El viajero que nunca quiso serlo


Trescientos sesenta y cinco días de viajes, de fuego, de creer algo que ya no será dentro de unos días. Duele perder el amor de tu vida. Es duro porque en cada viaje está ella. Lo ha estado desde que tengo cuatro, cinco años. Ella ha sido la mejor amante, la mejor combinación. Hoy hace un año que el destino firmó la sentencia de muerte de mi amada. Y la he disfrutado. ¡¡Oh Dios!! Ninguno de vosotros os imagináis cuánto hemos reído juntos, cuantas noches, cuántos días, cuántos kilómetros, cuantas vivencias hemos tenido este último año. Me he jugado TODO por ella, para salvarla y que se mantenga en mi vida. Pero ya sólo puedo bailar yo solo el baile del viajero errante, el que va a cualquier parte o sin saber por qué. Porque no tiene por qué quedarse porque ella ya no estará desde el próximo mes de septiembre. Porque desde el 30 de junio de 2013, la tendré que ver entubada y con respiración asistida. No me habléis de entereza, yo vivo entero cada día. Decidle a un idealista enamorado como yo que perderá su todo, su esencia y que para no ver su propia muerte lentamente los próximos años, emigrará por la maldita rabia de no tenerla más. Porque ya no la tengo pero disfruto cuando su Alzheimer se rebaja y nos permite recordar lo felices que fuimos, que hemos sido, que aún a veces somos y todo gracias a los dos pero sobre todo a la vida que me ha dado ella.

Ahora os hablo de viajes. Esto ya os digo es PURA PASIÓN. Es lo que esta noche al llegar a casa desearía antes de cerrar los ojos.
  

Ese viaje recurrente, frecuente, ese que no va a la estación a coger trenes o guaguas, el viajero que utiliza únicamente sus pies para desplazarse entre lugares, al que no le importa jugarse su alma por simple satisfacción o por dolores del alma provocado por la frustración de no poder obtener lo que con el esfuerzo de sus pies sí ha logrado hacer realidad. (Marruecos, Francia, Pirineos, España, Canarias….)

Tú que me lees, que me conoces o crees que sabes, dime cuánto tiempo crees me quedé queriendo el alma y el cuerpo. Cuántos años, cuántas vidas crees que han pasado desde que me quedé amándola con esta pasión fatalmente medida. Por favor, no lo hagas. No me taches de ser excesivamente romántico, o pasional, o idealista, u obsesivo no me taches de ser excesivo porque el exceso es saber que dentro de diez años te querré aún más que hoy. No me conoces, no sabes lo que puedo llegar a ser porque eres tú la que puede hacer de mí un ser volcánico de fuego…o quizás un volcán de hielo que expulsa ventiscas heladas. No se te ocurra juzgar mi mirada a secas porque la quieras convertir en algo banal. No lo es, no lo soy. No me limites, no me encasilles. Todo cambia menos mi capacidad para amarla hasta el éxtasis y la sinrazón. Esa capacidad es ilimitada. Os lo puedo demostrar de todas las maneras que queráis.  

Este ser que es sólo pasión está aquí sin aliento, sin voz. Por favor, dime, cuánto, cuánto, CUÁNTO!!!!! me dejé por ti, las horas, los días, los meses, los años sin que supieras que me quedaba sin aire, sin latidos, sin la salud necesaria para querer seguir viajando. Quiero llorar y después cierto tiempo medido, con estas palabras y lo que viene a mi cabeza, lloro desconsolado. No sobra el tiempo y me sigo quedando queriéndote aunque esté agotado.

Me voy y cuando lo haga, cuando llegue ese momento que está a punto de ser, dejaré de utilizar plurales. Dentro de poco dejaré de pensar en “nosotros”. Ya nunca más será ella y yo. Seré yo sin ti, yo conmigo mismo. Lejos donde ya no te viviré. ¿No es suficiente para llorar de una pena insondable? ¿Sabéis acaso lo que esconde esto? Esconde muchos nombres, muchas personas que no sé si merecen el tiempo que inherentemente dedico a amarles pero lo he hecho sin pensar y pienso que ha merecido la pena porque al menos he logrado amar con todas las palabras y todas las pasiones, desde las más elementales hasta las más elucubradas. Pero es mi naturaleza llorar por ellos, y por el amor de mi vida.

