Hace no mucho tiempo veía que mi vida por fin tenía un sentido.
Poco hace desde que sentía que tenía muchísimo aire que respirar.
Antes de ayer creía que el destino me había vestido de celebración.
En fin. Que no ha pasado mucho desde que alguien me demostraba que le importaba.
Pero cuando algo cambia, es un crack. Yo nunca he aceptado bien los cambios. Con el paso de los años me he vuelto más tranquilo fruto de cierta mal llamada madurez, pero no llevo bien los cambios. Porque casi todos los cambios, de los que hablo ahora de forma ambigua, han tenido una componente claramente negativa (en mi caso).
Sucede que hay quien promete muchas cosas enaltecido por los sentimientos. Creen que nunca cambiarán. Está todo en ebullición y claro, uno como yo, poco acostumbrado a esas cosas, se queda sorprendido. Y falto como está uno de esas cosas, si ve certeza, fondo y argumentos sólidos, pues uno cree, a fin de cuentas, se trata de sentimientos, ¿no?. Además, he creído porque egoístamente lo he necesitado. Es más complicado que estas simples palabras, pero es sólo una mera descripción.
Pero las cosas cambian. Y las cosas de las que hablo sin hablar o sin concretar, han sido así por mi culpa. Me da igual lo que digan los implicados, objetiva y empíricamente puedo demostrar casi científicamente que he sido yo el que la ha cagado a base de bien. No sólo por los hechos, que también, sino sobre todo por un punto clave: creer. Siempre he sido demasiado ingenuo (que no inocente).
Tonto soy cuando creo que alguien me dice que puede hacerme feliz para siempre. Que alguien me promete que no me va hacer daño nunca. Cuando cada noche, durante un cierto tiempo, no hace más que soñar conmigo mientras me quedo sin palabras ante semejante beldad. Me pregunto si algo tan fantástico y maravilloso puede ser cierto. Y lo crees, y das todo lo que puedes y más. Das el mundo entero si hace falta, la vida, lo que tienes o lo que no tienes porque crees que sí, esa es la tuya, la oportunidad que siempre has esperado toda la vida.
Pero algo ocurre, siempre pasa algo que rompe el hechizo, el encanto, todo cambia y al cabo del tiempo todo se acaba. Ya pasa mucho tiempo sin que esa persona quiera saber de ti, ya no sueña a tu lado. Ya no la haces sonreír, de hecho ya no reís. No sabes absolutamente nada de su vida, ni si estará bien, si estará pensando en ti, si algún día volverá a sentir lo mismo que cuando pasabais las noches juntos.
Quieres enfadarte, y de hecho te enojas, pero sabes que has sido tú el culpable por bajar la guardia, por creer que el jodido Cupido te recompensaría por tanto dolor. Porque claro, dices: “Después de tanta pupita, digo yo que me tocará ser feliz y dejar de estar 24 horas absolutamente solo”. Pues no. Y ya no puedes decir que no te lo mereces, porque en mi caso, me lo he ganado a pulso, minuto a minuto he “jugado” (que poco me gusta esta palabra) a perder.
Vuelves a pasarte noches enteras en solitario, buscando algo que hacer, que leer, que ver, que escribir, matando el tiempo, vistiendo tu vida de soledad y siempre, siempre… ¡¡SIEMPRE!!, recordando las personas que ya no están, que te han querido, o dijeron que te quisieron, que te prometieron y te soñaron, y todo ello cayó al fondo de un fondo abisal por no saber amar. Te conviertes en un ermitaño, un ser huraño, silvestre, rebelde, solitario… justamente todo lo que nunca quisiste ser.
Mientras, tu sientes en tu fuero interno, contrariamente a lo que dictamina la realidad, que sigues amando como nadie, de un modo imperfecto. Estás nadando intentando no ahogarte mientras el destino, el cabrón ese, te coge por el cuello para dejarte sin aire. Pides por el amor de Dios una tregua para poder seguir nadando, coger aire y llegar a la orilla. Pero todo está claro desde el mismo momento en que la cagaste tanto como para provocar que la otra persona llorase… entre otras cosas.
