...El tiempo pasa como si cada minuto fuera un año. El ritmo de mis pasos lo marca la melancolía de mi corazón, henchido de sinrazón. Un rayo fulminante acabó todo en un segundo. La vida de los sentimientos es así de burócrata, sólo nos preocupamos hedonistamente por satisfacer la dictadura de nuestro corazón. Son las tres de la tarde. Entro al primer bar que veo para tomarme una copa. La resaca está a punto de tocar a su fin. Necesito alcohol para matar la ilusión de la realidad, volver a vivir en la letanía del despecho. Es uno de esos bares extraños, con una mezcla entre rústico y neo vanguardista. Arreglado, pero informal. Al principio me siento en la barra y me pido una Heineken. Tengo puestos los cascos para escuchar música y alterno rock con blues. Hay música de fondo, pero no satisface mis sentimientos ahogados y vacíos. A mi lado hay un buen montón de hombres medio borrachos.
Abro los ojos. Los cierro. Son las diez de la noche. Hay un concierto de un cantautor. Voy a las entrañas de aquel acogedor antro. Abro los ojos. De repente la siento a mi lado.
- ¿Todo fue una pesadilla? ¿Siempre ha estado conmigo?
- ¿Por qué me miras así?
- ¡¡Tú!!
- Sí, ¿quién sino iba a ser?
Sonrío comedido, con los ojos iluminados de felicidad. No siento el alcohol. Estoy sobrio. Mi soledad se acompaña de ella y de un buen número de seres amados. Algo no cambia: la música en vivo. De repente el ambiente gélido se torna en hogareño, casi mágico. El cantante es amigo mío, en sus canciones de forma jocosa habla de “farmafias” e “hijos de pu…ritana” mientras piensa para sí que “voy a tener que drogarme para olvidarte”. Todo es bienestar. El calorcito primaveral se adentra por mi mundo. En este bar tengo todo lo necesario. Da igual si está ella, si tengo los ojos abiertos o cerrados, si estoy despechado o feliz, despierto o aún dormido. Siento el calor en mi corazón. Utópicamente el paroxismo de todos los sentimientos está reunido en el fogón de la música de mi amigo cantautor. Si está a mi lado, es perfecto, sino es así, siento lástima por ella. Lástima porque no sintiera la quemazón esporádica de un rato inolvidable que duró pocos días. Que podría haber durado toda una vida, o el día en el que cerré los ojos. ¿O los tenía abiertos?
Oye, me ha encantado esta segunda parte sabes?? No se que intención tienes con esta historia pero es genial, en serio!! Mucho ánimo tio, si algun dia necesitas algo solo pidemelo y volveré a casa, aunque sea solo por estar alli un dia. Un saludo!!!
ResponderEliminarAlejandro sanz - desde cuando
jason mraz y james morrison - details in the fabric
Gracias por tu comentario. En serio, estoy muy agradecido por la molestia y por el halago. Sólo es una historia más de mi imaginación. Sobre lo de volver... no seré yo el que te obligue a hacer algo que sé que no quieres. Pero gracias (por tercera vez) por el detalle. Sabes que no soy de los que piden o exigen... no al menos abiertamente. Eso lo dejo a los detalles de cada uno y de lo que le nazca a cada cual. Quien quiera estar, que esté, quien no, no obligo, has de querer tú. Al menos esa es la dulce teoría, ¿no?
ResponderEliminarBueno, la grandeza de la amistad se puede ver en cosas no querer ir a un sitio porque se odia más que nada, pero hacerlo aunque sea para estar con un amigo, así que regresaré siempre que haga falta.
ResponderEliminarSé que odias Tenerife y no te diré que vengas. Además, he estado como he estado y tú no has sabido absolutamente nada. Ya que hablas de grandeza y de amistad, me voy a permitir una licencia, a ver si capas la poco sutil directa: La amistad es un continuo, es estar a las buenas y a las malas, lo ideal, cada día, pero sino, cada poco tiempo, no cuando tus remordimientos o tu conciencia te llamen para intentar hacer una obra de caridad. Yo no quiero caridad, quiero verdad, realidad (últimamente utilizo mucho esta palabra). Así que mírate en tu interior y pregúntate si el mayor detalle de amistad que me puedes demostrar sería venir a Tenerife... o bastan pequeños detalles que lleguen al corazón. Porque ahí también está el truco, socio, en que lo importante no es lo más grande, sino las pequeñas cosas que hacen el mundo, la vida... mi vida. Y en ella, no te voy a engañar, hace tiempo que no estás tú. Ahora, evidentemente, la pelota está en tu tejado. ¿Cuáles son tus verdaderos intereses? ¿Realmente te importo yo? Porque si es así, lo has hecho mal socio. Y te lo digo en este coto más privado que nunca, que nadie más que tú y yo leeremos. No te engañes, puede parecer reproche, pero no lo es. En verdad, lo digo de corazón, te deseo todo lo mejor del mundo en tu vida, pero la amistad no se trabaja con grandes actos muy puntuales, sino estando. Al menos eso es lo que a mí me vale. Si a ti no te va eso, puede que tal vez tú y yo no tengamos nada que ver. Así, sin paños calientes. Y esta noche, por cierto, un Legendario será a tu salud, por esas noches que ya nunca jamás volverán.
ResponderEliminar... Y por esos viajes que nunca haremos realidad, y los muchos planes que han quedado estancados por la distancia y cercenados por... otras cosas. Por eso también brindaré esta noche. No dirás que no pensé en ti en lo bueno y en lo malo.
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