Tendría tal vez… 15 o 16 años. En la televisión ponían un programa presentado por Francis Lorenzo en el que las personas iban para que le cantasen canciones que no escuchaban desde hacía décadas. Las parejas se dedicaban la canción que había marcado su romance. Ese programa hoy tendría poco sentido porque bastaría con bajársela de Internet. Pero entonces no era así. Hace doce años Internet estaba aún por desarrollarse, y más para los de 40 o 50 años que eran los que acudían a ese programa. Allí se dio a conocer un jovencísimo David Civera, que versionaba canciones de una manera sublime (lástima en lo que se convirtió después). Y recuerdo a Civera por la versión en castellano de Aline, de Christophe. No me descubrieron muchas canciones, la verdad sea dicha, pues en casa de mi abuela se rayaron las cintas de casettes escuchando esas canciones. El caso es que esta canción la estuve persiguiendo durante varios años. Yo tampoco tenía Internet a mi alcance y esa canción me enamoró. Me acompañó en algunos amoríos, en sueños románticos y demás cosas. La única manera que tenía de escucharla era por VHS. Siempre tenía una cinta preparada para grabar alguna canción que comenzara a enamorarme. Pero sólo la podía escuchar por la tele y nada más. Cuando cumplí 18 años, mi primera novia en serio me hizo el regalo del CD de Christope con su éxitazo Aline. No olvidaré a esa chica porque entre otras cosas, también me regaló un CD doble de tangos de Carlos Gardel… ¡Ché pibe, bárbaro! Pero al caso. Esta canción me acompañó rumbo de Asturias, como muchas otras y al cabo de los años se convirtió en un síntoma de un pasado dulce, maravilloso, de proyecciones de futuros mejores y románticos cuando más falta hacía. Su letra es algo triste, melancólica, pero Christophe le da un sentimiento inmejorable.
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