Todo es nefasto. Pero en la situación actual, sientes que lo peor de todo es la pena que esas personas acaban sintiendo. Eso te hace sentir ira y ganas de estar más solo, porque prefieres estar solo y que te odien, a que por pena estén a tu lado. Nunca jamás he aceptado caridad sentimental, y de adulto no cambiará nada.
Y esto que hoy me ha dado por escribir… realmente no son problemas. No es importante. A fin de cuentas, ¿Quién soy yo sino sólo un individuo más? Alguien metido entre una sociedad que se ha quedado insensibilizada ante los problemas más vanos. Y al final todo acaba siendo robótico, cíclico, y a otra cosa… No hay tiempo para recrearse. Nadie te deja. A nadie le importa. Nadie pregunta. Y ya quedan pocos caminos por recorrer […] Tu alma y tu esperanza se hunden al ritmo que marca el calendario con las noches vacuas que se supone que alguien debería haber espantado, hace ya tiempo, junto con la pegajosa y cancerígena soledad.
PD: Esta canción la puse hace no mucho. Y ahora viene como anillo al dedo. Es irresistible. Una de las canciones del año por su letra y sus artistas… Porque siempre hay algo que lo puede decir la música.
"Estás nadando intentando no ahogarte mientras el destino, el cabrón ese, te coge por el cuello para dejarte sin aire."
ResponderEliminarA nivel estadístico, biológico, psicológico, o sea, desde ese punto de vista totalmente objetivo, ninguna vida vale más que otra. Y ella, por mucha imaginación que tuviera al hablar de amor, ha sido solo una de las cientos de oportunidades que vas a tener en tu vida para ser feliz. En tu vida tú eres el Rey, el capitán, el jefe... toma el mando y ves a donde quieras llegar.
Gracias Paolo por tus palabras. Pero mi empirismo gana a las estadísticas, incluso gana a la biología. El psicológico no sé yo. El caso es que este escrito tiene un fondo que casi nadie entenderá y bueno, agradecido siempre por cualquier palabra de ánimo o apoyo, pero metidos en el ajo, en el quid de la cuestión, es realmente complejo pensar con una entereza tal, que puedas pensar en lo que es objetivo desde el punto de vista científico. Pero demosle tiempo al tiempo y seguro que acabaré sacando algo bueno. Siempre se saca algo bueno de las experiencias. Al menos mi mentalidad es esa.
ResponderEliminarA mí tampoco me gustan los cambios. Más bien me asustan y consiguen que me sienta insegura. No queda otra que acostumbrarse. Todo se mueve, nada permanece quieto mucho tiempo.
ResponderEliminarUn besín
Todos somos imperfectos, todos actuamos de forma imperfecta y por supuesto amamos de forma imperfecta.
ResponderEliminarNo creo que seas el culpable de que se acabe el amor,una relación es de dos, uno recibe muchas veces lo que proyecta en el otro... y probablemente tú te planteabas eso... pero de alguna manera no sentías el hacer esas cosas que hoy consideras un error no haberlas hecho...quizás debes recordar el porqué no sentías hacer aquello...el equilibrio se rompío...y no creo que fuera solo culpa tuya...a veces el amor es imperfecto por si solo...y se rompe aun a voluntad de uno de que dure toda la vida.
Aida: Gracias por tus palabras. Digo yo que al cabo del tiempo, uno debe saber afrontarlo mejor y supongo que lo que hace diez años me tomaba como una reválida, hoy me lo tomo con más calma, me imagino que en 15 años todo se calmará y los cambios serán sólo cambios y ya está, sin más vueltas de hoja.