DIME POR FAVOR, CUÁNTO, CUÁNTO, CUÁNTO TIEMPO!!!??? Se me ha ido la vida amando sin medida y aquí estoy, sin aliento, sin voz, con lágrimas secas. El lacrimal se secó, la voz no desapareció. Se me callaron los gritos.

Y quiero gritar que no es justa esta vida en la que tú esperas a un hombre que no sabe querer mientras yo suspiro por volver a sentir tu pasión en mí. Que no es justo bailar, follar, conocer  y hablar con una mujer imaginando sin querer pero sin poder evitar que eres tú. Es frustrante querer tenerte y sólo aspirarte en tiempo limitado o que puede que ni aún así.

Es frustrante saber que dentro tres meses jamás volveré a escuchar tu voz, jamás volveré a estar cerca de ti, en tu ciudad, con la posibilidad de verte o siquiera tocarte.
                                       
Esta noche sólo deseo bailar una canción, la canción del viajero frecuente. Que hoy quiero mirarte y que mires mi amor, que dejes de tomar esto como una lucha, que simplifiques y que me pidas y seas egoísta para que me quede aquí y ahora a tu lado y a la mierda el futuro y ese que no te sabe amar y que provoca mal en ti. Recuérdame. Suplico por última vez que suceda ese milagro que sea ahora, ya,  porque el ahora está lleno de pasión. Quiero que me quieras como sé que eres capaz y puedes hacer. Que escalar esta montaña duele porque es como si lo hiciera sin piernas, como si lo hiciera totalmente impedido.

Y no grito, y me mantengo tranquilo, y no hago más que hacer lo primero, besar labios llenos de vacuidades,  tener sexo sin amor y arrepentirme por sentirme tan mal porque no yazgo contigo. Follar sin ti, o imaginando tu voz y que tu cuerpo es el de la otra, es una de las experiencias más tristes y frustrantes de cuantas he experimentado.

Que quiero dejar de ser ese aventurero y quedarme cada noche en tu cama y medir nuestras pasiones para ver quién querrá más a quién dentro de uno, dos, tres o cuatro años. Ahí, yo gano, estoy seguro del triunfo de mi desmedido e inagotable pero ajado corazón.  

Que esta noche sólo quiero bailar con pasión la canción del viajero frecuente. Esa canción en la que no sé cuánto tiempo ya me he quedado queriendo a alguien que no reacciona. La muerte. Es eso. La muerte del amor para alguien que anhela, que necesita, que ruega por una noche de tu sol, por un día de tus estrellas, por besarte y palpar tu cuerpo, tu espalda y todas esas zonas que son pecados capitales para ti. Que te matan, que yo quiero matar de placer para que no pienses más porque esto es sencillamente simple. Que me das miedo, que me doy miedo.

Que no puedo decir adiós y sin embargo a vosotros os resulta tan sencillo recurriendo a mi toxicidad. Yo no puedo pedir más que me amen. NO puedo pedirlo porque eso no se pide pero yo deseo el recuerdo, volver a sentirme un ser humano lleno. Que las noches dejen de ser tan solitarias. Que mi cama deje de ser mi feroz enemiga. Me queda poco tiempo para hacer el último viaje de mi vida. Sí, se trata del 'famoso' Plan B de mi vida....

Porque con el Plan A llevo 32 años. Yo no quiero viajar para suturar heridas que nunca sanarán del todo. Decidme por favor, ¡¿Cuántos cuerpos y cuántas palabras o ánimas hacen falta para que un amante destrozado por la soledad y por si mismo acabe siendo  una roca que no llora, ni sangra, que mide falsamente la simplicidad de lo simple que es esto?! ¿Decidme, cuánto hace falta?


No hay comentarios:

Publicar un comentario