a tristísimas noches oscuras de alcohol y mujeres pasajeras de
fin de semana.
Pero a fines de ese 2007 tuve un
problema de salud que yo ignoré hasta el verano de 2008. Ese año 2008 fue el
principio del caos más absoluto. “Rompí” momentáneamente con la actual “amiga
palmera” tras dos intentos fallidos de besarla y sus duras palabras que fueron
contestadas por mi con un: “Ojalá no te hubiera conocido nunca (…)” (tal cual),
que más de medio año más tarde ella olvidaría (y yo me arrepentiría de esa
sentencia) porque es, probablemente, la mujer con mayor fondo y menos rencorosa
que he conocido.
En aquel verano de 2008 en mi
recorrido cruzando a mochila media España una chica se enamoró de mí pero yo
jugué con ella; me operaron tres veces durante el mes de septiembre de aquel
año, estuve más de seis meses convaleciente, una enfermera de aquel hospital se
flipó conmigo y me convirtió en su “amante”. Tras salir del hospital inicié un
doble juego entre la enfermera y la otra chica que finalizó en diciembre sin
ninguna de las dos y yo “fugado” de Canarias en plena ola de frío peninsular.
Ya en 2009, pero apenas dos
semanas después de lo sucedido con la enfermera y la chica del verano, me
despidieron del periódico de forma indebida estando aún de baja y yo caí en la
primera depresión grave. Quise salir de Canarias hacia Nepal pero “amiga más
violeta” me recordó aquello que me había hecho especial: La Geografía. Aún con
dolores y convaleciente volví a la Universidad. Tres años más tarde acabé la carrera
aprobando cosecutivamente 31 asignaturas (lo digo de memoria, puedo errar en la
cifra) con una media de notable alto (esto es absolutamente cierto).
Por el camino aquellos amigos de la Universidad caminaron
por sus propias sendas. Yo alcancé el cenit de las relaciones amorosas con la
relación con la chica de Navarra, quien colmó todas mis expectativas de vida
más allá de lo que pudiera haber imaginado alguna vez. Me llenó en todos los
aspectos conocidos y desconocidos. Tras la ruptura –por haber jugado de nuevo
con ella y con otra maldita mujer- pasé la segunda y probablemente la más
grande depresión de mi etapa adulta que acabó bien.
Y ahora he me aquí. Después de
sacarme el carnet de conducir, la
F.P ., una carrera, de varios años de periodistas, después de
decepciones, alegría y felicidad, fiestas, alcohol, noches sempiternas, días
escuetos, mujeres pasajeras y amigos. Me reconcilié con mi familia, con mi
pasado, soy tío y padrino de un niño al que no sé cómo ni de qué manera pero
quiero de una forma inimaginable.
Hace más de un lustro no habría
apostado por mí sin alguien a mi lado. Ahora yo soy el que manda en mi vida y
he tomado una decisión sin una mujer de por medio, amor u otras coyunturas
sentimentales. Lo hago de forma egoísta, por mí y para mí. Y esa es la
diferencia con la última vez que abandoné estas islas hacia Asturias con la
intención de no regresar. Allí busqué y encontré un amor, una mujer. Ahora sólo
quiero saber dónde está mi límite, mi lugar en el mundo… o si acaso ese lugar
en este mundo existe para mí. Me lanzo esta vez sin paracaídas sentimental.
¿Qué pasarán en los próximos diez
años?
¿Lograré romper este maleficio y
de paso los lazos con Canarias de forma definitiva?