ResponderEliminarBlind-y: Jolín, no imaginé que en verdad te ibas a pasar por las entradas y comentarlas. Me siento abrumado (en plan bien). Es raro que te lean y que alguien comente, sobre todo si es nuevo y esas cosas. En cuanto a esta entrada. Tengo mucho que recapacitar. Me quedan muchos amaneceres para esclarecer todo este mundo, pero intento que sea siempre positivo y sacar al final algo bueno de lo que ya de por si fue inmejorable. Tu comentario me recordó a la canción de Luis Ramiro, 17, que decía que matemáticamente el amor es imposible, tal vez el amor sea enemigo de las ciencias, pero estoy convencido de que las ciencias (por muy matemáticas que sean), no sólo acabará llevándose bien con el amor y los sentimientos, sino que al final, acabará en idilio y, ¿quién sabe? Quizá amor y ciencias acaben en boda.
Jajaja, no te abrumes hombre... me gusta como escribes!
ResponderEliminarPor cierto, no entiendo porqué comentas con distintos nicks, siempre eres el mismo?
Besitos y enhorabuena, se te da bien esto.
Es la primera vez que lo confieso por aquí, aunque es cierto que es la primera vez (que recuerde) que alguien lo pregunta, pero lo del nick tiene una historia muy bonita y tierna detrás que no podría contarla en público. Pero bueno, cada poco tiempo, no más de una semana, pongo el nombre de un lugar o de algo relacionado con la geografía, un nombre que considere bonito, claro está. Por ejemplo, hace unas semanas estuve en Barcelona, y visité un pueblo de montaña donde viví unas experiencias maravillosas, el nombre del pueblo además era precioso, y guardé tal cariño, que durante algún tiempo me lo puse de nick. Busco nombres (o los tengo ya pensados, más bien) de sitios que sean característicos por algo en especial, no tan al azar, todo tiene algún sentido personal o académico. Es una forma de... hacer volar mi imaginación y de jugar conmigo mismo. A un amigo mío le carga un poco que cada poco me cambie de nick, pero como buen cabezota que soy, mientras más me lo dice, menos intención tengo de cambiarlo. Es una forma pasiva de rebeldía.
ResponderEliminarmmmmm, se puede decir que en esencia sois la misma persona, y quizás no en lo aparente.
ResponderEliminarCada sitio te marca, en cierta manera, uno es lo que ha vivido...los sitios y las gentes que has conocido, por lo tanto...tiene su sentido...esos lugares que haces parte de ti, que llevas dentro,hablan por ti...tiene sentido llevar su nombre en tus comentarios...
Curiosa postura!! :P
Por cierto, esto es casi a modo de chat...Besis
Totalmente chat. Qué cosas. Pues lo has dicho muy bien sí. Hay sitios que te marcan por haber estado allí, o incluso por haber hablado demasiado, por haber tenido que leer o aprender algo de ese sitio, es una forma de no olvidar y adquirirlo. Bien pensado resulta hasta poético. De todas formas no he visitado tantos sitios, soy joven y aún me queda mucho que recorrer, por tanto, muchos nombres que clavar indeleblemente con sus fotos y todo. También, no te engaño, es una forma si acaso de dejar cosas personales en un segundo plano, o llevar algo como el nombre a otra dimensión. Pero bueno, sólo son nicks, aunque a algunos les cogí tanto cariño que probablemente repita. El tuyo no sé de qué va, pero suena bien.
ResponderEliminarEl mío viene de aquí http://sinterminomedio.blogspot.com/2008/05/blind-y.html por si te apetece leerlo!! Pero resumiendo...No hay mas ciego que el que no quiere ver!
ResponderEliminarVaya, que guay. Ya viajé al pasado para opinar sobre ello. Me siento un poco Michael J. Fox en Regreso al Futuro, aunque con todos los matices del mundo. Sobre tu último comentario. Hacer locuras depende de una gran dosis de decisión y de deseo de hacer algo como algo vital, de hacerlo ahora, ya y punto. Irte a un aeropuerto y (siempre si la economía lo permite) coger el primer avión con otro destino. Algunas de las mejores experiencias han sucedido así, pero conforme vas entrando en año, la vehemencia va siendo sustituida por la coherencia para hacer las mismas locuras...pero con más planificación. También impide mucho la economía que desgraciadamente es la que marca la mayor o menor coherencia de las cosas.
ResponderEliminar