Érase una vez en un domingo muy, muy lejano, alguien sin nada que contar. Y esta canción que no dejó de sonar en un lugar tan vacío como solitario. Llegó la primavera, como siempre con domingos eternos. El viernes por fin descubrí que no, no eran diques, eran las venas de la tierra, por donde fluye la sangre. Sangre que falta. Carencia de pasión. A este domingo le falta sangre, pasión, y Aretha me la ha insuflado. Gracias (por si entra) a quien me recordó que existía esta canción, a quien busca su sitio, aunque creo que sabe perfectamente dónde está. Maravillosa canción. Para no dejarse de enamorar nunca jamás. Tócala siempre, que no pare de sonar nunca, nunca jamás… y me haga sentir esto tan fantástico que ojala nunca se marchitara.
Y ya que estamos, de propina, una que hace unos pocos días también comenzó a sonar en mi cabeza durante varias horas de esta mujer que es una diosa de la música, que me pone los pelos de punta.
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